La subida del SMI ‘gusta’ a las grandes empresas, que suben precios y ganan cuota de mercado, y perjudica a las pequeñas: 1 de cada 5 se ve obligada a cerrar

Mientras que el empleo global disminuye, se produce una concentración de trabajadores en empresas grandes con capacidad de pagar salarios más altos, según un estudio del Banco de Italia y la Universidad de Zurich

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La subida del SMI beneficia
La subida del SMI beneficia a las grandes empresas y se produce un movimiento de trabajadores. (Montaje Infobae)

A ningún trabajador le puede parecer mal que suba el Salario Mínimo Interprofesional (SMI). ¿Quién no está dispuesto a que su empresa le pague más? Pero hay un problema: no es lo mismo que una gran entidad bancaria o un supermercado se vea obligada a aumentar sueldos a que lo haga una pequeña tienda de barrio en la que el dueño es uno más del equipo. Esta es una de las quejas de las personas que poseen pequeños negocios y sienten que pagar 1.184 euros mensuales en 14 pagas a sus trabajadores les ahoga (dignidad aparte). Y tienen razón, según un estudio que habla del “canal de concentración” un fenómeno según el cual un incremento en el SMI afecta de manera desigual a empresas de distintos tamaños, beneficiando a las grandes a expensas de las pequeñas.

Se trata de una investigación reciente, todavía no publicada, que han llevado a cabo el Banco de Italia y la Universidad de Zúrich y que analiza cómo los cambios en este salario impactan en los mercados laborales y de productos. Los resultados indican que un aumento del SMI provoca un desplazamiento de trabajadores desde pequeñas empresas, que suelen estar más afectados por los costes, hacia grandes compañías. Las pequeñas empresas, incapaces de absorber los nuevos costes salariales, enfrentan una presión adicional sobre sus márgenes de ganancia, lo que puede derivar en despidos o cierre total. Por otra parte, las grandes compañías no solo logran estabilizar su posición en el mercado, sino que ven incrementado su cuota gracias al cierre de competidores más pequeños. Con el tiempo, esto les permite ejercer mayor poder de mercado, aumentar los precios y obtener mayores márgenes de beneficio.

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“El canal de concentración es la razón por la que a las grandes empresas les gusta tanto el salario mínimo”, explica Lorenzo Pesaresi, doctor en Económicas en la Universidad de Zurich y autor del estudio junto a Salvatore Lo Bello, economista del Banco de Italia. Una de las principales conclusiones del estudio es que una de cada cinco empresas que paga menos de lo que sería el nuevo SMI se ve obligada a cerrar. Como resultado, mientras que el empleo global disminuye, se produce una concentración de trabajadores en empresas grandes con capacidad de pagar salarios más altos.

“Lo que los trabajadores ganan con salarios más altos puede perderse con precios más altos. Pero ¿qué tan fuerte es el canal de concentración? ¿Cuándo debemos preocuparnos por aumentar el salario mínimo?“, se pregunta. Y esto es lo que han tratado de resolver en la investigación y vamos a analizar.

Impacto del SMI en la redistribución de empleados

El estudio se basa en un modelo teórico que incorpora mercados laborales con fricciones y mercados de productos oligopólicos. Este enfoque permite capturar dos elementos clave: el ajuste de los trabajadores entre empresas según su productividad y el impacto consecuente en los márgenes de precios y salarios. A partir de datos administrativos sobre seguridad social y estadísticas empresariales italianas, los investigadores simulan diferentes niveles de SMI y su efecto en la economía.

FOTO DE ARCHIVO: Una persona
FOTO DE ARCHIVO: Una persona trabaja con robots en una fábrica en Tabler Station, Virginia Occidental, Estados Unidos, 28 de mayo de 2021. Fotografía tomada el 28 de mayo de 2021. (REUTERS/Timothy Aeppel)

Uno de los hallazgos principales es que la aplicación de un SMI fuerte puede generar beneficios limitados en términos de redistribución salarial, pero con costes evidentes en empleo y competitividad. Según el informe, las pequeñas empresas reaccionan recortando puestos de trabajo o cerrando sus puertas, mientras que solo las grandes tienen la capacidad de adaptarse, integrando a los trabajadores desplazados.

Mayor concentración y aumento de precios

La reconfiguración del mercado no solo afecta al empleo. Tras ser absorbidos por grandes empresas, los trabajadores generan un impulso en la productividad laboral y una ganancia marginal en términos de valor añadido a la economía. Sin embargo, estos efectos positivos quedan limitados por el impacto adverso en los precios. Las grandes empresas, al consolidar cuotas de mercado mayores tras la salida de competidores, ganan poder para incrementar sus márgenes de precios y negociar condiciones más favorables. Este fenómeno, que los investigadores denominan “canal de concentración”, ilustra cómo la implementación de SMI puede exacerbar el poder de mercado entre los líderes del sector, lo que, a su vez, reduce la competitividad general y puede perjudicar al consumidor.

Un ejemplo destacado es la industria fabricante, que muestra los mayores efectos de aumento de precios tras una subida del SMI. La razón principal detrás de este resultado es que este sector concentra algunas de las estructuras de mercado más oligopólicas dentro de la economía. Según los modelos presentados, un aumento del índice de concentración del mercado de un desvío estándar se traduce en una elasticidad un 24% mayor a los precios tras la subida del SMI.

El umbral óptimo del salario mínimo

Otro hallazgo del informe es que los beneficios de un SMI no aumentan indefinidamente. Existe un nivel “óptimo” de salario mínimo que permite maximizar los beneficios sociales—como el valor agregado de la economía y la reducción de la desigualdad—sin generar costes económicos excesivos. En el caso estudiado, este valor óptimo equivale al 70% de la mediana salarial actual, nivel que afecta al 10% de los trabajadores. Por encima de este umbral, los beneficios comienzan a frenarse debido al aumento del desempleo y la intensificación de los efectos del “canal de concentración”. Esto implica advertencias claras para las propuestas políticas que buscan aumentar el SMI a niveles extraordinariamente altos como una forma de combatir la desigualdad: si bien la intención redistributiva es válida, los efectos secundarios podrían empeorar el bienestar general por un aumento de la concentración de mercado y la pérdida de empleo entre los grupos más vulnerables.

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El informe sostiene, sin embargo, que si el poder de mercado de las empresas fuera totalmente exógeno—es decir, si grandes empresas no tuvieran la capacidad de aumentar márgenes de precios en respuesta a la menor competencia—los efectos negativos serían mucho menores y el SMI óptimo podría situarse en niveles algo más altos, hasta un 75% de la mediana salarial.

Políticas para no perjudicar a las pymes

El estudio sugiere que se deben encontrar mecanismos para mitigar estos efectos secundarios. Por ejemplo, reformas específicas para apoyar a las empresas pequeñas, mediante subsidios temporales o incentivos fiscales, podrían ayudar a evitar los riesgos de cierres en masa. Asimismo, el monitoreo efectivo de los precios en sectores clave, como fabricación o servicios, podría garantizar que los consumidores no sufran el impacto adicional de un aumento en los márgenes de precios de las grandes empresas.

Por lo tanto, mientras que la idea general detrás de las subidas del SMI cuenta con un apoyo significativo en términos sociales, este informe sugiere un enfoque cauteloso, basado en el equilibrio entre beneficios redistributivos y riesgos asociados. El panorama es claro: sin ajustes complementarios, las grandes empresas comenzarán afianzando su poder mientras que las pequeñas se enfrentan a un futuro incierto.