
Durante décadas, el talento excepcional se asoció con una imagen casi incuestionable: niños prodigio que se destacan muy temprano, se concentran en una sola disciplina y, gracias a una práctica intensiva, alcanzan la cima del rendimiento mundial.
Esa narrativa guio políticas educativas, programas deportivos, conservatorios y academias de alto rendimiento en todo el mundo. Sin embargo, una revisión científica publicada en la revista Science puso en crisis ese modelo y propuso una lectura radicalmente distinta sobre cómo se construye la excelencia humana.
El trabajo reunió y reanalizó datos de más de 34.000 personas de rendimiento extraordinario en ámbitos tan diversos como la ciencia, la música, el ajedrez y el deporte. La muestra incluyó ganadores del Premio Nobel, compositores clásicos reconocidos, campeones olímpicos y los mejores ajedrecistas del planeta. Lejos de confirmar las hipótesis tradicionales, los resultados revelaron un patrón común que atravesó todas las disciplinas: quienes brillaron de forma temprana casi nunca coincidieron con quienes alcanzaron el máximo rendimiento en la adultez.
“Desde atletas como Simone Biles y Michael Phelps hasta científicos como Marie Curie y Albert Einstein, identificar el talento excepcional es esencial en la ciencia de la innovación. Pero, ¿cómo se origina el talento? ¿Los atletas, científicos y músicos más talentosos alcanzaron su máximo rendimiento relativamente temprano o tarde en su carrera? ¿Renunciaron a dominar múltiples deportes, materias académicas e instrumentos musicales para alcanzar un rendimiento de clase mundial en solo uno?”, se preguntaron los expertos en Science.
Esa inquietud funcionó como punto de partida de una investigación que revisó supuestos profundamente arraigados.
El equipo internacional e interdisciplinario estuvo encabezado por Arne Güllich, profesor de ciencias del deporte en la alemana Universidad RPTU de Kaiserslautern-Landau, junto con especialistas en psicología y economía del deporte de Alemania, Austria y Estados Unidos. Su objetivo no se limitó a describir trayectorias individuales, sino a identificar regularidades en el desarrollo de quienes alcanzaron niveles de excelencia excepcionales a lo largo del tiempo.

Uno de los hallazgos centrales fue contundente: los mejores jóvenes y los artistas de talla mundial en la adultez, en la mayoría de los casos, no fueron las mismas personas. El análisis mostró que los diez mejores ajedrecistas juveniles del mundo y los diez mejores ajedrecistas adultos apenas coincidieron en un pequeño porcentaje.
El mismo patrón apareció en estudiantes destacados, atletas internacionales y músicos de élite. La continuidad entre el talento temprano y el logro máximo posterior resultó ser la excepción y no la regla.
Además, la investigación reveló que muchos de quienes alcanzaron la cima en la adultez no sobresalieron en sus primeros años. Por el contrario, mostraron un desarrollo gradual, sin ubicarse entre los mejores de su grupo etario durante la juventud. En los niveles más altos de rendimiento adulto, el desempeño máximo se asoció de manera negativa con el rendimiento temprano, un resultado que contradice décadas de investigaciones previas centradas en poblaciones jóvenes.
Por qué la diversidad temprana supera a la especialización precoz

El análisis también puso el foco en otro aspecto clave del desarrollo del talento: la diversidad de experiencias. Mientras que los jóvenes con rendimientos excepcionales tempranos tendieron a concentrarse de manera intensa en una sola disciplina, quienes alcanzaron el rendimiento de clase mundial en la adultez recorrieron trayectorias más amplias y multidisciplinarias durante sus primeros años.
En palabras de los autores, “la evidencia disponible es muy consistente en todos los dominios: Los jóvenes artistas excepcionales y los adultos artistas de clase mundial posteriores son en gran medida dos poblaciones discretas a lo largo del tiempo.
El rendimiento excepcional temprano (p. ej., juvenil) se asocia con una amplia práctica específica de la disciplina, poca o ninguna práctica multidisciplinaria y un rápido progreso temprano”. En contraste, agregaron que “el rendimiento de clase mundial en la edad adulta se asocia con una práctica limitada específica de la disciplina, una mayor práctica multidisciplinaria y un progreso temprano gradual”.

