En el último año, un fenómeno ha cobrado fuerza en Estados Unidos: el creciente nivel de confianza en la inteligencia artificial (IA).
Una investigación realizada por Myra Cheng y su equipo en la Universidad de Stanford, y citada en un artículo de New Scientist, reveló que la percepción de la IA está evolucionando rápidamente, influenciada por el marketing y la manera en que los chatbots interactúan con los usuarios.
La IA, de herramienta a ente con rasgos humanos
El estudio, basado en encuestas mensuales a más de 1.000 personas a lo largo de un año, exploró cómo los estadounidenses describen la IA y qué nivel de confianza depositan en ella.
Los investigadores recurrieron a una pregunta abierta: “¿Cuál es la mejor metáfora para explicar cómo funciona la IA?”.
Las respuestas han sido reveladoras. Un 10% de los encuestados comparó la IA con una herramienta, como una navaja suiza o una calculadora.
Otro 10% la describió como un cerebro capaz de razonar, mientras que un porcentaje similar la equiparó con un motor de búsqueda poderoso.
Sin embargo, algunas comparaciones resultaron más llamativas: un 4% asoció la IA con un genio, mientras que un pequeño grupo la definió como un “ladrón”.
“La metáfora del genio apareció con más frecuencia en ciertos grupos de la población”, explicó Cheng, quien se mostró sorprendida por la manera en que algunos sectores atribuían características casi mágicas a la IA.
Antropomorfización en aumento
Uno de los hallazgos más llamativos del estudio fue la tendencia a atribuir cualidades humanas a la IA, un fenómeno que se incrementó en un tercio a lo largo del periodo analizado.
El estudio identificó que las mujeres, las personas mayores y las comunidades de color son más propensas a antropomorfizar estos sistemas.
Esta creciente confianza no parece ser casual. La forma en que se comercializan los modelos de IA juega un papel clave en la manera en que el público los percibe.
El estudio sugiere que la publicidad y el lenguaje utilizado por las empresas tecnológicas están influyendo directamente en la manera en que las personas interpretan la IA y sus capacidades.
El uso frecuente refuerza la confianza
La relación entre la frecuencia de uso y la percepción de la IA es otro factor relevante. Según los datos recopilados, quienes utilizan la IA con mayor regularidad tienden a confiar más en ella y están más dispuestos a seguir usándola en el futuro.
Para Kate Devlin, investigadora del King’s College de Londres, este patrón no es sorprendente. “Los resultados destacan el fuerte instinto que tenemos de relacionarnos de manera positiva con sistemas que exhiben un comportamiento similar al humano”, explicó.
Además, Devlin destacó que este factor representa una ventaja estratégica para las empresas tecnológicas.
“Configurar los modelos de IA para que interactúen en primera persona, como si fueran amigos útiles y atractivos, genera una conexión emocional con los usuarios”, añadió.
¿Confianza bien colocada o un riesgo mal calculado?
Sin embargo, esta tendencia no está exenta de riesgos. Devlin advirtió que el hecho de que las personas confíen cada vez más en la IA no significa necesariamente que la comprendan mejor.
La falta de transparencia sobre las limitaciones y posibles errores de estos sistemas podría llevar a una confianza mal ubicada.
El estudio subraya la necesidad de investigaciones interdisciplinarias que no solo analicen el desarrollo de la IA, sino también la manera en que las personas la perciben e interactúan con ella.
La pregunta central sigue en el aire: ¿este aumento en la confianza hacia la IA responde a un entendimiento real de sus capacidades o es una ilusión cuidadosamente construida por las empresas tecnológicas?