
Un inesperado brote de hepatitis A en Países Bajos sorprendió a las autoridades sanitarias al descubrirse que su origen se encontraba en una compleja red internacional vinculada al consumo de mejillones contaminados.
Según informó National Geographic, este episodio ilustró la estrecha relación entre los moluscos y la transmisión de enfermedades virales en humanos, con fuertes implicaciones para la seguridad alimentaria y la salud pública en regiones donde el marisco es parte usual de la dieta.
El caso se inició el 1 de agosto de 2012, cuando una persona acudió a un hospital neerlandés con fiebre, náuseas, vómitos, dolor abdominal intenso, orina oscura y piel amarillenta. Tras una prueba de PCR, los médicos confirmaron la presencia de hepatitis A, una enfermedad viral altamente contagiosa que se transmite principalmente por vía fecal-oral.
El hecho de que este virus no sea endémico en Países Bajos llamó la atención de los especialistas: los casos suelen ser poco frecuentes y, además, la persona afectada aseguró no haber salido del país en las semanas previas, lo que descartaba la importación directa del virus.

La situación se agravó con la aparición de nuevos pacientes con síntomas similares. En los meses siguientes, se reportaron 89 casos, de los cuales 24 personas aseguraron no haber viajado fuera de Países Bajos. Las pruebas de laboratorio indicaron que todas las cepas virales eran prácticamente idénticas, una pista clave que llevó a los investigadores a identificar una fuente común de infección.
La investigación, detallada por National Geographic, rastreó el brote hasta Gales, donde meses antes una mujer había regresado de un viaje a América Central, región donde la hepatitis A es endémica y los sistemas de saneamiento pueden ser deficientes. Durante su estancia, la mujer contrajo el virus, probablemente al consumir agua o alimentos contaminados.
De regreso en Gales, la infección se manifestó y el virus se eliminó a través de las heces. El tratamiento habitual de las aguas residuales inactiva los virus; sin embargo, una tormenta intensa provocó el desbordamiento de los sistemas, lo que permitió que aguas fecales contaminadas alcanzaran el mar.

El papel de los mejillones en la transmisión de hepatitis A
En ese entorno, los mejillones, conocidos por ser organismos filtradores, absorbieron las partículas virales presentes en el agua. Aunque el virus de la hepatitis A no afecta a los mejillones, representa un serio riesgo para las personas que los ingieren. La conexión se confirmó al establecerse que las 89 personas afectadas en Países Bajos habían consumido mejillones en las semanas anteriores a la infección.
Las pruebas de PCR constataron que la cepa viral en los mejillones coincidía con la de la mujer galesa, lo que permitió identificar claramente el origen del brote: la importación de mejillones procedentes de la región galesa.
Este caso no es aislado. National Geographic advierte que el Sistema de Alerta Rápida de Alimentos y Piensos de la Comisión Europea notificó en repetidas ocasiones la presencia de mejillones contaminados con el virus de la hepatitis A.
Regiones como Puglia en el sur de Italia, y zonas de España y Canadá, también registraron episodios similares. Además de la hepatitis A, los mejillones pueden acumular otros virus, entre ellos hepatitis E, norovirus o rotavirus, debido a su capacidad de filtrar grandes volúmenes de agua y retener microorganismos de ambientes contaminados.

Prevención: cocción adecuada y vacunación como barreras clave
Ante estos riesgos, la prevención resulta fundamental. Cocinar adecuadamente los mejillones es una de las medidas más eficaces para eliminar los virus presentes. Según las recomendaciones recogidas por National Geographic, la mayoría de los virus, incluido el de la hepatitis A, pierde su capacidad infecciosa al exponerse a temperaturas superiores a 85℃ durante al menos cinco minutos.
La vacunación contra la hepatitis A, consistente en dos dosis aplicables a partir del primer año de vida, ofrece una protección adicional, especialmente para quienes viajan a zonas donde la enfermedad es común.
La seguridad al consumir mejillones depende, en gran medida, de la correcta cocción: mantenerlos en agua hirviendo durante el tiempo recomendado permite disfrutar de este marisco sin poner en riesgo la salud.
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