Este patrón se repitió en todos los ámbitos analizados. En ciencia, música, deportes y ajedrez, los adultos de élite compartieron una característica común: durante su juventud exploraron distintas áreas de interés antes de consolidar su especialización. Esa diversidad temprana no representó una distracción, sino una ventaja acumulativa que potenció su desarrollo posterior.
Para explicar estos resultados, el equipo propuso tres hipótesis complementarias. La primera fue la hipótesis de búsqueda y coincidencia, que sostiene que la exposición a múltiples disciplinas aumenta la probabilidad de encontrar aquella que mejor se ajusta a las capacidades, intereses y motivaciones de cada persona. En lugar de forzar una elección temprana, la exploración prolongada favorece decisiones más acertadas a largo plazo.
La segunda fue la hipótesis del capital de aprendizaje mejorado. Según este enfoque, la diversidad de experiencias fortalece habilidades generales como la adaptación, la resolución de problemas y la transferencia de conocimientos entre dominios. Ese capital cognitivo y práctico mejora la capacidad de aprendizaje continuo cuando, más adelante, la persona se concentra en una disciplina específica.

La tercera fue la hipótesis de riesgos limitados. La participación multidisciplinaria reduce la exposición a factores que suelen truncar carreras prometedoras, como el agotamiento, el aburrimiento, el desequilibrio entre esfuerzo y descanso o las lesiones en disciplinas psicomotoras. Al diversificar las actividades, disminuye la presión temprana y se preserva la motivación a largo plazo.
Güllich sintetizó estas ideas al afirmar: “Aquellos que encuentran una disciplina óptima para sí mismos, desarrollan un mayor potencial de aprendizaje a largo plazo y tienen menos riesgos de factores que obstaculizan su carrera profesional, tienen mejores posibilidades de desarrollar un rendimiento de clase mundial”. La frase resume una visión que desplaza el énfasis desde el talento precoz hacia la construcción progresiva del rendimiento.
Las implicancias del estudio van más allá del ámbito académico. Durante décadas, escuelas, universidades, conservatorios y academias deportivas seleccionaron a los jóvenes de mayor rendimiento temprano y reforzaron esa ventaja mediante entrenamientos intensivos y especializados. Según los autores, ese enfoque se basó en evidencia parcial, centrada en poblaciones jóvenes y de bajo nivel, que no reflejaba las trayectorias reales de quienes alcanzaron la élite mundial.

El nuevo panorama invita a repensar las políticas públicas y los programas de formación de talentos. En lugar de acelerar la especialización, la evidencia sugiere fomentar trayectorias más flexibles, que alienten a los jóvenes a explorar dos o tres disciplinas de manera sostenida.
Estas áreas no necesitan estar directamente relacionadas. El propio estudio recuerda el caso de Albert Einstein, uno de los físicos más influyentes de la historia, quien mantuvo una relación intensa con la música y el violín desde su juventud.
A la luz de estos hallazgos, los responsables de diseñar programas educativos, deportivos y artísticos enfrentan un desafío significativo.

Promover la diversidad temprana implica modificar criterios de selección, estructuras de entrenamiento y expectativas sociales sobre el éxito. Sin embargo, la evidencia indica que ese cambio podría ampliar las oportunidades de desarrollar artistas, científicos y deportistas de talla mundial.
La investigación publicada en Science no ofrece una receta simple ni promete resultados inmediatos. Sí propone un marco conceptual sólido para comprender mejor cómo se construye el rendimiento humano excepcional.
Al desmontar el mito del talento precoz como condición indispensable, abre la puerta a trayectorias más inclusivas, menos lineales y potencialmente más exitosas a largo plazo. En ese giro conceptual reside la principal novedad del descubrimiento.
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