
La mayoría de las personas no lava la ropa de cama con la frecuencia que la ciencia recomienda, una práctica que puede tener consecuencias directas en la salud.
Según advierte The Independent, la acumulación de microbios, alérgenos y ácaros del polvo en sábanas y fundas de almohada puede afectar la calidad del sueño y aumentar el riesgo de reacciones alérgicas e infecciones. Mantener una higiene adecuada en el entorno de descanso resulta fundamental para el bienestar general.
Más que apariencia: el impacto invisible de la limpieza
La limpieza de la ropa de cama trasciende la simple apariencia. Primrose Freestone, profesora titular de Microbiología Clínica en la Universidad de Leicester, explicó a The Independent que el sueño es esencial para el funcionamiento cerebral, así como para la salud física y mental.
Sin embargo, el entorno en el que se duerme cumple una función central: una cama limpia y cuidada favorece un mejor descanso y ayuda a prevenir problemas de salud.

Durante la noche, el cuerpo libera cientos de miles de células cutáneas, excreta grasa y puede perder hasta medio litro de sudor, incluso después de una ducha. La piel alberga millones de bacterias y hongos, muchos de los cuales pasan a la ropa de cama por el movimiento nocturno.
El sudor, aunque inicialmente carece de olor, se convierte en fuente de olores desagradables cuando las bacterias cutáneas, como los estafilococos, lo descomponen en compuestos malolientes. Además, el polvo, polen y otros alérgenos que se adhieren al cuerpo y al cabello durante el día terminan en las sábanas, lo que puede provocar reacciones alérgicas y afectar la calidad del aire en la habitación.
Ácaros, hongos y mascotas: riesgos acumulados
La presencia de ácaros del polvo y hongos en la cama es otro riesgo frecuente. Las escamas de piel que se desprenden cada noche alimentan a los ácaros, que prosperan en ambientes cálidos y húmedos como colchones y almohadas. Aunque estos organismos no son peligrosos por sí mismos, sus excrementos constituyen potentes alérgenos capaces de agravar afecciones como el asma, el eccema y la rinitis alérgica.

Freestone indicó a The Independent que, en almohadas usadas, se han detectado hongos como Aspergillus fumigatus, responsables de infecciones pulmonares graves en personas inmunodeprimidas. La situación se agrava cuando se duerme con mascotas, ya que los animales introducen pelo, caspa, suciedad y a veces restos de heces, lo que incrementa la carga microbiana y la necesidad de higiene.
Frecuencia y métodos recomendados para el lavado
En cuanto a la frecuencia y el método de lavado, la experta recomienda lavar sábanas y fundas de almohada al menos una vez por semana. Si la persona ha estado enferma, suda en exceso o comparte la cama con animales, la frecuencia debe aumentar a cada tres o cuatro días. El lavado debe realizarse a 60°C (140℉) o más, con detergente, para erradicar bacterias y ácaros. Para mejorar la higiene, se sugiere secar en secadora o planchar las prendas. Respecto a las almohadas, Freestone aconseja congelarlas al menos ocho horas para combatir los ácaros en su interior.

El colchón también requiere atención: se debe aspirar por lo menos una vez por semana y ventilarlo cada pocos días. El uso de protectores plásticos o antialérgicos y la sustitución del colchón cada siete años ayudan a mantener la higiene y el soporte adecuado. Los interiores de las almohadas deben lavarse a fondo cada cuatro o seis meses, asegurando un secado completo para prevenir la proliferación de hongos.
Los almohadones deben lavarse cada dos semanas, o con mayor frecuencia si las mascotas duermen en la cama. Los edredones requieren un lavado cada tres o cuatro meses, dependiendo del uso y de si se comparten con niños o animales,
Para favorecer la higiene y el bienestar en el entorno de sueño, Freestone recomienda ventilar la habitación, utilizar protectores de colchón y almohada, y evitar comer en la cama. El lavado regular de la ropa de cama elimina lo que la experta denomina la “sopa biológica” compuesta por sudor, piel, polvo y microbios, contribuyendo a reducir las reacciones alérgicas, prevenir infecciones y controlar los olores.

The Independent destaca que, a medida que avanza la investigación científica sobre el impacto del sueño en la salud cardiaca y mental, invertir en la higiene del entorno de descanso emerge como una medida sencilla y eficaz de bienestar.
La adopción de estos hábitos de limpieza no solo mejora la calidad del sueño, sino que también protege la salud respiratoria y cutánea. Un entorno de descanso limpio representa una inversión diaria en el bienestar personal y la ciencia respalda la importancia de mantener la ropa de cama libre de microbios y alérgenos.
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