
Desde el siglo VIII se cultiva en Japón y China un fruto que hoy ya ha dado la vuelta al mundo y que ha enamorado los paladares gracias a su sabrosa y dulce pulpa. Los caquis, con su textura suave y su color anaranjado, encierran múltiples propiedades cargadas de beneficios nutricionales. Es por ello que, cuando están en temporada, muchas personas optan por consumirlos diariamente.
Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), el persimon es una excelente fuente de provitamina A, vitamina C, fibra soluble e insoluble y minerales esenciales como el potasio. Sin embargo, como ocurre con cualquier alimento, su consumo excesivo también puede tener efectos no tan favorables.
Uno de los efectos más notables de comer caqui regularmente está relacionado con el sistema digestivo. Esta fruta contiene pectina y mucílagos, dos tipos de fibra soluble que ayudan a retener agua en el intestino, lo que aumenta el volumen de las heces y facilita el tránsito intestinal. Este efecto puede ser beneficioso para quienes sufren de estreñimiento, ya que el consumo regular del persimon puede suavizar y acelerar la evacuación.
Además, el caqui también aporta fibra insoluble, lo que favorece aún más el movimiento intestinal y puede ayudar a prevenir problemas como el colon irritable o la diverticulosis. No obstante, un consumo excesivo puede provocar efectos no deseados, como diarrea o molestias abdominales, especialmente en personas con un aparato digestivo más sensible.
El caqui, fuente de vitamina C y vitamina A
El caqui es una fuente importante de vitamina C, un nutriente esencial para el correcto funcionamiento del sistema inmunológico. Según la FEN, un caqui de tamaño medio aporta aproximadamente el 46% de las ingestas diarias recomendadas (IDR) de esta vitamina.
Es por ello que consumir esta fruta diariamente puede reforzar las defensas del organismo, ayudando a prevenir infecciones comunes como resfriados y gripes. Además, la vitamina C es un potente antioxidante que combate el estrés oxidativo, responsable del envejecimiento celular y de diversas enfermedades crónicas.
Otro de los beneficios destacados del caqui es su alto contenido de provitamina A, en forma de β-criptoxantina, un carotenoide responsable de su color anaranjado. El organismo transforma este compuesto en vitamina A, fundamental para la salud ocular, el mantenimiento de la piel y el funcionamiento adecuado del sistema inmunológico.
El consumo regular de caqui puede ayudar a prevenir problemas de visión relacionados con la edad, como la degeneración macular, y favorecer una piel más luminosa y saludable. Asimismo, la vitamina A es esencial para la regeneración de los tejidos y la cicatrización de heridas.
El caqui es rico en potasio, un mineral que desempeña un papel crucial en la regulación de la presión arterial. El potasio ayuda a equilibrar los niveles de sodio en el organismo, lo que reduce la presión arterial y disminuye el riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión o los accidentes cerebrovasculares.
A pesar de su sabor dulce, el caqui es una fruta relativamente baja en calorías (aproximadamente 70 kcal por cada 100 g, según la FEN), lo que lo convierte en una opción saludable para quienes desean controlar su peso. Por otra parte, su alto contenido en fibra ayuda a prolongar la sensación de saciedad, lo que puede reducir la ingesta de otros alimentos a lo largo del día.