Cuando hacemos la compra mensual, es frecuente que, con el deseo de no tener que regresar pronto al supermercado, nos llevemos demasiado comida a casa. Esto provoca que a veces algunos alimentos lleguen a su fecha de vencimiento antes de que hayamos podido consumirlos, lo que nos lleva a tirarlos a la basura y haber desperdiciado comida y parte de nuestro dinero. El principal consejo siempre es valorar bien lo que vamos a comprar, poniendo especial atención en la fecha de caducidad de los alimentos para evitar que se pongan malos antes de que podamos haberlos utilizado. Sin embargo, en ocasiones es inevitable que esto suceda, lo que nos lleva a preguntarnos si es posible consumir los productos que ya han pasado de fecha.
En primer lugar, es importante diferenciar lo que significa cada una de las marcas que pueden llevar estos alimentos en sus etiquetas. La fecha de caducidad señala que, tras pasar el día indicado, es peligroso para nuestra salud comer o beber el producto: esto ocurre con la carne, el pollo, el pescado o el queso fresco, que pueden provocar intoxicaciones y enfermedades pasada esta fecha o incluso antes, si los alimentos no se han conservado a temperaturas adecuadas. Por el contrario, la fecha de consumo preferente únicamente se refiere al momento en el que el alimento mantiene su calidad óptima, pues es frecuente que con el paso del tiempo la mayoría de deterioren, perdiendo sabor, color, olor...
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señala que existen una serie de alimentos que, mientras no estén abiertos, pueden ser tomados aún habiendo pasado días o semanas desde la fecha de consumo preferente. Obviamente, siempre estando atentos a la posible presencia de signos de deterioro y teniendo en cuenta que estos productos pueden haber cambiado sus propiedades por el paso del tiempo, ya sea en cuanto a textura, color...
Pastas, arroces, legumbres y galletas saladas
Alimentos como la pasta, el arroz o las legumbres pueden durar meses o años si se conservar en lugares secos y a temperaturas recomendadas, algo que resulta primordial porque la humedad afecta a la resistencia de la harina y el azúcar. Por esta razón, debe elegirse correctamente el lugar en el que vamos a almacenar estos alimentos, que solemos comprar en grandes cantidades por lo bien que resisten el paso del tiempo cuando los mantenemos en buenas condiciones.
Lo mismo ocurre con las galletas saladas, que pueden preservarse durante bastante tiempo tras la fecha de consumo preferente indicada si se almacenan de forma adecuada, en lugares con ausencia de humedad. La OCU también señala que los bollos y las galletas envasadas pueden consumirse sin problemas siempre que se hayan mantenido en estas condiciones y no hayan sido abiertos.
Embutidos y quesos curados
Aunque no ocurre lo mismo con la carne y los quesos frescos, que deben desecharse tras pasar la fecha de caducidad por el peligro que suponen para la salud, la carne y el queso curados pueden seguir consumiéndose, retirando el moho de la superficie y también parte del producto que ha estado en contacto con la zona afectada.
Esta diferencia se debe a que, por norma general, el moho no penetra en los quesos duros o semiblandos, por lo que suele ser suficiente con deshacernos de la parte contaminada, siendo aconsejable cortar en torno a 3 centímetros alrededor y por debajo de la zona para asegurarnos. Sin embargo, cuando el producto continúa presentando signos como olor extraño o desagradable, lo mejor siempre es no consumirlo.
Otros productos que se pueden comer “caducados”
La OCU señala otros alimentos que, pasada la fecha de consumo preferente, podemos continuar tomando. Obviamente, siempre atendiendo a las señales del producto y asegurándonos de que no ha sido abierto y se ha mantenido en un lugar con buenas condiciones.
- Yogures
- Pan de molde
- Patatas fritas y frutos secos
- Refrescos y alcohol: con las bebidas alcohólicas debe tenerse cuidado, ya que algunas pueden estropearse con el paso del tiempo, aunque este periodo sea de años. De esta manera, puede mermar la calidad del producto, pese a que de forma general no supone un riesgo para la salud.
- Mermelada y mantequilla
- Sopas y salsas de sobre
- Envases de tomate frito