Entender cómo cada persona percibe y gestiona el dinero no solo transforma las finanzas personales, sino también mejora las relaciones humanas. Esto es lo que plantea Shane Enete, investigador en bienestar financiero, en su análisis publicado por Forbes.
A través del marco conceptual de los “mundos del dinero”, desarrollado por la psicóloga social Miriam Tatzel, se propone que la personalidad financiera impacta significativamente tanto en las decisiones económicas como en las interacciones personales.
La gestión del dinero no es únicamente un ejercicio técnico de presupuestos y balances; implica también aspectos emocionales y psicológicos profundamente arraigados. Según Enete, cada persona vive en un “mundo monetario” que define sus valores y comportamientos en torno al dinero. Reconocer estos espacios y entender sus características resulta esencial para prevenir conflictos y optimizar la convivencia, especialmente en relaciones de pareja.
Los “mundos del dinero”: una ventana a la psicología financiera
La Dra. Miriam Tatzel creó el concepto de “mundos del dinero” para explorar las actitudes y valores relacionados con el manejo del mismo. Esta herramienta clasifica las personalidades financieras a partir de dos variables clave: flexibilidad con el gasto y nivel de materialismo. Estas dimensiones permiten identificar patrones de comportamiento y explicar las diferencias entre individuos.
En el análisis de Enete, se destacó que las parejas suelen pertenecer a mundos financieros diferentes, lo que puede provocar tensiones. Por ejemplo, el investigador relató que su propio matrimonio atravesó conflictos porque su visión más despreocupada contrastaba con la meticulosidad financiera de su esposa. Este tipo de choques, aunque comunes, pueden resolverse al comprender las motivaciones subyacentes de cada personalidad.
Cuatro mundos financieros
1. Buscadores de valor
Son personas altamente materialistas, pero con una fuerte orientación al ahorro. Dedican tiempo a investigar precios y ofertas, creyendo que los productos más costosos garantizan calidad. Este enfoque práctico y calculado puede resultar positivo, aunque tiende a generar estrés debido al esfuerzo constante de maximizar cada compra.
2. No gastadores
Con un bajo nivel de materialismo y aversión al gasto, estas personas evitan consumir tanto como sea posible. Para ellos, los precios altos representan un aspecto negativo, y prefieren una vida sencilla sin adquisiciones frecuentes. Aunque este perfil favorece el ahorro, también puede dificultar la convivencia en situaciones que requieran flexibilidad económica.
3. Grandes gastadores
Materialistas y flexibles con el dinero, valoran las cosas materiales como una vía para experimentar y disfrutar la vida. Tienden a realizar compras impulsivas que generan satisfacción inmediata; sin embargo los expone a riesgos como el endeudamiento. Estudios citados por Forbes revelan que este grupo acumula la mayor cantidad de deudas de consumo.
4. Experimentadores
Poco materialistas pero flexibles con el gasto, priorizan experiencias sobre bienes materiales. Este enfoque incrementó su popularidad entre los Millennials y las generaciones más jóvenes, quienes prefieren destinar su dinero a viajes y servicios que fomenten el crecimiento personal. Tienden a evitar bienes que los anclen a un lugar, como casas o automóviles.
Las expresiones saludables y problemáticas de cada personalidad
El experto en planificación financiera personal enfatizó que cada uno de estos perfiles tiene versiones tanto positivas como negativas. Por ejemplo, mientras que un “experimentador” saludable invierte en experiencias que enriquecen su vida, una versión no saludable podría caer en un consumo descontrolado o negligencia hacia necesidades básicas.
Los “buscadores de valor” destacan en su versión saludable por optimizar sus recursos. Dedican tiempo a investigar y encontrar productos de calidad a buen precio, lo que les permite maximizar su poder adquisitivo. No obstante, cuando esta personalidad se descontrola, puede caer en la obsesión por buscar la mejor oferta, dedicando un tiempo excesivo incluso a decisiones menores, generando estrés y afectando su productividad.
Los “no gastadores”, cuando logran mantener un enfoque equilibrado, suelen ser ejemplos de disciplina y sostenibilidad. Este perfil minimalista les permite ahorrar con eficacia y llevar una vida sencilla. Sin embargo, si esta actitud se torna extrema, pueden evitar gastos necesarios, como invertir en salud o bienestar, lo que puede poner en riesgo su calidad de vida y tensar sus relaciones personales.
Por otro lado, los “grandes gastadores”, en su expresión más positiva, utilizan el dinero para enriquecer tanto sus vidas como las de quienes los rodean. Su inclinación por crear entornos confortables y experiencias memorables los convierte en excelentes anfitriones. No obstante, si pierden el control, tienden a gastar de forma impulsiva y acumular deudas, lo que puede deteriorar su estabilidad financiera y provocar conflictos con sus seres queridos.
Reconocer y valorar las diferencias financieras
Un aspecto central del marco de Tatzel es evitar los juicios negativos hacia otros mundos financieros. Cada enfoque tiene fortalezas y debilidades. Los “grandes gastadores” suelen ser excelentes anfitriones, mientras que los “no gastadores” inspiran con su estilo de vida minimalista. Valorar estas cualidades ayuda a reducir tensiones y a fomentar la comprensión mutua en relaciones personales y profesionales.
Forbes destacó que aprender a identificar el mundo financiero de cada persona puede mejorar significativamente las dinámicas interpersonales. Asimismo, reconocer las diferencias, en lugar de imponer un modelo único, es clave para construir relaciones más armoniosas y colaborativas.