
Las alegrías de amaranto son un dulce tradicional mexicano elaborado con semillas de amaranto tostado, miel o piloncillo, y frutos secos como pasas o cacahuates.
Aunque suelen considerarse un antojo, su composición nutricional las convierte en una opción funcional dentro de una dieta equilibrada.
El amaranto es una planta originaria de Mesoamérica, cultivada desde hace más de siete mil años. Su nombre en náhuatl, huahtli, alude a su capacidad de generar miles de semillas por espiga, lo que refleja su valor como fuente alimenticia.
Estas semillas destacan por su alto contenido proteico, superior al del trigo, arroz y soya. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el amaranto supera a la soya en calidad proteica y se equipara con productos lácteos en cuanto a aporte nutricional.
Además de proteínas, el amaranto contiene fibra, calcio, hierro, fósforo y vitaminas del complejo B. También aporta aminoácidos esenciales como la lisina, lo que lo convierte en un alimento completo.

En el caso de las alegrías, el uso de miel o piloncillo como endulzante natural reduce el índice glucémico en comparación con otros dulces elaborados con azúcares refinadas.
Esto significa que su impacto en los niveles de glucosa en sangre es menor, aunque no nulo, por lo que su consumo debe ser moderado, especialmente en personas con diabetes.
Las alegrías ofrecen energía de larga duración gracias a sus carbohidratos complejos, lo que las hace útiles como colación entre comidas.
Su contenido de fibra favorece la digestión, mientras que los frutos secos añadidos pueden complementar el perfil nutricional con grasas saludables, antioxidantes y más proteínas. Si se combinan con nueces, arándanos u otras semillas, se convierten en un snack integral.

El amaranto no se limita a las alegrías. Puede incorporarse en atoles, sopas, ensaladas, tortillas, galletas y licuados. Incluso sus hojas tiernas, conocidas como quintoniles, se consumen como quelites y contienen niveles de proteína y calcio similares a los de las espinacas, según la doctora Cristina Mapes Sánchez, curadora de la colección etnobotánica del Jardín Botánico de la UNAM.
Consumir alegrías de amaranto representa una forma de integrar un alimento ancestral, nutritivo y versátil en la dieta diaria.
Aunque su presentación como dulce podría sugerir lo contrario, su base de ingredientes naturales y su perfil nutricional las posicionan como una alternativa saludable, siempre que se consuman con mesura y dentro de un contexto alimenticio equilibrado.
Además, su valor cultural y su accesibilidad las convierten en una opción atractiva para quienes buscan mejorar su alimentación sin renunciar al sabor.


