Los niños que comen pescado dos veces por semana tienden a ser más sociables, según un estudio

Una reciente investigación ha encontrado una relación entre el consumo semanal de pescado y los comportamientos sociales de los más pequeños

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Pescado sobre una base de
Pescado sobre una base de ensalada (Shutterstock)

Un consumo regular de pescado a edades tempranas favorece la interacción social y la capacidad de compartir de los niños. Así lo asegura un revelador estudio recientemente publicado en la European Journal of Nutrition tras analizar la asociación entre la ingesta de pescado en niños de 7 años y sus habilidades cognitivas y conductuales.

La investigación recoge datos de 5.969 niños divididos en tres grupos en función de su consumo semanal de pescado: nulo, de 1 a 190 gramos; y de al menos 190 gramos. Los resultados indicaron que los niños que ingerían menos de 190 g de pescado por semana tenían un mayor riesgo de presentar comportamientos menos sociales a los 7 y 9 años de edad. En comparación con aquellos que alcanzaban o superaban esa cantidad, los niños que no consumían pescado tenían un 35% más de riesgo a los 7 años y un 43% más a los 9 años de mostrar una menor interacción prosocial.

El estudio también destacó que la mayoría de los niños consumían menos pescado del recomendado, que es al menos dos raciones semanales. Entre las razones que explican este bajo consumo se encuentran las preocupaciones de los padres sobre los contaminantes, como el mercurio, así como factores económicos y culturales. Mirella Elia, nutricionista del hospital pediátrico Bambin Gesù de Roma, señala que “el mercurio está presente en pescados de gran tamaño como el atún y el pez espada, por lo que su consumo debería ser ocasional en la dieta infantil”. En los adultos, el consumo de pescado no solo debe formar parte de una dieta equilibrada, sino que su su ingesta debe ser de 3-4 raciones a la semana.

En su lugar, recomienda favorecer otras opciones más seguras y nutritivas, como el pescado azul, la caballa o las anchoas, que tienen un mayor contenido de ácidos omega-3 y un menor riesgo de contaminación. Los omega-3 no solo son conocidos por su capacidad de proteger el sistema cardiovascular y su acción antiinflamatoria, sino que también desempeñan un papel crucial en el desarrollo de funciones esenciales como la visión y el sistema nervioso central. Estos ácidos grasos favorecen la memoria, el desarrollo de las neuronas y las sinapsis (las conexiones neuronales).

Uno de los pescados más sanos y completos es también el más barato: “Una ración casi cubre el 100% de los objetivos nutricionales del día”.

El efecto del pescado en el cerebro de los niños

Una posible explicación para el efecto positivo del consumo de pescado en el comportamiento infantil es que los omega-3 influyen en el equilibrio neurológico. Dado que el cuerpo no puede producir estos ácidos grasos esenciales por sí solo, es fundamental obtenerlos a través de la alimentación. El pescado es la fuente más eficiente de omega-3 en una forma directamente utilizable, a diferencia de los aceites vegetales y frutos secos, donde estos se encuentran en formas precursoras que el organismo debe convertir para su aprovechamiento.

Además de los omega-3, el pescado es una fuente de proteínas de alta calidad, ya que contiene todos los aminoácidos esenciales que el cuerpo no puede sintetizar por sí mismo. Según Mirella Elia, “estas proteínas son altamente digestibles, lo que explica por qué se introducen pescados bajos en grasa, como la trucha, la solla o el lenguado, durante el período de destete, alrededor del séptimo u octavo mes de vida”.