
¿Pueden los videojuegos ayudar a frenar la pérdida de memoria y otras capacidades mentales en personas mayores?
El avance de los llamados “exergames”, que son una mezcla de ejercicio físico y retos mentales por medio de la tecnología, está logrando captar la atención de científicos y médicos.
Dos nuevos estudios realizados por equipos de investigadores de la universidad ETH Zurich y la Universidad de Ciencias Aplicadas de Suiza Oriental (OST) aportaron pruebas sobre cómo los juegos interactivos podrían convertirse en aliados para el cerebro envejecido.

Los resultados de los ensayos revelaron “mejoras cognitivas y cambios estructurales en el cerebro tras un entrenamiento basado en juegos”.
El desarrollo de los exergames o “videojuegos activos” empezó hace más de tres años con la idea de promover al mismo tiempo la actividad física y el entrenamiento cerebral, sin los efectos secundarios de los medicamentos convencionales.
Ya en 2021, un estudio internacional había registrado que ese tipo de juegos no solo mejora el funcionamiento cognitivo, sino también la condición física y la calidad de vida de personas con demencia avanzada.
Las pruebas sobre el impacto de los videojuegos

Ahora se dieron a conocer los nuevos estudios, que fueron liderados por Patrick Manser. Uno de los trabajos se publicó en la revista Alzheimer’s & Dementia. El otro estudio se difundió en Alzheimer´s Research & Therapy.
Se enfocaron en personas mayores con deterioro cognitivo leve, una condición que aumenta el riesgo de desarrollar demencia.
Las investigaciones se desarrollaron con unos 40 participantes, que tenían en promedio 73 años.
Los participantes entrenaron en sus hogares al usar un sistema de pantalla y un panel para los pies durante 25 minutos por sesión, cinco veces por semana, a lo largo de 12 semanas.
Durante las sesiones, las personas tenían que resolver tareas proyectadas en la pantalla que exigían movimientos específicos y respuestas con los pies.

En uno de los ejercicios más frecuentes, el juego presentaba una lista de compras y luego la imagen de un producto.
Quienes jugaban debían usar la memoria y los reflejos para decidir hacia qué lado moverse según el producto estuviera en la lista o no.
Manser, quien actualmente trabaja en el Instituto Carolina de Estocolmo, explicó: “Estas tareas ayudan a reforzar funciones cognitivas como la memoria, la atención o las capacidades visuoespaciales, que suelen deteriorarse en pacientes con demencia”.
Al finalizar cada entrenamiento mental y físico, las personas realizaban ejercicios de respiración lenta y controlada con el fin de regular el sistema nervioso autónomo. Estimulaban el nervio vago, lo que también puede incidir en la activación de regiones cerebrales involucradas en la memoria.
Esta combinación de movimiento, concentración y control corporal constituye el núcleo del método de los videojuegos empleado en los ensayos.
Mejoras en el rendimiento y cambios en el cerebro

De acuerdo con los datos confirmados por las mediciones realizadas durante el estudio, quienes formaron parte del grupo de entrenamiento con videojuegos mostraron mejoras estadísticas notables en el rendimiento de la memoria y otras funciones cognitivas.
Los participantes reportaron sentirse más ágiles y capaces durante actividades cotidianas como realizar compras, mantener una conversación o enfrentar situaciones de estrés.
En cambio, el grupo de control, que siguió únicamente con sus rutinas habituales, experimentó un empeoramiento de su estado, una tendencia que se considera normal cuando no hay una intervención adicional.
En la segunda fase, los científicos decidieron analizar si los resultados conductuales se correspondían con alteraciones en la anatomía cerebral.

Las imágenes obtenidas por resonancia magnética demostraron un aumento en el volumen del hipocampo y del tálamo en quienes cumplieron el entrenamiento, junto a efectos en áreas como la corteza cingulada anterior y leves mejoras en la corteza prefrontal, zonas críticas para la memoria y el pensamiento complejo.
Al revés, quienes no participaron en los juegos activos mostraron reducción en el tamaño de estas regiones. Según el profesor Eling de Bruin, líder del proyecto, “la capacidad para observar estos cambios estructurales en solo tres meses demuestra la plasticidad cerebral que existe incluso ante los primeros signos de deterioro”.

Los cambios detectados en el hipocampo y el tálamo guardan correlación con la mejora de la memoria.
Esos resultados abren la posibilidad de considerar que los videojuegos activos no solo funcionen como una medida paliativa sino como modificador del curso de la enfermedad.
El equipo científico advirtió que aún hacen falta estudios con entrenamientos de mayor duración para determinar si el efecto se sostiene y permite retrasar o prevenir la demencia.
Ya se están diseñando nuevos ensayos que permitirán conocer el alcance real de los “exergames”, una vía que se perfila como un complemento seguro y accesible a los tratamientos actuales para proteger el cerebro y la autonomía de las personas mayores.