La incapacidad permanente es una de las herramientas sociales a disposición de aquellos ciudadanos que, por enfermedad, accidente o depresión, no son capaces de ejercer su actividad profesional y, por tanto, optan a recibir la máxima prestación económica de la Seguridad Social.
El propósito fundamental de esta ayuda es compensar la pérdida de ingresos causada por el deterioro de salud de quienes ya no pueden desarrollar su actividad laboral con normalidad. Existen cuatro grados de incapacidad permanente contemplados por la normativa: parcial, total, absoluta y gran invalidez. Cada grado define niveles diferentes en la limitación de las capacidades del trabajador y, en consecuencia, determina el alcance de la compensación económica.
El acceso a una pensión por incapacidad permanente requiere verificar si el trabajador afectado presenta un grado de discapacidad igual o superior al 33% para el desempeño de su profesión habitual. Para ello, la persona deberá someterse a varios exámenes médicos realizados por el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI), órgano encargado de determinar si corresponde conceder esta prestación, según lo indica la Seguridad Social.
Hay que ‘mostrar el dolor’ delante del tribunal
Además de aportar los informes médicos pertinentes -de peritos o de sanidad privada- y el documento sobre actividad profesional previa, una parte muy importante de este proceso tiene que ver con lo que el tribunal médico percibe de ti.
En palabras de un doctor, al que consultó ‘Lawtips’, un abogado influencer, en su perfil de TikTok, “es muy importante ver el estado. Si, por ejemplo, tienes una baja por una depresión y, de repente, llegas al tribunal saltando, pues nadie se va a creer que tienes una depresión”. El profesional sanitario agregó que hay que ser “consecuente” con los dolores o enfermedad que uno padece.
Otra indicación que aconseja, en este caso, el abogado es no tomarse medicamentos, antes de declarar delante del tribunal médico, ya que pueden “alterar tu estado anímico y rebajar tu dolor”; y es crucial no camuflar los dolores. Es decir, “si a ti te duele la espalda, cuando te sientes, que se note que te duele esa zona”, continúa el letrado.
El doctor especifica que la función del tribunal es “objetivar la deficiencia” del enfermo y “detectar” cuando las personas candidatas a obtener la incapacidad permanente están exagerando sus dolores o no. ‘Lawtips’ matiza que “lo ideal es que se note lo que tienes, pero que no te pases exagerándolo de tal manera que parece que estás mintiendo. Hay que jugar en esa línea”.
La batería de preguntas del tribunal
Si un paciente menciona que ha percibido alguna mejoría en su estado de salud, esto podría ser considerado por los inspectores como un indicador de que probablemente ya no sea necesario continuar con una incapacidad permanente, incluso si el individuo aún enfrenta limitaciones significativas. Por esta razón, los inspectores suelen iniciar sus preguntas con una consulta aparentemente simple pero dirigida: “¿Cómo estás?”. Aunque esta pregunta podría parecer rutinaria o cordial, en realidad se formula con la intención de evaluar con exactitud la evolución de la enfermedad.
La pregunta “¿Has notado alguna mejoría?” es otra de las más habituales durante estas evaluaciones. Aunque parece sencilla, su respuesta puede ser determinante en el proceso, dado que el EVI está entrenado para interpretar las expresiones verbales y gestuales del solicitante. Así, una simple declaración que intente reflejar resiliencia o mejoría podría ser interpretada como un indicio de recuperación suficiente para reintegrarse a su puesto de trabajo.
Por último, el tribunal médico se centra en obtener detalles precisos sobre las responsabilidades laborales que tenía el solicitante en su puesto. Para ello, se realizan preguntas específicas, como: “¿Qué tareas hacías en tu trabajo?” y “¿te gustaría seguir trabajando?”. A través de estas cuestiones, se busca entender el impacto que ha tenido la enfermedad en la capacidad funcional del solicitante y evaluar si existe una incapacidad significativa para cumplir con las demandas básicas de su empleo.