
El interés en los tipos de apego ha experimentado un notable crecimiento en los últimos años, impulsado por una mayor atención social a la salud mental y la calidad de las relaciones personales.
Tras la pandemia, plataformas y redes sociales han amplificado debates y testimonios acerca del modo en que los patrones de apego influyen en la vida cotidiana, fenómeno que especialistas consultados por GQ y diversos estudios científicos explican como resultado de la búsqueda de mayor autoconocimiento y bienestar emocional.
De acuerdo con la psicología, el apego es una tendencia innata de los seres humanos a buscar cercanía y protección en figuras consideradas fuertes o sabias, especialmente durante la infancia.

En ese tono, el psicólogo británico John Bowlby desarrolló la Teoría del Apego, la cual sostiene que los vínculos tempranos con padres o cuidadores no solo proporcionan seguridad y apoyo emocional, sino que también determinan el modo en que se establecerán las relaciones afectivas en la adultez.
GQ cita a Bowlby: “El apego surge en los primeros años de vida de las infancias y es lo que motiva la búsqueda del vínculo entre el pequeño y sus padres o cuidadores”. Esta base emocional influye de forma profunda en la manera en que una persona enfrenta el estrés y forma lazos con otros a lo largo de su vida.
Los cuatro tipos de apego
De acuerdo con la Encyclopedia of Child Behavior and Development (Springer), la teoría del apego fundada por Bowlby identifica cuatro estilos principales —seguro, ansioso, evitativo y desorganizado— que condicionan las relaciones emocionales desde la infancia a la adultez:

1. Apego seguro
Se desarrolla en entornos donde los cuidadores validan las emociones del niño y ofrecen apoyo constante, sin caer en la sobreprotección.
Las personas con apego seguro muestran confianza al explorar el mundo, establecen relaciones duraderas y mantienen una autoestima saludable, además de sentirse cómodas con la independencia.
2. Apego evitativo

Aparece en infancias donde las necesidades emocionales son ignoradas. Los adultos que presentan este patrón tienden a ser muy independientes, pues aprendieron a no esperar apoyo externo.
Esta autosuficiencia se asocia a dificultades para expresar emociones, generar intimidad y confiar en otros, dando lugar a miedo al compromiso y rechazo a relaciones profundas.
3. Apego ansioso-ambivalente

Se caracteriza por una necesidad intensa de apoyo y validación de los demás. Este patrón suele originarse en experiencias infantiles con cuidadores ausentes o sobreprotectores.
En la adultez, quienes lo presentan tienden a la inseguridad en sus relaciones, buscan aprobación constante de la pareja y temen al abandono. La falta de autoconfianza y la dificultad para establecer límites favorecen la dependencia emocional.
4. Apego desorganizado

Combina rasgos de los tipos evitativo y ansioso, y suele surgir en infancias con vínculos confusos o negligentes, a veces asociados a experiencias traumáticas.
En la adultez, se manifiesta en relaciones contradictorias: se busca cercanía, pero se rechaza la intimidad, surgiendo dificultades para regular las emociones y vínculos conflictivos.
Identificación y posibilidad de cambio

Reconocer el propio tipo de apego requiere honestidad y autoobservación. Según GQ, la atención a los patrones emocionales y a las reacciones ante situaciones habituales —como la cancelación de planes por parte de amigos o la demora en una respuesta de pareja— puede ofrecer señales sobre el tipo de apego y su impacto en la vida personal.
Quienes atraviesan los mismos conflictos en distintas relaciones podrían estar bajo la influencia de su patrón de apego, lo que afecta tanto sus vínculos como su bienestar general. Los especialistas consultados por GQ sostienen que detectar estas dinámicas representa un primer paso crucial hacia formas de relación más seguras y equilibradas.
Una pregunta común es si el tipo de apego puede modificarse. De acuerdo con expertos en psicología citados por GQ, los mecanismos de apego pueden transformarse a lo largo de la vida, ya que las experiencias y relaciones significativas influyen en la manera de vincularse.

Un resumen de una investigación publicada en la British Psychological Society señala que los estilos de apego no son fijos a lo largo de la vida.
Análisis longitudinales muestran que las experiencias vitales y las relaciones significativas pueden modificar el patrón de apego, lo que ofrece oportunidades reales de cambio y crecimiento personal en la adultez.
Para quienes desean un cambio hacia un patrón más saludable, la terapia psicológica se presenta como una herramienta eficaz. Los especialistas subrayan que este proceso requiere tiempo y compromiso, pero con intervención profesional es posible construir relaciones más sanas y satisfactorias.
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