
Lavar el rostro parece una de las rutinas más inofensivas del cuidado facial, pero hay un detalle que muchas personas pasan por alto y que podría estar acelerando el envejecimiento de la piel.
Aunque parezca contradictorio, lo que haces justo al enjuagar tu cara podría marcar la diferencia entre una piel sana y una que pierde firmeza y luminosidad con el tiempo.
¿Cuál es el error común?
Según dermatólogos del Instituto Mexicano de Dermatología y expertos de la Mayo Clinic, uno de los errores más comunes al lavar el rostro es usar agua caliente.
Aunque muchas lo hacen por comodidad o para “abrir los poros”, el agua caliente puede dañar la barrera natural de la piel, eliminando aceites esenciales que la protegen de la deshidratación y del envejecimiento prematuro.

El uso constante de agua caliente está asociado con:
- Pérdida de elasticidad
- Deshidratación y descamación
- Mayor sensibilidad y enrojecimiento
- Aparición de arrugas finas antes de tiempo
Cuál es la forma correcta de lavar tu rostro
A continuación te damos unas recomendaciones que puedes implementar en tu rutina diaria para mejorar la forma en que lavas el rostro:

- Usa agua tibia o fresca para no alterar el equilibrio natural.
- Evita tallar con fuerza; usa las yemas de los dedos con movimientos suaves.
- Sécate con una toalla limpia a toques, sin frotar.
- Aplica tu hidratante cuando la piel aún está ligeramente húmeda.

Alternativas para cuidar tu piel mejor
En lugar de agua caliente, puedes usar paños tibios o vapor con infusión de manzanilla para limpiar profundamente sin dañar.
Si notas que tu piel está más seca o apagada a pesar de tus esfuerzos, revisa cómo la estás lavando. Cambiar la temperatura del agua puede parecer mínimo, pero tiene un gran impacto con el tiempo.
Si aún con estas modificaciones no ves mejoría, te recomendamos consultar a un experto en salud.