Cómo se calcula la indemnización por despido improcedente

La cuantía dependerá, entre otros factores, de la antigüedad en la empresa y del salario que percibía el trabajador

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Hombre siendo despedido (Freepik)
Hombre siendo despedido (Freepik)

Un despido se considera improcedente cuando no existe una causa legal que lo justifique o cuando, aun habiendo motivos, la empresa no respeta el procedimiento establecido por la normativa laboral. Esto puede ocurrir, por ejemplo, si no se entrega la carta de despido, no se cumple con el preaviso exigido o se alegan razones que no se ajustan a la realidad o no pueden ser acreditadas, como una bajada injustificada del rendimiento o dificultades económicas sin pruebas suficientes.

Las causas que pueden derivar en un despido improcedente son variadas. Entre ellas, figuran el incumplimiento del procedimiento legal, la utilización de argumentos infundados o la invocación de razones organizativas o económicas que no se sostienen con documentación.

En estas situaciones, el trabajador tiene derecho a una indemnización como compensación por la extinción irregular de su contrato. La cuantía dependerá, entre otros factores, de la antigüedad en la empresa y del salario que percibía.

No obstante, conviene señalar que la ley -en concreto, el Estatuto de los Trabajadores- otorga a la empresa dos alternativas en caso de despido improcedente: abonar la indemnización correspondiente o readmitir al empleado en su puesto, con el pago de los salarios dejados de percibir desde la fecha del despido hasta la reincorporación. La elección entre una u otra opción recae en la empresa, no en el trabajador.

Cuál es la indemnización por despido improcedente

La indemnización por despido improcedente se calcula basándose en 33 días de salario por año trabajado, con un tope de 24 mensualidades. Para contratos anteriores a febrero de 2012, la indemnización es de 45 días por año trabajado, con un máximo de 42 mensualidades. Además, el trabajador mantiene el derecho a cobrar el paro, siempre y cuando haya cotizado al menos 360 días en los últimos seis años.

El Supremo pone límite a los despidos disciplinarios: no pueden realizarse sin que el trabajador tenga la posibilidad de defenderse.

El primer paso en este proceso es calcular el salario diario del trabajador, que constituye la base para determinar la indemnización. Este se obtiene sumando el salario bruto percibido durante los 12 meses previos al despido y dividiendo el total entre los 365 días del año. En este cálculo deben incluirse, además, las pagas extraordinarias, pero se excluyen conceptos como dietas, aportaciones a planes de pensiones, seguros o el plus de transporte, ya que no se consideran parte del salario. Una vez determinado el salario bruto diario, este se multiplica por el número de días que correspondan según el tipo de despido y la antigüedad del empleado.

La antigüedad es otro factor crucial que influye directamente en la cantidad que recibirá el trabajador. Este aspecto se mide en meses completos, y a mayor tiempo en la empresa, mayor será la compensación económica. Este criterio busca reconocer el vínculo laboral prolongado y el compromiso del empleado con la organización.

Teniendo toda esta información en cuenta, el trabajador deberá multiplicar el importe de su salario diario por los meses de antigüedad en la empresa y los días que correspondan según el tipo de despido, y obtendrá la cifra de su indemnización.