Ojeras y bolsas bajo los ojos: genética, factores ambientales y la ciencia que desafía viejos mitos

Nuevas investigaciones revelan que la herencia y el entorno influyen más de lo pensado en la apariencia facial. Especialistas cuestionan creencias populares y proponen una mirada diferente sobre la diversidad cutánea

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Las ojeras y las bolsas
Las ojeras y las bolsas bajo los ojos forman parte de la expresión única de cada rostro y no necesariamente reflejan problemas de salud o falta de descanso (Freepik)

Las ojeras y las bolsas bajo los ojos suelen despertar inquietud y motivar la búsqueda de soluciones inmediatas. Sin embargo, según Popular Science, en la mayoría de los casos, forman parte de la diversidad natural del rostro humano y no necesariamente reflejan problemas de salud facial o falta de descanso.

Aunque muchas personas relacionan estos rasgos con el cansancio o el envejecimiento, la evidencia científica revela un origen más complejo, condicionado principalmente por factores hereditarios y estructurales.

Diferencias clave: ojeras versus bolsas bajo los ojos

Diferenciar ojeras de bolsas bajo los ojos es fundamental para comprender este fenómeno. Las bolsas, visibles como hinchazón en la zona inferior de los ojos, suelen surgir a raíz de causas ambientales, como el sueño insuficiente o el consumo elevado de sal.

Por su parte, las ojeras, que se manifiestan como áreas oscuras bajo los ojos, están más relacionadas a la genética y a la estructura facial. Así lo señala Tanuj Nakra, cirujano oculofacial de la Dell Medical School de la Universidad de Texas en Austin, en declaraciones recogidas por Popular Science.

Nakra explica que la piel bajo los ojos, que mide apenas unos centímetros, influye en la percepción social, ya que puede transmitir estados como cansancio, enfermedad o desinterés. Sin embargo, aclara: “Muchas personas jóvenes, sanas y bien descansadas también pueden tener ojeras”, afirmó el especialista en Popular Science.

Las bolsas suelen aparecer como
Las bolsas suelen aparecer como hinchazón causada por retención de líquidos, mientras que las ojeras responden a factores genéticos o estructurales y se presentan como zonas oscuras (Freepik)

Para comprender este hecho, resulta esencial analizar las distintas capas de hueso y músculo facial. El ligamento orbicular (ORL), ubicado en el borde inferior de la órbita ocular, sostiene la piel bajo los ojos. Algunas personas nacen con un ORL más tenso, lo que aumenta su visibilidad y hace que las ojeras se noten con mayor intensidad.

La presencia de piel fina y pálida en esta región puede permitir que el músculo orbicular, encargado del parpadeo, se aprecie a través de la piel, aportando una tonalidad más oscura.

Tanto el ligamento orbicular tenso como la piel fina y la visibilidad del músculo suelen heredarse, por lo que muchas personas presentan ojeras de manera natural, sin relación con su estado de salud ni descanso. Popular Science resalta que estas ojeras hereditarias suelen confundirse injustamente con signos de fatiga o mala salud.

Muchas personas muestran ojeras de
Muchas personas muestran ojeras de manera constante debido a su herencia genética, más allá de su estado físico o hábitos diarios (Freepik)

Factores ambientales y estilo de vida

Los factores ambientales y el estilo de vida también inciden en la aparición de bolsas y ojeras. La privación de sueño o una dieta alta en sal favorecen la retención de líquidos y el edema facial, lo que intensifica la hinchazón debajo de los ojos y resalta las ojeras existentes.

Nakra detalla en Popular Science que las arterias faciales pueden filtrar líquido hacia los tejidos, ocasionando esta inflamación. Además, la malnutrición severa puede reducir la capa de grasa entre la piel y los ligamentos, haciendo más visibles las estructuras subyacentes y las ojeras.

El envejecimiento natural es otro factor relevante, ya que con el paso del tiempo la piel se vuelve más fina y la grasa facial disminuye, lo que puede acentuar tanto las bolsas como las ojeras.

La hiperpigmentación también desempeña un papel: esta condición provoca el oscurecimiento localizado de la piel bajo los ojos debido a la acumulación de melanina. Nakra explica en Popular Science que la inflamación, la exposición solar o la irritación pueden originar hiperpigmentación, especialmente en personas con piel más oscura, quienes tienen un mayor riesgo de desarrollar ojeras asociadas a la melanina.

El oscurecimiento del área bajo
El oscurecimiento del área bajo los ojos a menudo se debe a una acumulación de melanina, potenciada por la exposición solar o ciertos procesos inflamatorios (Freepik)

Salud, tratamientos y aceptación de la diversidad facial

En casos poco frecuentes, las ojeras pueden asociarse a problemas de salud. Por ejemplo, la insuficiencia venosa crónica puede dificultar el retorno sanguíneo y favorecer la acumulación de hemosiderina, un compuesto rico en hierro, bajo la piel de los ojos. Esta decoloración también puede observarse en otras partes del cuerpo ante enfermedades crónicas o traumatismos.

Nakra subraya en Popular Science que, si las ojeras o las bolsas responden a una enfermedad subyacente, podrían ser indicadores útiles para el diagnóstico y tratamiento médico.

Entre las opciones terapéuticas, los cambios en el estilo de vida pueden reducir la hinchazón, y existen cremas para los ojos con ingredientes como la cafeína, que ayudan a disminuir el flujo sanguíneo y calmar la inflamación.

Estos productos tópicos buscan refrescar
Estos productos tópicos buscan refrescar la piel y disminuir la hinchazón o el color oscuro, aunque su efecto suele ser temporal (Freepik)

Para las ojeras de origen estructural, las alternativas son más limitadas: el uso de correctores puede disimular la piel fina y algunas cremas costosas contienen compuestos capaces de modificar la refracción de la luz sobre la piel, atenuando la apariencia de las ojeras.

Popular Science destaca que, en muchos casos, la mejor opción es aceptar las particularidades del rostro y comprender que las ojeras y las bolsas son elementos propios de la diversidad humana.

Así, estos rasgos pueden resultar tan distintivos como las pecas o los lunares y no deberían convertirse automáticamente en sinónimo de preocupación.

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