
La sal suele pasar inadvertida en la dieta diaria, pero su impacto en la salud puede ser silencioso y profundo. Especialistas de Cleveland Clinic advierten que un consumo elevado de sodio está directamente asociado al aumento de la presión arterial y al riesgo de enfermedades cardiovasculares, una combinación que pone bajo estrés constante al corazón y a los vasos sanguíneos.
Presente en la mayoría de los alimentos ultraprocesados y utilizada de forma habitual para intensificar el sabor, la sal aporta sodio, un mineral indispensable en pequeñas cantidades pero perjudicial cuando se consume en exceso.
Según la Asociación Americana del Corazón, superar los 2.300 miligramos diarios recomendados para adultos incrementa la carga sobre el sistema circulatorio y eleva significativamente el riesgo de complicaciones a largo plazo.
Cómo actúa el sodio en el organismo
La sal provoca varios mecanismos fisiológicos que aumentan la presión arterial. Al consumir sodio en exceso, el cuerpo retiene más agua para mantener el equilibrio en la sangre, lo que incrementa la presión sobre los vasos sanguíneos.
Además, este aumento de líquidos eleva el volumen sanguíneo, lo que obliga al corazón a trabajar con mayor intensidad.

Este proceso incrementa la presión circulatoria y puede alterar hormonas encargadas de regular la presión arterial y la función renal, además de intensificar la respuesta de las hormonas del estrés.
Los riñones también deben esforzarse para eliminar el sodio sobrante, lo que puede ocasionar acumulación de líquidos y, en consecuencia, elevar aún más la presión arterial.
El cardiólogo Luke Laffin, de Cleveland Clinic, ejemplifica: “Si se da el gusto de comer pizza o una hamburguesa con queso, no se sorprenda si su presión arterial es más alta más tarde ese mismo día”.
Consecuencias de la hipertensión por exceso de sal
La hipertensión arterial, derivada del consumo prolongado de sal, endurece y estrecha los vasos sanguíneos, reduciendo el flujo de sangre y oxígeno hacia órganos vitales, lo que obliga al corazón a esforzarse más para distribuir la sangre.
Según Luke Laffin, “la presión arterial elevada, especialmente durante un período prolongado, supone una carga increíble para el corazón”.
Las complicaciones de la hipertensión no controlada incluyen dilatación de la cavidad cardíaca izquierda, debilitamiento del músculo cardíaco —con posibilidad de insuficiencia cardíaca—, daño a las paredes arteriales y riesgo incrementado de enfermedades cardíacas, infarto y accidente cerebrovascular.

Cleveland Clinic destaca la variabilidad en la respuesta al consumo de sal entre las personas. Luke Laffin señala: “Algunos pueden consumir sodio sin afectar su presión arterial. Pero para otros sensibles a la sal, incluso un ligero aumento en la ingesta de sodio afecta la capacidad de sus riñones para regular los líquidos y aumenta la presión arterial”.
Esta sensibilidad ocurre con mayor frecuencia en personas de mediana edad o mayores, quienes tienen sobrepeso u obesidad y en la población afrodesceniente.
Recomendaciones para controlar el consumo de sal
Para controlar la presión arterial, los expertos de Cleveland Clinic sugieren adoptar una dieta baja en sodio, como la dieta DASH, y vigilar cuidadosamente el contenido de sodio de los alimentos.
Limitar productos salados como panceta, comidas congeladas y papas fritas, así como preparar las comidas en casa, aumenta el control sobre la cantidad de sal utilizada.
Asimismo, se propone el uso de condimentos alternativos, como albahaca o jengibre, y el aumento de alimentos ricos en potasio, como verduras de hoja verde, porotos y tomates.

El Dr. Laffin advierte que, pese a una dieta baja en sal y cambios en el estilo de vida, algunas personas necesitarán medicación para controlar la presión arterial. Entre los tratamientos más utilizados figuran los diuréticos, que bloquean la absorción de sodio en los riñones, y los inhibidores de la ECA o ARA II, cuya función es relajar los vasos sanguíneos.
El control médico personalizado resulta fundamental. Cleveland Clinic resalta la importancia de consultar con un profesional de la salud para evaluar el impacto del consumo de sal sobre la presión arterial y la salud cardiovascular. Un seguimiento adecuado puede suponer una diferencia notable en la prevención de complicaciones cardíacas y renales a largo plazo.
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