
La cebolla. Un alimento esencial en la cocina, muy versátil y utilizado en diversas preparaciones. Además, se dice que tiene beneficios medicinales, como ayudar a aliviar problemas respiratorios y proteger la salud cardiovascular, gracias a compuestos como la quercetina. No obstante, no todas las personas pueden consumirla debido a diversas condiciones de salud. Estas son las personas que deberían evitarla.
Personas con SIBO y sensibilidad a los sulfuros
El SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) es una condición en la que las bacterias en el intestino delgado proliferan en exceso, lo que puede causar síntomas como hinchazón, gases, dolor abdominal y diarrea. Dado que la cebolla es rica en FODMAPs, que son carbohidratos que las bacterias intestinales fermentan, su consumo puede agravar los síntomas del SIBO al alimentar este exceso de bacterias. Según el medio especializado Web Consultas, “por su alto contenido en azufre puede resultar irritante y causar ardor estomacal, por lo que no es un alimento recomendado en exceso para aquellas personas con problemas gastrointestinales, de reflujo o con patología renal”.
Por otro lado, la cebolla es un alimento rico en compuestos azufrados, lo que puede resultar problemático para personas con sensibilidad a estos compuestos, como el SIBO sulfuro, que se caracteriza por un sobrecrecimiento de bacterias reductoras de sulfato y se calcula que su prevalencia puede ser entre un 10% y un 25% de todos los SIBOs. Los sulfuros de la cebolla pueden irritar el sistema digestivo, ocasionando molestias gastrointestinales adicionales en personas sensibles a los mismos.

Personas con intolerancias y alergias
Aunque las alergias alimentarias a la cebolla no son comunes, algunas personas pueden experimentar reacciones adversas. La cebolla contiene compuestos como dialil disulfuro y proteínas transferidas por lípidos, que pueden desencadenar alergias en personas susceptibles. Los síntomas incluyen dificultad para respirar, urticaria, picazón en la piel, malestar estomacal e incluso reacciones graves como anafilaxia en casos extremos, que requieren atención médica inmediata.
Además, las personas con intolerancia a los FODMAPs deben evitar la cebolla. Este grupo de carbohidratos, que incluye la fructosa y la galactosa, es mal absorbido por el intestino y puede causar hinchazón, gases y dolor abdominal en personas con esta intolerancia digestiva.
Personas con determinadas patologías
Existen diversas patologías en las cuales el consumo de cebolla puede agravar los síntomas o generar complicaciones. Las personas con trastornos gastrointestinales, como el reflujo gastroesofágico o problemas gástricos, también deben evitar la cebolla debido a su alto contenido de compuestos azufrados, que pueden causar ardor estomacal, ya que favorecen la relajación del esfínter esofágico inferior, permitiendo que el contenido gástrico suba al esófago, lo que produce la sensación de acidez. Según explicó la endocrinóloga Tatiana Bochárova al medio Sputnik, “Quienes sufren de pancreatitis, gastritis o úlceras, deberían evitar consumirlas".
Las personas con enfermedades renales también deben tener precaución. Según la Fundación Española de la Nutrición, la cebolla requiere, por su alto contenido en azufre, que el riñón realice un esfuerzo extra para procesarla. En personas con insuficiencia renal o alteraciones en la función renal, el consumo excesivo de cebolla puede ser perjudicial, por lo que es recomendable moderar su ingesta.
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