
Estamos en mitad de una conversación y nos dispersamos, estamos leyendo o viendo un capítulo de una serie y nos damos cuenta de que hace algunos minutos que hemos desconectado de la historia. En estos eventos tan frecuentes solemos decir que nuestra mente se ha quedado en blanco, pero ¿es esto realmente posible? ¿Puede nuestro cerebro apagarse durante segundos?
Un equipo internacional de neurocientíficos y filósofos ha recopilado el conocimiento sobre la mente en blanco. Anteriormente, esta solo se estudiaba mediante investigaciones y experimentos desarrollados para estudiar la divagación mental, una experiencia interna similar en la que nuestros pensamientos fluyen fluidamente como un arroyo. Los investigadores argumentan que la mente en blanco es una experiencia distinta que implica sentirse más somnoliento, más lento y cometer más errores, y que debería inspirarse en la investigación sobre la divagación mental, pero considerarse de forma independiente.
“Intentamos comprender mejor la mente en blanco analizando 80 artículos de investigación relevantes, incluidos algunos propios en los que registramos la actividad cerebral de los participantes cuando informaban que ‘no estaban pensando en nada’”, explica la autora Athena Demertzi de GIGA Research en la Universidad de Lieja, Bélgica.
Las conclusiones de la investigación, publicada en la revista Trends in Cognitive Sciences, incluyen que la frecuencia de la mente en blanco varía mucho entre distintas personas, pero una persona experimenta el fenómeno aproximadamente entre el 5% y el 20% del tiempo en promedio.
Por otra parte, las experiencias comunes definidas como “mente en blanco” incluyen lapsos de atención, problemas de memoria y un cese del habla interna, entre otros. Igualmente, se señala que los momentos en blanco tienden a ocurrir hacia el final de tareas que requieren atención prolongada y sostenida, como exámenes, y después de la falta de sueño o ejercicio físico intenso, pero también son un estado típico de vigilia.
Un cerebro “dormido”
Durante los estados de inactividad mental tras tareas de atención sostenida, la frecuencia cardíaca y el tamaño de las pupilas disminuyeron, y sus cerebros mostraron una menor complejidad de señales, un estado que se observa típicamente en personas inconscientes. Durante el estado de inactividad mental, observaron interrupciones en el procesamiento sensorial y ondas electroencefalográficas lentas, similares a las del sueño. Los autores describen estos estados, en los que partes del cerebro parecen dormidas, como “episodios locales de sueño”.
Un aumento de la actividad neuronal en las regiones corticales posteriores del cerebro también puede provocar que la mente quede en blanco, como sucede cuando el pensamiento a alta velocidad conduce a una función cognitiva más lenta.
Cuando se instó a las personas a “vaciar sus mentes” activamente, los investigadores observaron desactivaciones en el giro frontal inferior, el área de Broca, la corteza motora suplementaria y el hipocampo.
Los investigadores especulan que el factor común entre las diferentes formas de borrado puede estar relacionado con cambios en los niveles de excitación, lo que conduce a un mal funcionamiento de mecanismos cognitivos clave como la memoria, el lenguaje o la atención.
Dado que las experiencias de mente en blanco varían enormemente, tanto en términos de las experiencias subjetivas de las personas como de su actividad neuronal, los investigadores proponen un marco que describe la mente en blanco como un conjunto dinámico de experiencias fisiológicamente impulsadas, mediadas por estados de excitación o el estado de “vigilancia” fisiológica de una persona. Según ellos, esto significa que cuando el cerebro se encuentra en un estado de excitación alta o baja, es más probable que se produzca una mente en blanco.