
Las lesiones de tobillo se mantienen entre las principales inquietudes de quienes practican running de forma habitual. Un giro inesperado o el desgaste progresivo pueden transformar la rutina deportiva en una pausa obligada, con impacto tanto en el rendimiento como en la vida cotidiana.
Sportlife y evidencias cientificas han examinado en profundidad las causas y las estrategias más eficaces para prevenir y tratar las lesiones más comunes de esta articulación.
Entre los problemas más frecuentes se encuentran esguinces, tendinopatías e inestabilidad crónica del tobillo, todos con capacidad para limitar la capacidad de entrenamiento y derivar en molestias persistentes que interfieren en las actividades diarias.
Un esguince mal tratado incrementa el riesgo de recaídas, lo que evidencia la importancia de una atención diligente desde el comienzo.
Evidencia científica: el riesgo real para corredores

Un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine subraya la importancia de implementar programas de prevención que incluyan ejercicios de fortalecimiento y equilibrio para reducir la incidencia de lesiones de tobillo en corredores.
El análisis revela que estas lesiones, junto con las de rodilla, representan la mayoría de los problemas musculoesqueléticos en la práctica del running y que el uso adecuado de entrenamiento preventivo puede disminuir de manera significativa su aparición.
Esguinces y tendinopatías: lesiones habituales
El esguince de tobillo es la lesión más frecuente en corredores, resultado de estiramientos o roturas ligamentosas por movimientos bruscos. Si no se rehabilita correctamente, puede derivar en problemas crónicos. El esguince alto, aunque menos común, requiere más tiempo de recuperación y, en ocasiones, cirugía.
Las tendinopatías también son habituales. La tendinitis de Aquiles, provocada por el sobreuso y la baja irrigación sanguínea, causa dolor en la parte posterior del tobillo. Otras lesiones frecuentes afectan al tibial posterior, peroneos o extensores, presentando dolor, inflamación y reducción de la movilidad. La inestabilidad crónica suele aparecer tras esguinces mal tratados.

Un estudio reciente publicado en la Revista Andaluza de Medicina del Deporte confirma que el tobillo es la localización más frecuente de lesiones agudas entre corredores de élite en orientación, destacando el esguince de tobillo como una de las lesiones más habituales y subrayando la importancia de prevención y tratamiento adecuados.
Prevención y abordaje efectivo
La prevención es fundamental para disminuir el riesgo de lesiones. Escoger un calzado adecuado, ajustado al tipo de pisada y terreno, y reemplazarlo antes de perder amortiguación —aproximadamente cada 800 km— resulta esencial. Sportlife recomienda una progresión controlada en el entrenamiento, evitando que el incremento semanal supere el cinco por ciento, para minimizar el riesgo de sobrecargas.
El fortalecimiento y los ejercicios de propiocepción ocupan un rol central. Caminar de puntillas, sobre talones o abrir los dedos con bandas elásticas contribuye a mejorar la fuerza. Trabajar el equilibrio sobre un pie, con los ojos cerrados o en superficies inestables, ayuda a preparar el tobillo para situaciones imprevistas.

La movilidad y los estiramientos —rotaciones del tobillo, ejercicios para gemelos y sóleo, o “dibujar” el abecedario con el pie— conservan la flexibilidad y previenen rigideces. El entrenamiento cruzado, como bicicleta, natación o elíptica, mantiene la forma física sin sobrecargar la articulación. Durante la recuperación o ante molestias, se aconseja elegir terrenos uniformes como asfalto o pista.
Ante un esguince, se recomienda el protocolo RICE: reposo, hielo, compresión y elevación, para controlar inflamación y dolor.
Durante la recuperación, la rehabilitación orientada a restaurar fuerza y movilidad es fundamental: movilizaciones manuales, fortalecimiento de eversión y dorsiflexión, estiramientos y ejercicios progresivos de equilibrio. El uso de tablas de balance es útil para mejorar la estabilidad. Para quienes tienen antecedentes de esguinces, la protección externa con tobilleras, vendajes funcionales o férulas ayuda a reducir las recaídas.
En el caso de las tendinopatías, se recomienda reposo relativo, aplicación de hielo, fisioterapia y, cuando corresponde, ortesis personalizadas. Es importante corregir factores de riesgo como errores en la técnica de carrera o sobrecarga por terrenos inadecuados.

Si se trata de un esguince alto, además del protocolo RICE, es necesaria una valoración médica para descartar inestabilidad y, en situaciones graves, podría considerarse la cirugía, según reportaron ambos estudios científicos.
La prevención sistemática y una rehabilitación adecuada se consolidan como las mejores herramientas para mantener tobillos sanos y evitar reincidencias. Como concluye Sportlife, invertir en un calzado apropiado, planificar la progresión del entrenamiento y trabajar la fuerza y propiocepción no solo protege estos estabilizadores, sino que facilita un regreso seguro a la actividad tras una lesión.
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