
Cada 15 de noviembre se conmemora el Día Mundial sin Alcohol, establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para alertar sobre los efectos negativos del alcohol en la salud física y mental . Según el informe de la OMS sobre Alcohol y Salud en 2019, hubo en el mundo 2,6 millones de muertes como consecuencia del consumo de alcohol.
A pesar de ese panorama, ahora existe una modalidad, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, que es el consumo de bebidas alcohólicas por “atracones” o binge drinking.
El Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo de Estados Unidos (NIAAA) lo define como el consumo de cinco o más bebidas alcohólicas en hombres, o cuatro o más en mujeres, en tan solo dos horas y los niveles de alcohol en sangre alcanzan 0,08 g/dL.
El doctor Carlos Damín, profesor titular de Toxicología de la Facultad de Medicina UBA, director de Fundartox, exjefe de la División Toxicología del Hospital Dr. Juan A. Fernández, explicó a Infobae los riesgos a corto y largo plazo de esta práctica.

“En los países de habla inglesa se utiliza el término binge drinking para referirse al consumo episódico excesivo de alcohol. Es decir, es el cuadro de borrachera con el objeto de estar ebrio. En Argentina es muy frecuente, suele ocurrir entre jueves y sábados, sobre todo en adolescentes y adultos jóvenes. Consiste en intoxicarse con alcohol por el mero hecho de lograr la intoxicación. Es una modalidad muy frecuente que conlleva muchísimos riesgos”.
Por su parte, el doctor Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán y profesor de Psicología de la Salud en la Universidad Católica Argentina (UCA) describió los riesgos de esta modalidad: “Es el consumo excesivo de alcohol como patrón habitual, y tiene relación directa con siniestros viales, violencia interpersonal y enfermedades crónicas que afectan al hígado, el corazón y el sistema nervioso central”.
Este fenómeno puede dejar consecuencias graves. De acuerdo con Damín, cuando menores de dieciocho años consumen alcohol, el daño neurológico puede resultar irreversible. “La intoxicación alcohólica en personas con el sistema nervioso en desarrollo, que finaliza hacia los veintiún años, provoca deterioro neurocognitivo que se manifiesta a largo plazo, incluso décadas después, con déficit intelectual”, advirtió.

Salinas agregó: “En Argentina, el acto de brindar está tan arraigado que parece casi instintivo. Pero lo que comienza como algo aparentemente inofensivo puede evolucionar en una dependencia que daña vínculos, carreras y cuerpos”.
Además, destacó que ocho de cada diez adolescentes probaron alcohol antes de los dieciocho años y, en más del 60% de los casos, el consumo fue excesivo y concentrado en poco tiempo. Esto, además de afectar la salud, multiplica los riesgos de accidentes y conductas violentas.
A qué se llama consumo excesivo de alcohol
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), existen cuatro formas en las que las personas consumen alcohol que pueden afectar negativamente la salud:

- Consumo excesivo de alcohol: cuatro o más bebidas para las mujeres, o cinco o más bebidas para los hombres durante una misma ocasión.
- Consumo excesivo de alcohol: ocho o más bebidas para las mujeres, o quince o más bebidas para los hombres durante una semana.
- Consumo de alcohol en menores de edad: cualquier consumo de alcohol por personas menores de 21 años.
- Consumo de alcohol durante el embarazo: cualquier consumo de alcohol durante el embarazo.
Peligros del binge drinking y del alcoholismo

Según el NIAAA, superar el umbral del consumo excesivo de alcohol aumenta el riesgo de sufrir daños graves, como desmayos y sobredosis.
“El consumo excesivo de alcohol también incrementa la probabilidad de conductas sexuales de riesgo y la probabilidad de infecciones de transmisión sexual y embarazos no deseados. Estos riesgos son mayores a niveles de consumo más altos. Debido a los efectos que produce, el consumo excesivo de alcohol también aumenta la probabilidad de sufrir diversas consecuencias potencialmente mortales, como caídas, quemaduras, ahogamientos y accidentes de tráfico”, alertó el NIAAA.
El doctor Damín definió al alcoholismo como la dependencia del alcohol. “Cuando la persona pasó por la categoría de uso, de abuso y tiene una dependencia, es decir, que no puede dejar de tomar porque le aparece un problema, la abstinencia, que se soluciona ingiriendo nuevamente”, señaló.

