Los garbanzos son una de las legumbres más consumidas en todo mundo. Originarios de la región mediterránea y el Medio Oriente, han ganado popularidad por su versatilidad en la cocina y sus múltiples beneficios para la salud. Ricos en proteínas y fibra soluble, ayudan a mantener niveles estables de azúcar en la sangre y contribuyen además al buen funcionamiento del sistema digestivo.
Son todos estos factores los que hacen que entidades como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y la Fundación Española de la Nutrición (FEN) recomienden incluir entre 3 y 4 raciones de legumbres a la semana, un consumo que contribuye a una alimentación saludable y a la prevención de la obesidad y otras enfermedades.
El problema que surge al cocinar este ingrediente tiene que ver con el tiempo. Las legumbres secas necesitan remojo, una tarea que requiere paciencia y que ahuyenta a los cocineros más ajetreados que prefieren la comodidad de abrir un bote, escurrir y cocinar. Es cierto que cocinar con legumbres envasadas es seguro, saludable y permite reducir considerablemente el tiempo de cocinado, pero también supone un gasto mayor y, además, no siempre tenemos este tipo de conservas a mano.
El truco para tener garbanzos siempre listos
Existe una manera de ahorrarnos tiempo y hacernos la vida mucho más fácil a la hora de cocinar con estas legumbres. Para este truco, tendremos que pensar con antelación y elegir un día en el que poner a remojo nuestros garbanzos. Cuando lo hagamos, con la ocasión de preparar alguna receta, tendremos que poner más cantidad de la necesaria, de forma que contemos con sobras de garbanzos remojados.
Los dejaremos cubiertos en agua el tiempo que sea necesario y, tras escurrirlos, apartaremos las legumbres que vayamos a cocinar en ese momento. Los garbanzos que no necesitemos para la receta, los separaremos en porciones y los envasaremos en bolsas herméticas de distintos tamaños para guardarlos en el congelador.
De esta manera, cuando queramos preparar una receta con garbanzos, solo tendremos que sacarlos del congelador y utilizarlos directamente, sin necesidad de guardar más tiempo de remojo.
¿Por qué hay que hidratar los garbanzos?
La razón principal por la que debemos hidratar nuestras legumbres antes de cocinarlas es reducir su tiempo de cocción. Al entrar en contacto con el agua, los garbanzos y otras legumbres, como es el caso de las lentejas, se ablandan, lo que es particularmente útil si queremos preparar un plato de cuchara rápido y no tenemos a mano una olla exprés que acelere el proceso.
Pero la costumbre de remojar las legumbres en agua entre cuatro y ocho horas no solo acorta su posterior tiempo de cocción, sino que además también reduce la propensión a causar flatulencias. El remojo, explican organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), asegura una digestión más fácil de las legumbres y una mejor absorción de sus nutrientes en el organismo.
Pero estas no son las únicas razones de peso para ello. La hidratación de los garbanzos es muy importante para reducir los conocidos como “antinutrientes”, un grupo de sustancias presentes en estos alimentos que pueden interferir con la absorción de los valiosos elementos nutritivos que la propia legumbre conlleva. Es el caso, por ejemplo, de los taninos que reducen la absorción de proteínas, o de los fitatos y ácido fítico, antinutrientes que dificultan la absorción de minerales.