
Dormir no solo es un acto necesario para el descanso físico, sino también un proceso fundamental para el desarrollo cognitivo y la creatividad. Numerosos estudios han demostrado que ciertas fases del sueño pueden mejorar la capacidad de resolución de problemas, fortalecer la memoria y estimular el pensamiento innovador. En particular, la fase de sueño MOR (movimientos oculares rápidos) y el estado hipnagógico han sido identificados como momentos clave para la generación de nuevas ideas y asociaciones conceptuales inesperadas.
La idea de que el sueño puede potenciar la creatividad no es nueva, pero en los últimos años ha ganado un sólido respaldo científico. Investigaciones recientes han demostrado que el sueño MOR facilita la reorganización de la memoria y la conexión entre conceptos aparentemente inconexos. Como señala la psiquiatra Sara Mednick, de la Universidad de California en San Diego a National Geographic: “El sueño MOR desempeña un papel importante que permite a las personas desacoplar la memoria de un término concreto para poder utilizarlo en otros contextos”.
El impacto del sueño en la creatividad no se limita únicamente a las fases más profundas. Estados intermedios entre la vigilia y el sueño, como el N1 o hipnagogia, también han sido señalados como momentos propicios para la creatividad. El profesor Robert Stickgold, de la Facultad de Medicina de Harvard, lo explica de manera clara a The Washington Post: “Cuando duermes, la neuroquímica cerebral se altera, lo que facilita que el cerebro recorra vías que conducen a asociaciones que, de otro modo, sería muy improbable que descubrieras”.

Uno de los experimentos más relevantes en este campo fue dirigido por Mednick. En su estudio, los participantes realizaron una serie de pruebas cognitivas antes y después de una siesta de 90 minutos. Aquellos que lograron alcanzar la fase de sueño MOR mejoraron su rendimiento en un 40% en tareas que requerían encontrar conexiones entre palabras aparentemente inconexas, mientras que los participantes que no alcanzaron esta fase no mostraron mejoras significativas.
De forma similar, un estudio dirigido por Matthew Walker en 2007 demostró que las personas que dormían entre sesiones de aprendizaje mejoraban su capacidad de inferencia en comparación con aquellas que pasaban el día despiertas. Según Walker a la BBC: “Establecer vínculos entre datos que nuestra mente racional diurna considera separados parece ser más fácil cuando estamos desconectados, navegando por el mundo de los sueños”.
La fase MOR y su papel en la asociación de ideas
La fase MOR, en la que los sueños son más intensos, consolida la memoria y permite la recombinación de experiencias previas para generar nuevas ideas. Esta capacidad podría estar relacionada con la función del hipocampo, una región cerebral clave en el almacenamiento de recuerdos. Según el psiquiatra Daniel Schacter, de la Universidad de Harvard: “Al imaginar eventos futuros, la persona recombina aspectos de experiencias que realmente han tenido lugar”.

Los hallazgos de Schacter sugieren que el sueño MOR contribuye a la planificación y previsión de situaciones futuras. En este sentido, el sueño podría actuar como una especie de simulador mental que permite evaluar diferentes escenarios antes de enfrentarse a ellos en la vida real.
Mientras que el sueño profundo es crucial para la consolidación de la memoria, la etapa N1, que ocurre en la transición entre la vigilia y el sueño, ha sido identificada como un estado óptimo para la creatividad. Estudios han demostrado que pasar tan solo 15 segundos en N1 triplica la probabilidad de que una persona tenga un momento de intuición creativa al resolver un problema matemático.
En un experimento reciente, los investigadores utilizaron una técnica de “incubación de sueños” en la que los participantes eran expuestos a un estímulo antes de dormir. Aquellos que soñaron con el tema en cuestión obtuvieron un 48% más de puntuación en pruebas de creatividad relacionadas con ese tema en comparación con quienes no lo hicieron.
Antes de que la ciencia pudiera explicar estos procesos, algunos de los más grandes genios de la historia ya utilizaban el sueño como una herramienta creativa. Thomas Edison, por ejemplo, solía dormitar con bolas de acero en sus manos. Al quedarse dormido, las bolas caían al suelo y lo despertaban en el momento justo en que su cerebro se encontraba en el estado hipnagógico, permitiéndole acceder a nuevas ideas.
Salvador Dalí empleaba una técnica similar, a la que llamó “dormir con llave”. Se sentaba con una llave en la mano, y cuando esta caía al suelo, despertaba con nuevas imágenes y conceptos que luego plasmaba en sus pinturas.
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