
El agua desempeña un papel crucial en el funcionamiento de los riñones, órganos responsables de filtrar desechos y toxinas del cuerpo.
Según los especialistas, la hidratación adecuada no solo permite que los riñones realicen su labor de manera eficiente, sino que también previene problemas como la formación de cálculos renales y el desequilibrio de líquidos en el organismo.
Los riñones necesitan agua para llevar a cabo su función principal: filtrar desechos y toxinas de la sangre, que luego son eliminados a través de la orina. Cuando el cuerpo no recibe suficiente agua, este proceso se ve comprometido, lo que puede resultar en la acumulación de sustancias nocivas en el organismo. Además, la hidratación adecuada diluye la orina, lo que reduce el riesgo de que se formen cristales que puedan convertirse en cálculos renales.
El agua también es fundamental para mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo. Este equilibrio es esencial para el correcto funcionamiento de todos los sistemas del organismo, incluidos los riñones. La deshidratación, por el contrario, puede disminuir la capacidad de los riñones para filtrar la sangre de manera eficiente, lo que podría derivar en problemas de salud a largo plazo.

¿Cuánta agua es suficiente para mantener los riñones en buen estado?
La cantidad de agua necesaria varía según factores como la edad, el clima, el nivel de actividad física y el estado de salud general. Sin embargo, una recomendación comúnmente aceptada es consumir alrededor de ocho vasos de agua al día, lo que equivale aproximadamente a dos litros.
Esta regla, conocida como “8x8″, puede servir como guía general, aunque no es una medida exacta para todas las personas, ya que algunos expertos sugieren que, además de beber agua directamente de un vaso, existen otras fuentes de hidratación como el consumo de ciertas frutas y verduras, así como alimentos líquidos, entre los que se incluyen sopas y ciertas bebidas.
Existen medidas específicas que ayudan a identificar si la cantidad de agua en el cuerpo es suficiente, entre las que se incluye el verificar el estado de la orina, el cual debe ser de color transparente o amarillo claro, y debe salir de manera fluida sin dolor. Otra medida para saber si el cuerpo está bien hidratado es a través de la presencia de fluidos como las lágrimas o la saliva, la cual debe aparecer naturalmente en las mucosas.
Asimismo, existen circunstancias que pueden aumentar la necesidad de agua. Por ejemplo, en climas cálidos o durante la práctica de ejercicio intenso, el cuerpo pierde más líquidos a través del sudor, lo que requiere una mayor ingesta de agua.
En tanto, las mujeres embarazadas o en período de lactancia necesitan consumir más líquidos para satisfacer las demandas de su cuerpo y del bebé. Condiciones como enfermedades, fiebre o infecciones también incrementan la pérdida de líquidos, lo que hace necesaria una hidratación adicional.
En el caso de personas con enfermedades renales, la cantidad de agua recomendada puede variar y debe ser ajustada por un médico, según las necesidades específicas del paciente.

Más allá del agua: hábitos para proteger los riñones
Además de mantenerse hidratado, es importante adoptar otros hábitos saludables para preservar la salud renal. Una dieta equilibrada es fundamental, ya que los alimentos ricos en nutrientes, como frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, contribuyen al buen funcionamiento de los riñones. Por el contrario, el consumo excesivo de sal y alimentos procesados puede ser perjudicial, ya que el exceso de sodio puede dañar estos órganos.
El control de la presión arterial también es esencial, ya que la hipertensión es una de las principales causas de daño renal. Mantener niveles saludables de presión arterial puede prevenir el desarrollo de enfermedades renales crónicas.
De igual manera, controlar los niveles de azúcar en sangre es crucial, especialmente para personas con diabetes, ya que esta enfermedad puede afectar gravemente la función renal si no se maneja adecuadamente.
Otro factor importante es evitar el consumo de tabaco. Según estudios, fumar afecta negativamente la circulación sanguínea, lo que puede tener un impacto directo en la salud de los riñones. Dejar de fumar no solo mejora la función renal, sino que también beneficia la salud general del cuerpo.
Igualmente, el uso excesivo de medicamentos para el dolor, como los antiinflamatorios no esteroides (AINES), puede ser tóxico para los riñones. Por ello, se recomienda utilizarlos con moderación y siempre bajo la supervisión de un médico para evitar posibles daños.
Por otro lado, la actividad física regular es una herramienta eficaz para mantener la salud renal. El ejercicio ayuda a controlar el peso, la presión arterial y los niveles de azúcar en sangre, factores que están directamente relacionados con el bienestar de los riñones.

Finalmente, es importante realizarse chequeos médicos periódicos, especialmente para quienes tienen factores de riesgo como diabetes, hipertensión o antecedentes familiares de enfermedades renales. Estas revisiones permiten detectar problemas a tiempo y tomar medidas preventivas antes de que se desarrollen complicaciones graves.