
Nuevas investigaciones y análisis publicados por New Scientist desafían la creencia popular de que las personas nacen con una personalidad fija, especialmente en lo que respecta a la introversión y la extroversión.
Estudios recientes sugieren que estos rasgos, lejos de ser categorías rígidas, forman parte de un espectro de comportamiento social en el que los individuos pueden desplazarse a lo largo del tiempo y en función de las circunstancias, lo que abre la puerta a cambios deliberados que pueden mejorar el bienestar emocional.
Evidencia científica de cambios posibles
La idea de que la personalidad es un conjunto de características inalterables ha estado presente tanto en la cultura popular como en la terapia moderna, donde se promueve la aceptación total de uno mismo y se desalienta el cambio.
Sin embargo, New Scientist destaca que existe abundante evidencia científica que contradice esta visión. Un estudio realizado en 2024 demostró que tres meses de coaching digital bastaron para aumentar de manera significativa la estabilidad emocional y la responsabilidad en los participantes, lo que indica que los rasgos de personalidad pueden modificarse con intervenciones adecuadas.

El origen de los términos introversión y extroversión se remonta a Carl Jung, quien advirtió que estas categorías no son absolutas. Según Jung, se trata de un espectro y no existen personas completamente introvertidas o extrovertidas.
Esta perspectiva, recogida por New Scientist, subraya que las preferencias sociales pueden variar según el contexto, el estado de ánimo o incluso factores biológicos como el ciclo menstrual. Así, una persona puede mostrarse más sociable en determinadas situaciones y más reservada en otras, lo que refuerza la idea de flexibilidad en la personalidad.
Cambios recientes tras la pandemia
La pandemia de Covid-19 ha tenido un impacto notable en la forma en que las personas se identifican en este espectro. Antes de 2020, los jóvenes en Estados Unidos, por ejemplo, ya tendían a definirse como introvertidos con mayor frecuencia que los adultos mayores.
Tras la pandemia, esta tendencia se intensificó: un estudio citado por New Scientist reveló que, entre 2021 y 2022, los adultos estadounidenses experimentaron descensos en extroversión, apertura, amabilidad y responsabilidad en comparación con los niveles previos a la crisis sanitaria.

Este cambio coincide con un aumento global de la soledad, ya que uno de cada seis habitantes del planeta afirma sentirse solo, una condición asociada a problemas de salud como el deterioro cognitivo, enfermedades cardiovasculares y muerte prematura. Las tasas de soledad son especialmente elevadas entre los jóvenes.
La importancia de las relaciones sociales para el bienestar queda reflejada en los hallazgos del Estudio de Desarrollo Adulto de Harvard, un proyecto de 80 años que ha seguido la vida de unas 700 personas. Según este estudio, citado por New Scientist, no existe ningún factor más determinante para una vida feliz y saludable que contar con vínculos sociales sólidos.
Incluso quienes prefieren la compañía de pequeños grupos o valoran el tiempo a solas pueden mantener una vida social robusta, pero el auge de la autoidentificación como introvertido plantea el riesgo de que algunas personas utilicen esta etiqueta para justificar una menor interacción social, lo que podría agravar la crisis de soledad.
La autoimagen y el margen para el crecimiento
Las investigaciones más recientes también apuntan a que la autoimagen desempeña un papel crucial en la capacidad de cambiar. Un estudio de 2022, recogido por New Scientist, concluyó que la fuerza con la que una persona se identifica como introvertida influye más en su incomodidad al actuar de manera sociable que los propios rasgos medidos objetivamente.

Esto sugiere que flexibilizar la autoidentidad puede facilitar cambios deliberados en el comportamiento. Por otro lado, quienes ya se consideran muy extrovertidos podrían beneficiarse de cultivar la reflexión y la apertura a nuevas experiencias, cualidades asociadas al bienestar y que, según la evidencia, también pueden desarrollarse con el tiempo.
Aceptar que la personalidad no está escrita en piedra puede abrir nuevas posibilidades para el crecimiento personal y la felicidad. Cuestionar la rigidez de los tipos de personalidad podría ser el primer paso hacia una vida más plena, siempre que se esté dispuesto a considerar que cambiar no solo es posible, sino también deseable.