
La búsqueda de una vida larga y saludable ha sido una constante a lo largo de la historia humana, y en las últimas décadas, los avances en la biología del envejecimiento han abierto nuevas perspectivas sobre cómo alcanzar ese objetivo. Entre ellos, uno de los enfoques más innovadores proviene del campo de la nutrigenómica, donde se estudia cómo los alimentos pueden influir directamente en nuestros genes y procesos celulares.
En este contexto, el concepto de “plantas estresadas” ha cobrado especial relevancia gracias a investigaciones como la David Sinclair, profesor del Departamento de Genética y codirector del Centro Paul F. Glenn para la Investigación de la Biología del Envejecimiento en la Facultad de Medicina de Harvard. Según explicó el especialista, consumir vegetales y frutas que han crecido bajo condiciones adversas tiene el potencial de activar mecanismos de defensa en el cuerpo humano, promoviendo una vida más larga y saludable.
De acuerdo con Sinclair, estas plantas, sometidas a factores como la falta de agua, temperaturas extremas o suelos con pocos nutrientes, desarrollan compuestos beneficiosos como los polifenoles, conocidos por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, los cuales ayudan a proteger las células del envejecimiento prematuro y de enfermedades relacionadas con el paso del tiempo. “Las plantas que han sufrido adversidad activan nuestras propias vías de defensa y longevidad”, afirmó el experto.
¿Qué significa que una planta esté estresada?

El término “estrés” en las plantas se refiere a cualquier condición que amenace su crecimiento y desarrollo óptimos. Según el portal especializado Vegetables by Bayer, esta reacción puede ser causada por factores abióticos, es decir, cambios en el entorno como sequías, heladas, exceso de luz o salinidad; o por factores bióticos, como plagas, patógenos o la intervención humana.
Cuando las plantas son sometidas a estas condiciones adversas desarrollan mecanismos de defensa que les permiten sobrevivir, por ejemplo, algunas sintetizan proteínas para resistir temperaturas extremas, producen filtros naturales contra la radiación ultravioleta o generan sustancias químicas como el ácido salicílico, que las protege de patógenos, cambios que no solo benefician a las plantas, sino también a quienes las consumen.
¿Qué tipos de estrés existen en las plantas?

De acuerdo con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y Agrimensura (FaCENA), de Argentina, uno de los tipos de estrés más frecuentes en las plantas es el hídrico, provocado por la falta de agua en su entorno y afecta procesos esenciales como la fotosíntesis, lo que puede reducir el crecimiento y la productividad de los cultivos.
Para enfrentarlo, las plantas desarrollan estrategias como el cierre de estomas para evitar la pérdida de agua, el ajuste osmótico mediante la acumulación de solutos y adaptaciones genéticas que incluyen raíces más profundas u hojas pequeñas y cerosas. Estas respuestas permiten que las plantas sobrevivan en condiciones de sequía, aunque a menudo a costa de una disminución en su crecimiento total.
Otro tipo de estrés que enfrentan las plantas es el causado por la salinidad, que se presenta en suelos con altas concentraciones de sales solubles. Generalmente, este fenómeno es común en regiones áridas y en áreas cercanas al mar, donde las brisas marinas o las inundaciones salinas afectan la calidad del suelo.
Según detalló la institución educativa, la salinidad dificulta la absorción de agua por parte de las plantas y afecta procesos metabólicos esenciales, como la glicólisis y el ciclo de Krebs, lo cual se traduce en una menor disponibilidad de energía y una reducción en el crecimiento y la germinación, sin embargo, algunas plantas han desarrollado tolerancia a la salinidad mediante mecanismos genéticos y fisiológicos que les permiten resistir estas condiciones adversas.
Por otro lado, el estrés nutrimental ocurre cuando las plantas no tienen acceso a los elementos esenciales para completar su ciclo vital. Según la investigación “Estrés por deficiencia de minerales y su impacto: mitigación del estrés por deficiencia de minerales” (Mineral deficiency stress and its impact:mitigation of Mineral deficiency stress), citada en el artículo de la FaCENA, existen 16 elementos esenciales para las plantas, como el nitrógeno, el fósforo y el potasio, que deben estar presentes en proporciones balanceadas.
La ausencia o el exceso de estos nutrientes puede provocar desórdenes nutricionales que afectan el crecimiento y desarrollo de las plantas, por ejemplo, el cloro, aunque es esencial en pequeñas cantidades, puede acumularse en niveles tóxicos si el suelo presenta altas concentraciones de este elemento.