
La cebolla aparece en multitud de recetas de la gastronomía española. Desde sofritos a tortillas, se trata de una verdura que aporta sabor a las preparaciones y son una fuente excelente de potasio y vitaminas. Recientemente, un estudio experimental le atribuye a este bulbo una cualidad hasta ahora desconocida. Según la investigación realizada en Irán, el consumo regular de cebolla podría prevenir el desarrollo de la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA), incluso en presencia de factores de riesgo como obesidad y una dieta alta en grasas y azúcares. El trabajo, publicado en 2018 por un equipo de la Universidad de Ciencias Médicas Shahid Beheshti, experimentó con animales para evaluar el efecto de este alimento en la prevención de esta afección.
La EHGNA es una enfermedad que abarca desde la acumulación de grasa en el hígado hasta inflamaciones más graves y puede progresar hacia cirrosis. Su desarrollo está relacionado con múltiples factores, como la resistencia a la insulina y procesos inflamatorios. Sin embargo, todavía no está claro el papel que tienen los componentes específicos de la dieta en este padecimiento. Con esta interrogante en mente, los investigadores analizaron si el consumo de cebolla, que contiene antioxidantes, inmunomoduladores y compuestos con efectos antimicrobianos, podría prevenir este problema hepático.
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Durante el experimento, se dividió a 18 ratas macho en tres grupos. Un grupo consumió una dieta estándar; el segundo, una dieta alta en grasa y azúcar; y el tercero, esa misma dieta pero complementada con un 7% de cebolla en polvo. Tras un período de siete semanas, evaluaron varias métricas de salud relacionadas con la EHGNA, como niveles de glucosa, lípidos en sangre, enzimas hepáticas y marcadores de inflamación.
Los resultados mostraron que las ratas que consumieron cebolla presentaron menores niveles de grasa acumulada en el hígado y menos inflamación en comparación con las que no lo hicieron. Además, estos animales tuvieron una reducción significativa en los marcadores relacionados con la inflamación, el estrés oxidativo y los niveles de insulina, todos asociados al desarrollo de la EHGN: los niveles de ciertas enzimas hepáticas como la ALT y AST, que aumentan como señal de daño hepático, fueron significativamente más bajos en los animales que consumieron cebolla. De igual manera, los niveles de glucosa en sangre y triglicéridos disminuyeron. Sin embargo, el consumo de cebolla no tuvo un impacto sobresaliente en el peso corporal o el colesterol total.
La cebolla contra el hígado graso

Según explicaron los autores del estudio, el efecto preventivo de la cebolla se relaciona con su alto contenido de flavonoides y fibra prebiótica. Entre los flavonoides más destacados se encuentra la quercetina, una sustancia con propiedades antiinflamatorias que, según otros estudios, puede regular genes involucrados en la inflamación y la acumulación de grasas. Asimismo, sus compuestos prebióticos podrían mejorar la microbiota intestinal, impactando positivamente en la inflamación y la salud metabólica.
Así, el grupo con la dieta complementada con cebolla mostró grados notablemente menores de esteatosis (acumulación de grasa en el hígado), inflamación lobular y otras características patológicas típicas de la EHGNA en comparación con el grupo que no consumió cebolla. Pese a las limitaciones del estudio, que fue únicamente probado en animales, los autores concluyeron que los alimentos ricos en compuestos bioactivos, como la cebolla, tienen un alto potencial para prevenir el desarrollo de EHGNA la población de riesgo. En ese sentido, concluyeron que comer cebolla de forma regular podría ser un método simple y económico para prevenir la progresión de la EHGNA, sobre todo en contextos donde la dieta sea alta en calorías, grasas y azúcares.