
La vejez era un tema que inquietaba a Daniel Bisogno, de la misma manera que la muerte. El presentador de Ventaneando siempre fue irreverente frente a las cámaras, pero en la vida real existía un temor que lo carcomía: la pérdida de la vitalidad, la merma de reflejos, la sombra de lo inevitable.
“Procuro no pensar en el final, pero la vejez me tiene tenso”, expresó el actor sobre este tema, quien falleció este jueves a los 51 años de edad, luego de batallar durante varios meses con su salud.
El conductor había enfrentado el deterioro de su salud con angustia. A lo largo de los años, las hospitalizaciones se volvieron recurrentes, hasta que un trasplante de hígado marcó el inicio de una batalla aún más feroz contra su propio cuerpo.
La vejez era un asunto que le quitaba el sueño a Bisogno, puesto que era algo que tenía muy cercano por su familia y conocía perfectamente lo que le podría pasar, por el paso del tiempo.
“Lo veo mucho con mis papás, cómo empiezan a perder capacidad para algunas cosas, reflejos, memoria”, expresó en una entrevista con el periodista Beto Tavira.
El laberinto de la enfermedad de Daniel Bisogno
Bisogno estuvo al borde del colapso en más de una ocasión. En una conversación con Yordi Rosado, recordó el momento en el que un derrame interno casi lo lleva al otro lado.
“Sabía que algo fuerte pasaba”, dijo, evocando el terror de sentirse atrapado en su propio cuerpo. La escena en el hospital era desgarradora: médicos corriendo, máquinas sonando, su conciencia deslizándose entre la lucidez y la desesperación.
Durante uno de los episodios más críticos, el presentador perdió cuatro de los ocho litros de sangre que tenía en su organismo. La gravedad de la situación lo obligó a despedirse de su hija Michaela en un acto de amor y resignación. “He llorado tanto que me he quedado sin lágrimas”, reveló sobre aquella noche en la que el miedo se convirtió en su única compañía.
La lucha de Daniel Bisogno contra la incertidumbre
A pesar de su carácter fuerte y su humor mordaz, Daniel Bisogno no era ajeno a los miedos que lo atormentaban desde siempre. “La muerte me da mucho miedo porque soy muy escéptico. No soy creyente, entonces es aventártela de a Hidalgo, ¿me explico?”, dijo con su peculiar estilo. La idea del más allá le parecía un enigma sin respuestas, una puerta que, una vez cruzada, no ofrecía certezas.
Por ello, buscó en la terapia una forma de enfrentar su angustia. Sabía que la muerte lo acechaba, pero lo que realmente lo aterrorizaba era el proceso de desgaste, la imposibilidad de aferrarse a su vitalidad. No quería verse reflejado en sus padres, observando cómo el tiempo les arrebataba capacidades.
Un legado marcado por el amor
Si hubiera podido llevarse algo con él, tenía claro qué sería: “El chupón de mi hija, para que donde vaya nunca olvide la experiencia de ser papá”. Michaela era su motor, su ancla en los momentos más oscuros. Incluso en su peor estado, cuando la incertidumbre lo devoraba, su pensamiento se dirigía a ella.
Hoy, Daniel Bisogno ya no está, pero su testimonio sigue resonando. No solo fue un conductor polémico y un referente en la televisión, sino un hombre que, hasta el último aliento, luchó contra sus propios temores. Su historia no es solo la de un famoso que perdió la vida demasiado pronto, sino la de alguien que enfrentó con valentía el temor más humano de todos: el paso del tiempo.