
Las rupturas de pareja suelen representarse en películas y series como momentos abruptos: una discusión intensa, una infidelidad o la percepción de que “la chispa se apagó” parecen bastar para poner fin a una relación.
Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que la realidad es mucho más compleja. Lejos de tratarse de decisiones impulsivas, la mayoría de las separaciones resultan de un proceso interno en el que cada persona evalúa emociones, creencias y su entorno social antes de llegar a una decisión definitiva.
Un estudio publicado en octubre de 2025 en The Journal of General Psychology concluyó que las rupturas constituyen decisiones altamente intencionales, con una planificación y una mirada integral sobre múltiples factores.
Este hallazgo refuta la idea de que el amor termina de forma repentina o por un solo evento. Según el análisis del piscólogo Mark Travers para Forbes, cada separación depende de una combinación singular de influencias afectivas, sociales, cognitivas y motivacionales, lo que explica la profunda singularidad de cada ruptura.
1. Influencias afectivas: el peso de las emociones anticipadas
El aspecto emocional resulta central al considerar el fin de una relación. La dimensión afectiva refleja cómo una persona espera sentirse durante y después de la ruptura. Estos pronósticos se relacionan con la historia de relaciones previas y el nivel de implicación con la pareja.

Algunas personas esperan culpa y tristeza, mientras que otras anticipan alivio, entusiasmo o incluso empoderamiento ante el cierre de una relación insatisfactoria. Muchas veces, conviven emociones contradictorias, dando lugar a una ambivalencia capaz de dilatar o impedir la separación.
Travers ejemplificó: alguien puede pensar “Sé que estaré mejor sin ellos, pero me aterra hacerles daño”, mientras otra persona considera “Tuvimos muchos años buenos juntos, pero estoy listo para sentir la emoción de empezar de nuevo”. El equilibrio entre estas emociones determina la rapidez y la forma en que se concreta la decisión.
2. Influencias sociales: entorno y expectativas
El entorno resulta determinante: amigos, familiares y normas culturales influyen en la decisión de poner fin a la pareja. Además, la imagen que la persona tiene de sí misma ante estas expectativas resulta fundamental.
En comunidades donde la separación está normalizada, uno puede sentirse en libertad para cerrar una relación insatisfactoria. En contextos con valores tradicionales, la presión para sostener la pareja es intensa, incluso si hay infelicidad.

Según el psicólogo, el autoconcepto también juega un papel esencial: alguien que valora la independencia puede ver la ruptura como un acto valiente, mientras que quien prioriza la lealtad podría interpretarla como un fracaso. La disponibilidad de apoyo social puede acelerar como retrasar la separación.
3. Influencias cognitivas: creencias y evaluación de riesgos
Las creencias y las expectativas sobre la vida después de una ruptura también determinan la decisión. Ambos factores movilizan una evaluación de riesgos y beneficios, e incluyen la percepción de control sobre las consecuencias.
Por ejemplo, una persona que visualiza consecuencias negativas, como inestabilidad financiera o dificultades para rehacer la vida social, puede decidir mantener la relación pese a reconocer su naturaleza insostenible.

En cambio, quien percibe la separación como oportunidad de renovación personal suele tomar la decisión de manera más resuelta. Travers señaló que estas creencias, más que las circunstancias objetivas, determinan quién actúa primero para terminar la relación.
4. Influencias motivacionales: de la intención a la acción
El paso de la intención a la acción se vincula a la capacidad de trazar un plan concreto. Una intención vaga casi nunca llega a ejecutarse, mientras que la organización detallada facilita el paso final.
Alguien puede establecer pasos específicos como buscar un nuevo lugar donde vivir, ensayar la conversación con la pareja y buscar apoyo en un amigo de confianza. Por el contrario, otra persona podría no pasar de la fantasía.

El estudio señala que esta diferencia entre pensar en la ruptura y llevarla a cabo explica por qué algunas personas permanecen en relaciones mucho tiempo después de haberse desconectado emocionalmente.
Cada ruptura es una experiencia irrepetible
Estas cuatro influencias actúan de modo interconectado y único en cada persona. Forbes compara esta interacción con el lanzamiento de cuatro dados: los posibles resultados son innumerables, incluso frente a situaciones similares.
Una persona puede estar lista emocionalmente, pero carecer de apoyo social; otra puede tener motivación, pero dudar por factores afectivos. Esta compleja combinación de variables define el momento, la modalidad y el desenlace de la separación, y explica por qué no existen dos rupturas iguales.
Las rupturas de pareja integran emociones, razón, contextos sociales y planeamiento individual. Cada experiencia es el resultado de una mezcla exclusiva de factores, lo que convierte a cada separación en una vivencia distinta, irrepetible y profundamente humana.
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