
El apagón masivo que sufrieron España y Portugal durante el día de ayer y buena parte de la madrugada generó en muchas personas una sensación de profundo estrés. Los servicios de Emergencias atendieron la llamada de cientos de personas por crisis de ansiedad, especialmente las de aquellas que se habían quedado encerradas en ascensores.
Frente a eventos de este tipo tan cargados de incertidumbre, es natural que nuestro sistema nervioso se hiperactive. Así, se aumenta el ritmo cardíaco, los músculos se tensan, las pupilas se dilatan... y en algunas ocasiones, puede derivar en un ataque de ansiedad.
Si vemos que alguien está sufriendo un ataque de ansiedad, es importante saber cómo actuar para brindar una ayuda efectiva que no sea contraproducente. El doctor David Sommers, experto del Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, explica cómo podemos actuar ante esta situación.
La ansiedad puede presentarse de muchas formas: respiración agitada, sensación de opresión en el pecho, sudoración, temblores, pensamientos acelerados o incluso llanto incontrolable. Ante un cuadro así, la primera reacción puede ser de desconcierto, tanto para quien la sufre como para quienes lo rodean. Sin embargo, el apoyo inmediato y empático de otra persona puede marcar una gran diferencia.
Saber cómo acercarse
El doctor Sommers enfatiza que la forma en que se inicia la conversación es crucial. No es lo mismo hablar con un compañero de trabajo que con un hijo, un padre o una pareja. “Considere el tipo de relación que tiene con la persona”, recomienda el especialista. Acercarse desde la empatía, sin juicios ni imposiciones, es esencial para que el mensaje sea bien recibido. Si se actúa de forma autoritaria o invasiva, es probable que la persona reaccione a la defensiva.
Hacer preguntas con cuidado
Una vez dado el primer paso, es importante abrir espacio para el diálogo. Hacer preguntas abiertas como “¿cómo te sientes?” o “¿quieres contarme qué te pasa?” puede ayudar a que la persona comience a expresarse. Sin embargo, es común que la primera respuesta sea un simple “estoy bien”, aunque no lo esté. En esos casos, se puede insistir suavemente, señalando con respeto lo que se ha observado para abrir la puerta a una conversación más profunda.
La importancia de escuchar
Más allá de las palabras, uno de los actos más valiosos en estos casos es la escucha activa. “A veces, lo único que la persona necesita es que alguien la escuche”, afirma el doctor Sommers. Esto implica no interrumpir, no minimizar sus sentimientos y no intentar “arreglar” la situación con soluciones rápidas. También es clave prestar atención al lenguaje corporal propio: mantener contacto visual, asentir con la cabeza o simplemente mostrar interés puede transmitir apoyo sin necesidad de hablar demasiado.
Validar las emociones
Frases como “todos nos sentimos ansiosos a veces” o “yo también he pasado por eso” pueden tener un impacto positivo, siempre que no se utilicen para restar importancia a lo que está viviendo la otra persona. Validar sus emociones, reconociendo que lo que siente es real y difícil, ayuda a que no se sienta sola ni juzgada. “No hay que decirle que está exagerando o que todo está en su cabeza”, señala el especialista.