
La depresión es una de las enfermedades mentales más extendidas en el mundo, pero su impacto no es igual en hombres y mujeres. En España, los datos de la Encuesta Europea de Salud de 2020 revelan que el 7,1% de las mujeres sufre trastornos depresivos, frente al 3,5% de los hombres.
Esta diferencia alcanza su punto máximo durante la edad fértil de las mujeres, lo que sugiere la influencia de factores hormonales, además de los sociales y psicológicos.
Para la Dra. Ageles Idiazábal, neurofisióloga clínica y directora del Instituto Neurocognitivo INCIA, esta mayor prevalencia en mujeres se debe a una combinación de vulnerabilidades biológicas, sociales y psicológicas.
“Los roles específicos de cada sexo en la sociedad, el estrés vital, las estrategias de afrontamiento, así como los efectos de las hormonas sexuales y los factores genéticos, son determinantes”, explica la especialista.
Factores biológicos: hormonas y genética
Desde el punto de vista biológico, la predisposición a la depresión en las mujeres está relacionada con varios procesos internos. Entre ellos, la vulnerabilidad genética y las fluctuaciones hormonales que afectan los sistemas cerebrales implicados en los estados depresivos.
“Las diferencias en la percepción del estrés entre hombres y mujeres, así como en la respuesta biológica al estrés, se consideran factores clave en esta mayor susceptibilidad femenina”, añade Idiazábal.
Además, las mujeres son más propensas a la depresión inducida por el estrés y a los cambios del fotoperiodo (ciclo luz-oscuridad). Un ejemplo de ello es el trastorno afectivo estacional, que afecta al 80% de mujeres dentro del total de pacientes diagnosticados.

Asimismo, la depresión en mujeres puede desarrollarse en distintas fases del ciclo reproductivo: trastorno disfórico premenstrual, depresión durante el embarazo, cuadros depresivos posparto y depresión en la menopausia.
Otras circunstancias como la infertilidad, el aborto espontáneo, el uso de anticonceptivos orales y el tratamiento hormonal sustitutivo también pueden desempeñar un papel en la aparición de la enfermedad.
Un aspecto crucial es la activación del eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal (HPA) en las mujeres con depresión.
Este sistema, responsable de la respuesta al estrés, muestra una mayor hiperactividad en ellas en comparación con los hombres, lo que puede explicar la mayor vulnerabilidad femenina a los trastornos depresivos.
Tratamientos más efectivos contra la depresión
El tratamiento de la depresión incluye terapia psicosocial, farmacoterapia y, en algunos casos, terapia electroconvulsiva. Sin embargo, estos tratamientos no siempre son efectivos o pueden generar efectos adversos.

Una de las opciones más innovadoras en la actualidad es la estimulación cerebral no invasiva, que incluye la Estimulación Magnética Transcraneal Repetitiva (EMTr) y la Estimulación Transcraneal por Corriente Directa (tDCS).
Estas técnicas modulan la actividad cortical y provocan cambios neuroquímicos y hormonales en el cerebro, favoreciendo la plasticidad neuronal y aliviando los síntomas depresivos.
Según Idiazábal, en los casos donde otros tratamientos no han sido eficaces, la EMTr se ha convertido en una terapia de primera línea, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes.
“Alrededor del 60% de los pacientes responden positivamente al tratamiento y entre el 30 y el 40% logran una remisión completa de los síntomas”, señala la experta.
El papel del estilo de vida en la salud mental
Más allá de los tratamientos médicos, Idiazábal enfatiza la importancia de los hábitos de vida en la prevención y manejo de la depresión. La actividad física, la alimentación equilibrada y el sueño adecuado son pilares fundamentales en la salud mental.
“El ejercicio regular es una de las intervenciones más efectivas para prevenir y tratar la depresión”, afirma la neurofisióloga. La actividad física reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, mejora la calidad del sueño y estimula la neuroplasticidad, favoreciendo la creación de nuevas conexiones neuronales.
Se recomienda realizar al menos 30 minutos de ejercicio moderado entre tres y cinco veces por semana.

En cuanto a la alimentación, la doctora destaca el papel clave de la microbiota intestinal, que influye en la producción de serotonina, el neurotransmisor relacionado con el bienestar.
“El 90% de la serotonina se produce en el intestino, por lo que una dieta rica en triptófano, omega 3, antioxidantes, prebióticos y probióticos es esencial para la salud mental”, explica.
Finalmente, un sueño reparador es fundamental para mantener el equilibrio neuroquímico. “Restaurar el ciclo del sueño no solo ayuda a aliviar los síntomas depresivos, sino que también aumenta la efectividad de los tratamientos médicos y psicológicos”, concluye Idiazábal.
La depresión es una enfermedad multifactorial que afecta más a las mujeres debido a una combinación de factores biológicos, hormonales, psicológicos y sociales.
Comprender estas diferencias es clave para desarrollar tratamientos más personalizados y efectivos. Además de las opciones terapéuticas tradicionales, el ejercicio, la alimentación y el sueño juegan un papel crucial en la prevención y manejo de la enfermedad.
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