
La congelación es una técnica eficaz para preservar alimentos, pero no todos los productos reaccionan bien a este proceso. Algunos sufren alteraciones en su textura y sabor, mientras que otros pueden representar riesgos sanitarios al descongelarse.
Expertos en seguridad alimentaria advierten sobre ciertos alimentos que, lejos de beneficiarse del frío extremo, pueden deteriorarse o incluso volverse inseguros para el consumo.
1. Huevos crudos: un riesgo de explosión y contaminación
Uno de los principales alimentos que no se deben congelar son los huevos crudos con cáscara. Según el doctor Darin Detwiler, experto en seguridad alimentaria, los líquidos en su interior se expanden al congelarse, lo que puede hacer que el cascarón se rompa.
Además del desastre en el congelador, esto puede provocar contaminación cruzada con otros alimentos debido a la posible presencia de salmonela.

Si bien congelar huevos enteros no es seguro, existe una alternativa: se pueden batir la yema y la clara juntas antes de congelarlos. También es posible congelar huevos líquidos pasteurizados o sustitutos de huevo hasta un año, siempre que el envase permanezca cerrado.
2. Huevos cocidos: una textura desagradable
Los huevos cocidos tampoco soportan bien el congelador. Aunque su congelación no supone un riesgo sanitario, la calidad del producto se deteriora.
Las claras se vuelven gomosas y granuladas, lo que afecta su sabor y textura. Además, preparaciones como la ensalada de huevo y los merengues pueden separarse o volverse pegajosos.
3. Lácteos: separación y pérdida de textura
La leche, el yogur y otros productos lácteos tampoco son buenos candidatos para la congelación. La Universidad de Nebraska-Lincoln explica que los quesos blandos, como el brie y la ricotta, sufren separación de sus componentes y pierden su consistencia cremosa.

El yogur y la nata agria experimentan una separación evidente al descongelarse, mientras que la leche puede volverse granulosa. En el caso de los yogures saborizados, la presencia de azúcares y frutas añadidas puede estabilizar su estructura y hacer que resistan mejor el frío.
4. Alimentos fritos: adiós a la textura crujiente
Los alimentos fritos, como el pollo empanizado o los calamares fritos, pierden su textura crujiente cuando se congelan. Según Detwiler, la congelación hace que la humedad penetre en el rebozado, transformándolo en una capa blanda y poco apetitosa.
Para evitar este problema, lo mejor es consumir los alimentos fritos el mismo día en que se preparan o almacenarlos en el refrigerador por un corto periodo.
5. Verduras y frutas ricas en agua: un desastre acuoso
Las verduras crudas con alto contenido de agua, como la lechuga, el apio y los pepinos, no resisten bien la congelación.
Según la asesora en alimentación Vincci Tsui, los cristales de hielo que se forman en su interior rompen las fibras de los vegetales, convirtiéndolos en una masa blanda y poco atractiva al descongelarse.

Las frutas como la sandía, las uvas y los cítricos también experimentan una pérdida de textura significativa al ser sometidas a bajas temperaturas. Para aprovecharlas sin desperdicio, una opción es convertirlas en mermeladas o conservas.
Una excepción a esta regla son las verduras que han sido escaldadas previamente, como las que se venden congeladas en supermercados. Este proceso ayuda a preservar su estructura celular y evitar que se vuelvan demasiado blandas.
6. Pasta cocida: blanda e irreconocible
La pasta cocida absorbe agua durante la congelación, lo que la hace perder su textura al descongelarse. Según Tsui, el resultado suele ser una pasta demasiado blanda y poco apetitosa.
Si se desea congelar un platillo con pasta, la mejor opción es hacerlo en preparaciones completas, como lasañas o cazuelas, donde la salsa y los demás ingredientes ayuden a conservar mejor la textura.
7. Comida muy condimentada: cambios en el sabor
La congelación también afecta a ciertos condimentos y especias. De acuerdo con el Centro Nacional de Conservación de Alimentos Caseros, ingredientes como la cebolla y el pimiento verde pueden volverse amargos, mientras que el curry puede desarrollar un sabor rancio.

Hierbas como el perejil, la albahaca y el cebollino pueden congelarse sin problemas si se almacenan en recipientes herméticos o en cubos de hielo con agua o aceite.
8. Mayonesa y salsas cremosas: separación de ingredientes
Las salsas y aderezos a base de mayonesa o crema suelen separarse al descongelarse, lo que altera su consistencia. En el caso de la mayonesa, la emulsión de aceite y huevo se descompone, dejando una mezcla poco homogénea.
Si se necesita almacenar una salsa cremosa, una alternativa es prepararla sin los ingredientes lácteos y añadirlos al momento de calentarla.
Si bien la congelación es una herramienta útil para prolongar la vida útil de los alimentos, no todos los productos se benefician de ella.
Evitar la congelación de huevos crudos, lácteos, fritos, frutas y verduras ricas en agua, pasta, comidas muy condimentadas y salsas cremosas puede hacer la diferencia entre una comida bien conservada y una experiencia culinaria desagradable o incluso peligrosa.
Antes de guardar cualquier alimento en el congelador, es recomendable conocer su comportamiento ante el frío extremo para asegurar su mejor conservación.
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