
Permanecer largas horas en posición sentado se ha convertido en una rutina común para muchos adolescentes, especialmente en una era dominada por pantallas y actividades sedentarias. Más allá de las molestias físicas, la ciencia comienza a revelar consecuencias mucho más profundas.
Un reciente estudio publicado en Frontiers in Psychologyy revisado por el equipo de Psychology Today advierte sobre una relación directa entre el tiempo que los jóvenes pasan sentados y la aparición de síntomas depresivos. El análisis de 521 adolescentes demuestra que interrumpir los periodos prolongados de inactividad podría ser clave para cuidar el bienestar emocional de las nuevas generaciones.
Patrones de movimiento e impacto en los síntomas depresivos
El estudio clasificó a los participantes en tres grupos, según sus hábitos cotidianos: adolescentes que pasan largos periodos sentados, quienes realizan pausas cortas cada quince a veintinueve minutos y aquellos que rara vez permanecen quietos, ya que interrumpen frecuentemente el sedentarismo con actividad física ligera o de intensidad moderada a vigorosa.

Los datos revelan una tendencia contundente: los adolescentes más sedentarios registraron las puntuaciones más altas en la escala de depresión, mientras los más activos alcanzaron los índices más bajos.
Incluso tras ajustar el análisis por el tiempo total de sedentarismo, los investigadores observaron que el número de minutos activos diarios podría pesar más en la salud mental que la frecuencia con la que se detienen los periodos sentados.
Mecanismos fisiológicos y psicosociales del sedentarismo
Existen mecanismos tanto fisiológicos como psicosociales que explican la relación entre sedentarismo y depresión. Psychology Today destaca que períodos prolongados sentados se asocian con procesos inflamatorios, mala circulación y resistencia a la insulina, condiciones que afectan la función cerebral, la neuroquímica y la capacidad para regular el estado de ánimo. Además, el sedentarismo puede influir negativamente sobre otros procesos biológicos relacionados con la memoria y el aprendizaje.
Desde el punto de vista psicosocial, los adolescentes activos tienden a participar en más actividades grupales y sociales, reforzando el sentido de pertenencia y el soporte emocional. Este contacto social y la sensación de autoeficacia actúan como factores protectores frente a los síntomas depresivos. En cambio, permanecer aislado o distanciado de la actividad física puede aumentar la posibilidad de desarrollar problemas emocionales.

La relación entre el tiempo sentado y los síntomas depresivos avanza en ambos sentidos. Psychology Today advierte sobre un círculo vicioso: la depresión suele provocar una reducción en la actividad física, y a su vez, el sedentarismo puede intensificar los síntomas de depresión.
Este ciclo se vuelve más grave durante la adolescencia, etapa en la que también aumenta el uso de pantallas, redes sociales y videojuegos, lo que fomenta el aislamiento social e incrementa el riesgo de desarrollar o agravar trastornos del estado de ánimo.
Recomendaciones para reducir el sedentarismo en adolescentes
Frente a estos hallazgos, los especialistas de Psychology Today recomiendan intervenciones que se ajusten a las características y hábitos de cada adolescente. Para quienes permanecen sentados durante periodos prolongados, sugieren interrumpir el tiempo ininterrumpido cada treinta minutos con pequeñas pausas para ponerse de pie, estirarse o caminar.
Aquellos que ya practican pausas regulares podrían tratar de disminuir aún más esos bloques de sedentarismo y sumar modalidades de actividad física ligera a lo largo de la jornada, como subir escaleras, caminar hasta la escuela o participar en tareas domésticas.

Para los adolescentes más activos, la pauta es mantener sus rutinas saludables y buscar oportunidades para aumentar la intensidad de la actividad física, por ejemplo, participando en deportes organizados, actividades recreativas o retos grupales que incentiven el movimiento.
Psychology Today subraya la relevancia de que padres, educadores y profesionales de la salud sean actores clave en la promoción de estos hábitos, incorporando estrategias creativas y adaptativas para disminuir el tiempo sentado, especialmente en el entorno escolar y en el hogar.
Además, la utilidad de promover entornos que faciliten la movilidad, la participación en actividades al aire libre y la reducción del uso excesivo de pantallas. Incluso breves intervalos de movimiento repartidos a lo largo del día pueden generar mejoras significativas en el bienestar psicológico tanto de adolescentes como de adultos, ayudando a reducir el riesgo de depresión y otros problemas de salud mental.

El mensaje central es claro: limitar el tiempo sentado y fomentar el movimiento, aunque sea mediante acciones sencillas y cortas, puede marcar una diferencia real y positiva en la salud mental de los adolescentes y contribuir a prevenir ciclos nocivos de sedentarismo y trastornos emocionales.
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