
Con la llegada del verano, hay una imagen que se repite en cada rincón de España. Sentarse frente al mar o la piscina y sacar un táper con sandía. Refrescante, dulce y llena de agua, esta fruta se ha convertido en el símbolo por excelencia del calor.
Un alimento que esconde una serie de propiedades y beneficios que pocos conocen. Pero que, a su vez, presenta muchas dudas, y cada año, son las mismas. ¿Cómo sé cuál comprar? ¿Entera o partida? ¿Cómo puedo conservarla una vez abierta?
En cada hogar se repite este dilema. Si compras una sandía entera, seguramente sobrará y se estropeará. Si optas por media, suele ser más cara y puede que se acabe antes de que te toque probarla. Ante esta disyuntiva, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) lo tiene claro: “es preferible optar por sandías enteras en lugar de las mitades, ya que las piezas cortadas que se encuentran en supermercados a temperatura ambiente pueden estar en riesgo de contaminación debido a la manipulación”.
Ya solo queda responder a las otras dos preguntas.
Trucos para elegir una buena sandía
Lo primero que se debe hacer es identificar la parte de arriba y la de abajo. Arriba suelen quedar restos del tallo arrancado, mientras que en el lado inferior hay un círculo. Cuanto más pequeño, mejor madurada estará la sandía.
El segundo paso es saber si ha reposado el tiempo suficiente al sol después de ser cortada. Esta es una práctica muy común en el campo cuyo objetivo es secar la humedad externa y que terminen de madurar. Una señal para saberlo es si tiene manchas amarillas, lo cual mejora su sabor.
El último truco es el ya conocido “toque”. La técnica no importa. Lo fundamental es que al golpearla suene hueca. Esto quiere decir que está en su punto.
La mejor forma de conservar la sandía cortada
Una vez comprada, la sandía empieza a perder frescura rápidamente si no se conserva bien. Al tratarse de una fruta muy sensible a los cambios de temperatura, es importante mantenerla en la nevera.
Debe estar siempre refrigerada, nunca a temperatura ambiente. Principalmente en recipiente hermético, y si es posible de vidrio, o envuelta en papel film para evitar que se reseque o coja olores. Otra opción sería utilizar una bolsa con cierre asegurándose de sacar el aire antes de cerrarla.
Según los expertos, si se siguen estos pasos, la sandía podría aguantar, con prácticamente todas sus propiedades, hasta cinco días en la nevera. Después de ese tiempo, puede empezar a perder textura, sabor y calidad.
¿Se puede congelar?
Sí, pero con matices. La sandía se puede congelar, pero su textura se verá afectada. Por eso, solo se recomienda hacerlo si se va a usar en batidos, zumos o platos donde se mezcle con otros ingredientes. No es adecuada para consumir tal cual después de congelarla.
Por tanto, conservar bien la sandía no solo evita desperdiciar comida, sino que te permite disfrutarla durante más días sin perder ese sabor tan veraniego. Si se elige bien y se guarda como es debido el verano será mucho más llevadero.
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