
Si tu piel se ve apagada, seca o con arrugas antes de tiempo, es probable que no estés dándole los nutrientes que necesita. No importa cuántas cremas uses: si no cuidas tu piel desde adentro, los resultados serán mínimos. Por eso, las vitaminas juegan un papel clave en la salud de tu piel, y hoy más que nunca, tu cuerpo las necesita.
La vitamina C es una de las más importantes. Ayuda a producir colágeno, esa proteína que mantiene la piel firme y elástica. Además, reduce manchas, mejora el tono y protege contra los daños del sol y la contaminación. Es como una barrera natural que evita el envejecimiento prematuro.
Otra vitamina fundamental es la E. Su función principal es proteger la piel del daño que causan los radicales libres, que son moléculas que envejecen nuestras células. Si tienes la piel apagada o irritada, es probable que te falte vitamina E. Con buenos niveles, tu piel se verá más suave, pareja y luminosa.
Beneficios de estas vitaminas
La vitamina A también es clave. Es conocida por su capacidad para renovar la piel. Ayuda a reducir arrugas finas, mejora la textura y hace que los poros se vean menos marcados. Muchos productos con retinol, una forma de vitamina A, se usan para tratar el envejecimiento o el acné. Pero también se puede obtener a través de alimentos como zanahorias, espinacas y lácteos.

La biotina, o vitamina B7, suele mencionarse por sus beneficios para el cabello y las uñas, pero también influye mucho en la piel. Su falta puede causar resequedad, enrojecimiento o escamas. Incluir alimentos como huevo, almendras y salmón puede ayudarte a mantener buenos niveles.
La vitamina B5, también llamada ácido pantoténico, ayuda a mantener la piel hidratada. Mejora la barrera natural de la piel y reduce la inflamación, algo muy útil si vives en lugares con clima seco o mucha contaminación.
Por último, la vitamina K es menos conocida, pero importante. Mejora la circulación y ayuda a disminuir las ojeras, los moretones y la hinchazón. Está presente en vegetales de hoja verde como la espinaca y el brócoli.
No se trata de comprar suplementos sin control, sino de llevar una alimentación equilibrada. Una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables puede marcar una gran diferencia.



