
El consumo regular de pescado en nuestras recetas presenta numerosos beneficios para la salud, ya que es una excelente fuente de ácidos grasos omega-3, proteínas, vitaminas y minerales esenciales. De hecho, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) recomienda consumir al menos tres raciones de pescado a la semana.
De sus beneficios nutricionales y su buen sabor pocas personas dudan, aunque es su coste el que muchas veces nos impide acercarnos a una pescadería para hacernos con algo de pescado fresco. Se trata de una elección que suele subir el precio de nuestra cesta de la compra, especialmente si no prestamos atención a algunos detalles clave.
El creador de contenido José María Sánchez (@belipescadería), pescadero con más de 25 años de experiencia, ha compartido en sus redes sociales una serie de trucos que algunos establecimientos siguen para poder engrosar los precios sin mejorar la calidad de su producto. Son, según explica en su vídeo, “los típicos fraudes para que pagues más y te lleves un pescado de peor calidad“.
El primero de los fraudes que podemos encontrarnos a la hora de comprar en una pescadería tiene que ver con la procedencia del pescado o el marisco que vayamos a llevarnos a casa. “Uno de los trucos más comunes que hay es que te venden el pescado de fuera por uno de aquí”, comienza aclarando el creador de contenido. “Por ejemplo, te venden una urta de Mauritania mucho más barata diciéndote que es una urta de aquí, de Conil, para cobrarte mucho más”.
Para evitar esta situación, es imprescindible fijarnos bien en la procedencia del pescado que pidamos, preguntar a nuestro pescadero y fijarnos en algunos detalles que pueden delatar que nuestra pieza no procede de donde en un principio podríamos creer.
Otra de las artimañas que suelen repetirse en algunos comercios de pescadería tiene que ver, sobre todo, con los mariscos. “Meten cefalópodos y mariscos en agua para que engorden su peso y tú pagues agua a precio de ese producto”, avisa el pescadero a sus seguidores.

Finalmente, el último de los fraudes de los que podemos ser víctimas tiene que ver con la frescura del pescado. “Por mucho que te digan que es pescado fresco, cuidado. Fíjate bien en la etiqueta que hay pescados elaborados que son descongelados para venderlos por fresco”, concluye el creador de contenido su vídeo de recomendaciones.
Cómo distinguir un pescado fresco de uno que no lo es
El propio José María, en una entrevista en Canal Sur, contaba las claves imprescindibles que todos deberíamos saber para comprar el pescado más fresco de la pescadería y que no ‘nos la cuelen’.
Uno de los aspectos más relevantes que mencionó ‘Beli’ durante su intervención fue el estado de rigor mortis del pescado. Este término, que hace referencia a la rigidez que adquiere el cuerpo tras la muerte, es un indicador de que el pescado ha sido capturado recientemente. Es importante que al tocar el pescado, la carne se sienta firme y elástica. Si al presionar la pieza con el dedo la carne se hunde y no recupera su forma, es probable que no esté fresco.
Otro de los consejos compartidos por el pescadero sevillano fue observar el estado de la piel del pescado. Según el experto, una piel brillante, húmeda y resbaladiza es un claro indicativo de frescura. Es crucial además revisar las agallas del pescado, ubicadas bajo su cabeza. Según explica, estas deben presentar un color rojo vivo o rosado y un aspecto húmedo. Si las agallas están decoloradas, pardas o secas, es un claro indicativo de que el pescado no es fresco.
Por último, el pescadero nos recomienda fijarnos en un último detalle: los ojos. Un pescado fresco debe tener ojos brillantes, claros y con un aspecto húmedo. Si los ojos están opacos, hundidos o presentan un tono grisáceo, es un claro indicativo de que el pescado ha perdido calidad debido a una exposición prolongada al aire.