
Una serie de síntomas difusos pero debilitantes, como confusión, dificultad para concentrarse, olvidos frecuentes y lentitud cognitiva, afectan a millones de personas con enfermedades crónicas, tras tratamientos médicos intensivos o en el contexto del COVID persistente.
Esta constelación de manifestaciones neurológicas, conocida comúnmente como niebla mental, fue históricamente minimizada en la práctica médica, pero empezó a recibir una atención científica sostenida.
National Geographic documentó los hallazgos más recientes sobre esta condición, que aún no tiene una definición diagnóstica clara pero representa una de las quejas más comunes entre pacientes con enfermedades prolongadas.

Qué es la niebla mental
Aunque no figura como un diagnóstico oficial en manuales médicos, la niebla mental fue reconocida como un conjunto de síntomas que indican un funcionamiento subóptimo del cerebro.
Jacqueline Becker, neuropsicóloga de la Escuela de Medicina Icahn del Monte Sinaí, explicó que suele incluir problemas para enfocarse, lentitud mental, desorganización y pérdida de memoria a corto plazo. Muchos pacientes se quejan de que sus pensamientos “se sienten nublados”, sin una causa aparente.
Becker aclaró que la niebla mental no equivale a un deterioro cognitivo medible: los exámenes neuropsicológicos no siempre detectan anomalías objetivas.
“Eso puede ser muy frustrante para los pacientes”, afirmó en National Geographic. El fenómeno, aunque subjetivo, puede ser tan limitante como cualquier otra alteración funcional del sistema nervioso.
Quiénes la padecen y por qué preocupa
Este estado de confusión mental fue reportado por pacientes con fibromialgia, síndrome de fatiga crónica, lupus y otros trastornos autoinmunes.
También es frecuente en quienes pasaron por quimioterapia, toman ciertos medicamentos —como analgésicos fuertes— o viven con trastornos mentales como la depresión o la esquizofrenia.
Desde el inicio de la pandemia, miles de personas con COVID-19 prolongado describen niebla mental como uno de los síntomas persistentes más angustiantes. En muchos casos, su aparición no guarda relación con la gravedad inicial de la infección.

Nuevas hipótesis científicas sobre el origen
Aunque las causas exactas de la niebla mental varían según el contexto, una línea de investigación gana terreno: su posible vínculo con la neuroinflamación.
Los síntomas cognitivos podrían surgir cuando la respuesta inmunitaria se activa de forma anómala, interfiriendo con el funcionamiento normal del cerebro, indicó National Geographic.
En el caso de pacientes con COVID prolongado, estudios apuntaron a una activación persistente de las células inmunitarias cerebrales y a la producción de autoanticuerpos que atacan tejido sano, incluida la materia neuronal.
Otras investigaciones identificaron una reducción del volumen de materia gris y blanca, cambios estructurales que podrían explicar los déficits cognitivos sostenidos.
Otras líneas de investigación
Un estudio publicado en Nature en febrero de 2024, dirigido por el neurólogo Colin Doherty, de la Facultad de Medicina del Trinity College de Dublín, aportó un importante hallazgo.
Los pacientes con COVID prolongado que experimentaban niebla mental presentaban una permeabilidad anormal en la barrera hematoencefálica, el sistema de filtrado que protege al cerebro de sustancias tóxicas y patógenos.
Aunque prometedor, el estudio fue pequeño, y Peter Denno, investigador clínico del Imperial College de Londres, advierte que otros trabajos recientes no replicaron esta correlación.
Por otro lado, algunas investigaciones se centraron en el microbioma intestinal. Un estudio publicado en octubre de 2024 detectó síntomas de niebla mental en más de la mitad de los pacientes con síndrome inflamatorio intestinal, lo que sugiere que un desequilibrio microbiano podría tener efectos neurológicos a través de vías inflamatorias.

En casos de hipotiroidismo, la falta de hormona tiroidea también fue relacionada con una reducción de volumen cerebral. Y en personas con traumatismo craneoencefálico, los síntomas cognitivos se han vinculado con niveles bajos de hormona del crecimiento.
La comunidad científica también exploró en mujeres menopáusicas. La disminución de estrógeno fue asociada con cambios en la estructura cerebral, en especial en áreas como el hipocampo.
Pese a estos avances, muchos aspectos siguen sin respuesta. Es por eso que Denno, insistió en National Geographic en que los estudios actuales sobre niebla mental presentan resultados y metodologías inconsistentes, lo que impide llegar a conclusiones sólidas.
Tratamientos en desarrollo y abordajes clínicos
Ante la falta de una causa única, los tratamientos actuales son de tipo sintomático. La doctora Becker sugirió comenzar por ajustar el estilo de vida: alimentación equilibrada, ejercicio regular y sueño suficiente.
En casos de mayor afectación, la rehabilitación cognitiva puede ofrecer beneficios. Avindra Nath, directora clínica del Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, la describió como ejercicio para el cerebro, orientado a reforzar las áreas con menor rendimiento.
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