Y completó: “El alcoholismo puede producir hígado graso, hepatitis tóxica, cirrosis hepática, alteraciones en el páncreas, deterioro en la conducción nerviosa, deterioro intelectual porque causa también alteraciones neurocognitivas. El alcoholismo es la enfermedad crónica por el consumo de alcohol”.
El doctor Salinas, por su parte, afirmó que el alcohol, más allá de su legalidad y aceptación cultural, es la sustancia psicoactiva más consumida en Argentina.
“También es la que más costos humanos deja a su paso. Participa en uno de cada tres accidentes viales con víctimas fatales y se encuentra detrás de múltiples patologías físicas y mentales. Pero detrás de las cifras hay personas, vidas atravesadas por la lucha cotidiana contra la adicción”.
El doctor Salinas afirmó: “Hoy sabemos que el alcoholismo no responde a una falla moral o a la falta de carácter. Es una enfermedad compleja, con múltiples causas (biológicas, psicológicas, sociales) que requiere de abordajes integrales: atención médica, acompañamiento terapéutico, farmacología cuando es pertinente, y, sobre todo, vínculos sostenidos en el tiempo”.
Efectos nocivos a corto y largo plazo

El consumo excesivo de alcohol en una ocasión, incluyendo los atracones de bebida, puede provocar, a corto plazo según CDC:
- Lesiones: accidentes de tráfico, caídas, ahogamientos y quemaduras.
- Violencia: homicidio, suicidio, violencia sexual y violencia de pareja.
- Intoxicación alcohólica: niveles elevados de alcohol en sangre que afectan a funciones corporales como la respiración y la frecuencia cardíaca.
- Sobredosis: por consumo de alcohol junto con otras drogas, como los opioides.
- Infecciones de transmisión sexual o embarazos no planificados: el consumo de alcohol puede llevar a relaciones sexuales sin protección, lo que puede causar estas afecciones.
- Aborto espontáneo, muerte fetal o trastorno del espectro alcohólico fetal como consecuencia del consumo de alcohol durante el embarazo.
A largo plazo, el consumo de alcohol puede provocar enfermedades crónicas y otros problemas de salud graves, entre ellos:

- Cáncer.
- Enfermedades cardíacas y hepáticas, y accidentes cerebrovasculares.
- Un sistema inmunológico más débil aumenta las probabilidades de enfermarse.
También puede afectar el bienestar y provocar problemas sociales, emocionales y de salud mental como:
- Depresión y ansiedad.
- Problemas de memoria, incluida la demencia.
- Problemas de aprendizaje y dificultades en la escuela o el trabajo.
- Problemas en las relaciones con familiares y amigos.
Cómo enfrentarlo y prevenir

Salinas señaló la importancia de los grupos de Alcohólicos Anónimos, que han formado una “red eficaz de apoyo entre pares sin jerarquías ni estigmas". El enfoque consiste en identificar el problema, compartir la experiencia y asumir la responsabilidad. Este proceso ayuda a dejar el alcohol y permite reconstruir lazos personales y sociales, explicó el doctor.
En cuanto a qué pueden hacer los padres en relación al binge drinking, el doctor Damín recomendó tener hábitos más saludables en la familia: “Los chicos nunca hacen lo que los padres le decimos, sino lo que hacemos: nos copian. Si un padre toma alcohol cuando conduce un vehículo o bebe mucho, no se cuida, no hace actividad física, come azúcares en exceso, se automedica... los chicos aprenden eso y lo copian. Cuando uno le dice a los chicos ‘cuidate’ es una palabra hueca si no aprendieron a hacerlo. Y se aprende si los padres se cuidan. Entonces, el mejor consejo a los padres es que tengan hábitos saludables, que se cuiden, y eso va a lograr repercutir en toda la familia”.
Finalmente, el doctor Salinas concluyó: “El Día Mundial sin Alcohol es una oportunidad para repensar el modo en que la cultura ha normalizado el consumo, para afinar la sensibilidad hacia quienes lo padecen, y para imaginar otras formas de cuidado colectivo. No se trata de prohibir ni de señalar, sino de animarnos a poner en palabras lo que a veces se silencia: cómo bebemos, por qué lo hacemos, y qué apoyos están, o no, disponibles para quienes necesitan ayuda”.
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