Ni pollo ni pavo: cuál es la carne que protege el sistema inmunológico, ayuda a ganar masa muscular y es baja en grasa

Aunque su composición nutricional es bastante similar a la del pollo, esta carne no cuenta con tanto protagonismo en las preparaciones culinarias

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Vitrina de una carnicería (Adobe
Vitrina de una carnicería (Adobe Stock)

Existe un tipo de carne magra que en, a pesar de no tener el mismo protagonismo que el pollo o el cerdo, sus propiedades nutricional merecen ser tenidas en cuenta. Para picadillos, croquetas o caldos y sopas, la carne de gallina es un alimento con una composición muy parecida a la del pollo. Aunque no suele guisarse por la dureza de su carne, se puede aprovechar para otras preparaciones culinarias una vez que este ave pierde la capacidad de poner huevos.

El componente mayoritario de la carne de gallina es el agua, que representa aproximadamente el 70% de su peso, indica la Fundación Española de Nutrición (FEN). Esto la convierte en una carne con una alta capacidad de hidratación y digestibilidad, lo que facilita su incorporación en diversas dietas.

Además, su contenido en proteínas es significativo y de alto valor biológico, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales necesarios para el organismo. El alto contenido en proteínas de calidad contribuye a la reparación y crecimiento muscular, por lo que es un alimento adecuado para personas que practican actividad física regular. Asimismo, su perfil de grasas saludables y su aporte de minerales y vitaminas esenciales la convierten en un alimento beneficioso para la salud cardiovascular y el sistema inmunológico.

Uno de los aspectos más destacables de la carne de gallina es su bajo contenido en grasa, especialmente cuando se consume sin piel, ya que es en esta donde se concentra una parte importante del contenido lipídico. La grasa presente en la carne de gallina es en su mayoría monoinsaturada, constituida principalmente por ácido oleico, un tipo de grasa saludable que se asocia con beneficios cardiovasculares.

Sin embargo, es importante señalar que la carne de gallina tiene un contenido de colesterol más elevado en comparación con otras carnes, como la de vacuno o cerdo, prácticamente el doble. A pesar de esto, su inclusión en una dieta equilibrada y su consumo moderado no deberían representar un problema para la salud cardiovascular, especialmente si se combina con otros alimentos ricos en fibra y grasas saludables.

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Vitaminas y minerales en la carne de gallina

Además de su aporte en proteínas y grasas saludables, la carne de gallina es una fuente importante de minerales esenciales, entre los que destacan el hierro y el zinc, ambos de alta biodisponibilidad. El hierro es fundamental para la producción de hemoglobina y el transporte de oxígeno en el cuerpo, por lo que su consumo es especialmente beneficioso para personas con riesgo de anemia, como mujeres embarazadas, niños en crecimiento y adultos mayores. El zinc, por su parte, es clave para el sistema inmunológico, la cicatrización de heridas y la síntesis de proteínas.

En cuanto a las vitaminas, la carne de gallina es una excelente fuente de vitaminas del complejo B. Según la FEN, destacan la tiamina y la riboflavina, esenciales para el metabolismo energético y el funcionamiento del sistema nervioso. Sin embargo, la vitamina más abundante en la carne de gallina es la niacina, que desempeña un papel clave en la producción de energía y en la reparación del ADN. También contiene pequeñas cantidades de ácido fólico, una vitamina crucial en la formación de glóbulos rojos y en el desarrollo fetal durante el embarazo.

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