
Un análisis reciente, publicado en la web de Statista en febrero de 2025 y realizado por la Global Entrepreneurship Research Association, ha revelado este dato: los países de ingresos medios destacan por tener un mayor porcentaje de mujeres involucradas en actividades empresariales— específicamente en actividades empresariales propias— en comparación con los países más desarrollados o con más ingresos.
El estudio, que abarcó 51 países y territorios, identificó a Ecuador, Guatemala, Jordania y Tailandia como ejemplos destacados de economías donde las mujeres emprendedoras son particularmente comunes. Entre los países desarrollados, Arabia Saudita también figura como un caso notable donde las mujeres suelen desarrollar empresas y proyectos profesionales por su propio pie.
Por otra parte, los países de altos ingresos en el continente americano, como Canadá, Chile o Estados Unidos, presentan en los datos mejores tasas de emprendimiento femenino que algunos de los países con mejores economías de Europa, y también del este asiático.
Sin embargo, en Europa muchas naciones desarrolladas muestran tasas sorprendentemente bajas de mujeres empresarias. Este fenómeno también se observa en algunos países asiáticos, tanto en economías de bajos ingresos como en aquellas más avanzadas.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de los datos de este estudio? Si bien a nadie le puede sorprender que la brecha de género también tenga algún tipo de participación en el mundo de los negocios propios, hay otras reflexiones que se pueden llevar a cabo sobre la realidad del emprendimiento femenino en muchos lugares del planeta.
¿Mercado abierto y actualizado o falta de oportunidades laborales?
Es cierto que uno podría esperar que en un país con una economía desarrollada hubiese más apoyo y oportunidades de negocio que en uno más pobre, pero la realidad es que emprender no siempre responde al sueño de tener un proyecto personal, sino también a la escasez de trabajo, que hace que tengan que surgir planes de forma autónoma y alternativa al mercado formal, sin depender de una empresa que tome la decisión de ofrecer un contrato.

De hecho, según un informe elaborado por el Observatorio del Emprendimiento, la cifra de personas que decidieron emprender porque el trabajo escaseaba se elevó ligeramente en España el pasado año 2024. La conclusión fue que siete de cada diez personas que toman la decisión de emprender lo hacen porque tienen problemas para encontrar trabajo, o bien porque las condiciones laborales que encuentran no les permiten desarrollar proyectos de vida dignos.
Y en el caso de las mujeres frente a los hombres, el porcentaje de las que deciden emprender por tener dificultades en el mundo laboral es ligeramente mayor. Mientras que uno de cada tres hombres emprende no por motivación, sino por necesidad, las mujeres suponen tres de cada cinco.
Emprender, o impulsar un negocio personal frente a la posibilidad de ser contratado, no es garantía de éxito ni supone una fuente de sustento económico a la larga, en muchos casos. Y esto significa que todos esos países que tienen más mujeres emprendedoras que otros, simplemente contabilizan cuántas mujeres apuestan por sus propias ideas de negocio, pero no qué les supone a nivel económico tal decisión, o si logran vivir en buenas condiciones gracias a sus proyectos.
Volviendo al estudio de la Global Entrepreneurship Research Association sobre el emprendimiento de las mujeres a nivel mundial, hay una idea que queda clara, y es que una brecha más estrecha no siempre indica una mayor igualdad de género.
Hay un ejemplo muy concreto, que es el de Corea del Sur, donde las cifras de emprendimiento femenino son particularmente altas: en menos de diez años, el porcentaje de mujeres empresarias ha pasado del 4% al 12%, situándose así en el octavo país de la lista con más mujeres emprendedoras.
No obstante, Corea del Sur es, según los análisis que ofrece la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), uno de los países con mayor desigualdad salarial entre hombres y mujeres: allí la brecha de género es de un 69,6%. No solo eso, sino que en este país solamente el 10% de los puestos directivos están ocupados por mujeres, lo que hace que ocupe el último lugar de la lista elaborada por la OCDE.
En este caso, el aumento del emprendimiento femenino es una respuesta a la falta de oportunidades laborales equitativas en el mercado laboral.

El freno de las mujeres en los altos cargos de las empresas a nivel mundial
Tampoco es posible dejarse llevar por el optimismo y pensar que en los países con economías más desarrolladas no hay tanto emprendimiento femenino porque la situación laboral de las mujeres es mejor. Y es que Equileap, la firma de investigación holandesa especializada en medir el progreso de las mujeres en las mayores corporaciones internacionales, ha alertado en su informe de este 2025 de que ha habido un frenazo femenino protagonizado en prácticamente todos los escalafones corporativos.
El porcentaje de las consejeras delegadas al frente de compañías que cotizan en las Bolsas más importantes del mundo es actualmente del 7%, lo mismo exactamente que el año anterior. Y también se ha quedado congelado el porcentaje del 9% de presidentas de los consejos de administración de las empresas más grandes.
Y aún peor: las directoras financieras suponían en el año 2024 el 17% del total de personas encargadas de llevar a cabo las actividades de ese puesto, y ahora, en 2025, han pasado a ser el 16%.
Esta información no encaja con el hecho de que, en los últimos años, el número de mujeres que se ha incorporado al mundo laboral ha crecido en, prácticamente, todos los rincones del planeta. Los Estados Árabes, el Norte de África y la zona de Asia Meridional, según los datos de Statista, son los que tienen menor porcentaje de mujeres trabajando, pero el resto del planeta ofrece estadísticas donde los porcentajes de hombres y mujeres con uno o varios empleos son bastante pares.
¿A qué se puede deber que, a pesar de esto, las mujeres sigan encontrando impedimentos en la oportunidad de escalar a nivel laboral y llegar a los puestos más altos? En Equileap lo tienen claro, sobre todo en lo que se refiere a los datos de este último año: el movimiento contra la equidad de género que se ha extendido en los últimos tiempos por Estados Unidos —y que cabe esperar que se va a extender más ahora que Donald Trump ha desplegado su idea de ir en contra de las políticas de diversidad—. Un movimiento que también está creciendo en Europa.
Un breve paréntesis de esperanza lo ofrece España, que, según esta misma información que ha analizado Equileap, es actualmente el primer país del mundo en igualdad de género en las empresas, quedando a la par con Francia. También está el primero en la lista de los países con mayor transparencia sobre la brecha salarial y en la actualización de políticas laborales contra el acoso sexual.

30 años desde la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing
Fue en el año 1995, hace ahora 30 años, cuando la Organización de las Naciones Unidas elaboró una declaración en la que se estipulaban los 12 aspectos principales que promovían obstáculos para la igualdad de género. Y es alentador afirmar, en concreto en el ámbito del trabajo por cuenta propia, que el aumento de mujeres emprendedoras en diversas regiones del mundo es un buen indicador porque implica la superación de muchas barreras.
Pero igualmente hay que hacer hincapié en un último punto clave, que es el que surge del dato que ofrece la Fundación Microfinanzas BBVA, de aquí de España: el emprendimiento femenino en nuestro país ha crecido significativamente en los últimos años, y de hecho está por encima de la media europea, pero se lleva a cabo con más dificultades para tener acceso a financiación.
De nada sirve, por tanto, tomar datos de manera aislada sobre el emprendimiento femenino en otras partes del mundo, si después no se tienen en cuenta el resto de estadísticas que aclaran la realidad: que las mujeres siguen encontrando dificultades en el mundo laboral en general, sobre todo para llegar a los altos cargos, y que cuando toman la decisión de emprender, suelen, por normal general, encontrar de igual forma un camino más complicado.