
La miel es, o debería, un alimento 100% natural, fruto del néctar recolectado de las flores por las abejas, que recolectan y almacenan en sus panales y que, eso sí, principalmente aporta azúcares. España es un gran productor -más de 30.000 toneladas anuales- y de altísima calidad, con Galicia, Extremadura, Castilla-La Mancha y Aragón como epicentros por su diversidad floral y condiciones climáticas. Pero nuestro mercado no ha sido excepción en la sospecha que ha amenazado también la credibilidad en nuestros competidores europeos, con China en común.
La importación de miel china a Europa señala a productores, pero también a las autoridades sanitarias a la hora de establecer unos estándares que protejan al consumidor tanto en la información que recibe en el etiquetado como en la ingesta. En los últimos años, numerosos análisis han levantado alarmas no ya sobre la calidad, sino sobre la propia autenticidad del producto cuando llega del país asiático, donde en distintos orígenes se adulteraría con la adición de jarabes y elementos para aportar sabor o consistencia a una base sin la pureza exigible.
En efecto, a pesar de que la miel china está autorizada para su importación en la Unión Europea, varios estudios han señalado que esta miel no siempre cumple con los estándares de pureza establecidos por la legislación comunitaria, lo que ha llevado a que las autoridades aduaneras y los organismos de control alimentario endurezcan sus criterios, especialmente a raíz de las crecientes denuncias de fraude en la industria apícola. La falta de trazabilidad y transparencia en la cadena de suministro estaban dificultando verificar origen y composición exactas de la miel importada de China.
“Sucedáneo de miel”
Ahora, el foco está en Francia. La Famille Michaud, mayor productora en Europa (y reconocible en la marca Luna de Miel, de venta en supermercados en España), ha terminado pagando para poner fin a un conflicto judicial de más de 12 años, si bien no ha salido a la luz pública la suma. Con sede en Gan, cerca de Pau, la empresa ha llegado a un acuerdo con la Administración de Aduanas. El origen del litigio se remonta a 2013, cuando un control sobre miel importada desde China desencadenó una controversia sobre la autenticidad del producto. Las autoridades acusaron a la compañía empresa de vender un “sucedáneo de miel”, cuentan L’Informé y Sud Ouest.

Según los detalles revelados por medios locales, fue el impulso del caso en 2024 por parte de la Corte de Casación lo que llevó a Famille Michaud Apiculteurs a actuar para acallar la mala imagen sobre la marca, abonando lo que se le exigía. Pese a esto, la empresa mantiene su postura de que no cometió fraude alguno, asegurando que todo se debe a un “desacuerdo técnico sobre los métodos de análisis que se deben aplicar para controlar los productos”. En particular, Michaud cuestiona el uso de la técnica de resonancia magnética nuclear (RMN) para determinar la autenticidad de la miel.
La firma explica que, en su opinión, la técnica de RMN en 2013 no era pertinente debido a la falta de una base de datos comparativa robusta, que en ese entonces solo contaba con menos de 200 muestras, mientras que hoy en día hay más de 28.000. Además, Michaud defiende que había realizado análisis exhaustivos de los lotes de miel en cuestión en su propio laboratorio, el cual opera desde hace más de 50 años y que en 2024 llevó a cabo más de 32.000 pruebas, rechazando el 27% de las muestras recibidas por no cumplir con los estándares establecidos.
A pesar de las dificultades, Michaud asegura que esta resolución marca el fin de una etapa y les permitirá enfocarse en el futuro. La empresa, que trabaja con 600 apicultores y emplea a 235 personas en su sede histórica en Gan, afirma que continuará su labor con la convicción de que sus productos cumplen con los más altos estándares de calidad y transparencia.

Cómo saber si una miel es española
En España, la legislación se ajusta a los estándares de la Unión Europea, especialmente al Reglamento (CE) Nº 123/2009, que establece las condiciones bajo las cuales la miel debe ser comercializada. Esta normativa abarca desde la trazabilidad de la miel hasta el etiquetado y el control de contaminantes, con el objetivo de proteger al consumidor y asegurar que el producto no haya sido adulterado, particularmente con azúcares añadidos. Los controles incluyen análisis para detectar la presencia de pesticidas, antibióticos u otros residuos, tanto en la miel como en los lotes de producción.
Para saber si una miel es nacional, la normativa exige que el etiquetado incluya de manera clara su origen. Si el producto es de origen exclusivamente español, debe indicarse como tal en la etiqueta. Además, algunas mieles cuentan con certificaciones de Denominación de Origen (D.O.), como las mieles de La Alcarria o de Galicia, que garantizan un control más riguroso en cuanto a calidad y origen. Otro indicador relevante es la presencia de sellos de calidad, como el Ecológico, que aunque no necesariamente indique que el producto sea nacional, sí asegura que se ha producido bajo estrictos criterios de control.