Qué beneficios tiene incluir amaranto todos los días en el desayuno, según expertos

El amaranto es un alimento ancestral con alto valor nutricional que ha sido consumido desde la Época Prehispánica en Mesoamérica. Su inclusión en el desayuno puede aportar diversos beneficios a la salud, debido a su contenido en proteínas, fibra, vitaminas y minerales esenciales.

En México, fue uno de los principales cultivos de las civilizaciones prehispánicas, junto con el maíz, la calabaza y el frijol. Los aztecas, por ejemplo, producían entre 15,000 y 20,000 toneladas anuales de amaranto en el Valle de México, para así utilizarlo tanto en su dieta diaria como en ofrendas religiosas. Durante las ceremonias, moldeaban figuras de sus deidades con una mezcla de semillas de amaranto y miel de maguey, las cuales eran consumidas ritualmente.

Tras la llegada de los españoles, el cultivo y consumo del amaranto disminuyó debido a la prohibición de estas prácticas rituales. Sin embargo, la planta sobrevivió en comunidades apartadas y, en la actualidad, su cultivo se ha revitalizado en estados como Puebla, Morelos, Tlaxcala, Oaxaca y la Ciudad de México. Hoy en día, el amaranto es valorado no solo por su importancia cultural e histórica, sino también por sus excepcionales propiedades nutricionales, lo que permite considerarlo un “superalimento” que contribuye a la salud pública.

La doctora Cristina Mapes Sánchez, curadora de la colección etnobotánica del Jardín Botánico de la UNAM, destaca que el amaranto contiene más proteína que la mayoría de los cereales, tales como el trigo y el arroz, y aporta los ocho aminoácidos esenciales, según los estándares de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés). Además, sus hojas, conocidas como quintoniles, son ricas en nutrientes y forman parte de la dieta tradicional mexicana.

Sin embargo, existen otro tipo de beneficios naturales que también puede adquirirse si se apuesta por un consumo diario de este producto 100% natural al iniciar el día:

Es una de las mejores fuentes vegetales de proteína, con un perfil de aminoácidos superior al de otros cereales. Contiene lisina, un aminoácido esencial que favorece el desarrollo muscular y la regeneración celular, lo que lo convierte en una opción ideal para personas que buscan mejorar su alimentación con fuentes vegetales de proteínas.

El consumo regular de esta semilla contribuye a una mejor digestión gracias a su alto contenido en fibra. La fibra favorece el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y promueve una microbiota intestinal saludable. Incluir amaranto en el desayuno ayuda a mantener el sistema digestivo en equilibrio y prolonga la sensación de saciedad.

Tiene un índice glucémico bajo, lo que significa que su consumo no provoca picos bruscos en los niveles de azúcar en la sangre. Esto es particularmente beneficioso para personas con diabetes o aquellas que buscan mantener estables sus niveles de glucosa a lo largo del día.

Esta especie cercana al cereal es una fuente importante de minerales como calcio, hierro, magnesio y fósforo. Su consumo en el desayuno puede contribuir a la salud ósea, la producción de glóbulos rojos y el funcionamiento adecuado del sistema nervioso. En particular, su contenido de calcio es relevante para personas que no consumen lácteos.

El amaranto contiene escualeno y fitoesteroles, compuestos que ayudan a reducir los niveles de colesterol LDL (colesterol “malo”) y protegen el sistema cardiovascular. Además, su contenido de potasio contribuye a la regulación de la presión arterial, reduciendo el riesgo de enfermedades cardiovasculares.

El amaranto puede incorporarse fácilmente en diferentes preparaciones de desayuno. Puede consumirse en forma de granola, mezclado con yogur o frutas, en licuados, o como base para panqués y barras energéticas. Su sabor neutro permite combinarlo con diversos ingredientes, convirtiéndolo en una opción práctica y saludable.

Debido a su perfil nutricional, el amaranto es recomendado para todas las edades. En niños, favorece el crecimiento y desarrollo; en adultos, ayuda a mantener una dieta equilibrada; y en personas mayores, contribuye a la salud ósea y cardiovascular.