
Algunas personas logran generar una impresión positiva casi de inmediato, irradiando una calidez que trasciende las buenas maneras superficiales. Según la psicóloga española Leticia Martín Enjuto, consultada por Cuerpomente, esta percepción de persona agradable no depende solo de la cortesía, sino de una serie de comportamientos sutiles que, aunque a menudo pasan desapercibidos, tienen un impacto profundo en la calidad de las relaciones personales.
Existen 8 gestos y actitudes que, de acuerdo con la psicología, distinguen a quienes son percibidos como realmente agradables.
La experta subraya que la verdadera diferencia en las relaciones humanas radica en pequeños detalles cotidianos. “La diferencia real en la calidad de nuestras relaciones la marcan esos pequeños comportamientos y actitudes que, aunque a veces pasan desapercibidos, generan un impacto profundo en quienes nos rodean”, afirma Martín Enjuto en declaraciones recogidas por Cuerpomente. Estos comportamientos, lejos de limitarse a la educación formal, construyen la base de la confianza y la cercanía.
1. Escucha activa y empática

El primero de estos comportamientos es la escucha activa y empática. Para la psicóloga, prestar atención genuina implica dejar de lado distracciones y mostrar un interés sincero por los sentimientos y pensamientos del interlocutor. Esta actitud transmite respeto y comprensión, y, cuando se combina con la empatía, permite ponerse en el lugar del otro y responder con sensibilidad. Así, se crean lazos de confianza y cercanía que fortalecen cualquier vínculo.
2. Sonrisa auténtica
La sonrisa auténtica ocupa el segundo lugar en la lista de Martín Enjuto. Más allá de su efecto inmediato en el ambiente, la sonrisa sincera tiene la capacidad de modificar la química cerebral y conectar a las personas. “Ese gesto sencillo rompe el hielo, transmite calidez y puede cambiar el tono de cualquier conversación”, explica la experta a Cuerpomente.
3. Coherencia

La coherencia entre palabras y acciones es otro pilar fundamental. La psicóloga advierte que la simpatía no se sostiene solo en las formas, sino que requiere una alineación entre lo que se dice y lo que se hace. Un ejemplo cotidiano es cuando alguien se presenta como tolerante, pero luego critica a otros, lo que genera desconfianza. “Cumplir lo que prometemos y actuar en línea con nuestros valores, inspira confianza y hace que los demás se sientan seguros a nuestro lado”, sostiene Martín Enjuto.
4. Valorar a los demás
Valorar a los demás es otro de los gestos que marcan la diferencia. Reconocer y apreciar a quienes nos rodean, incluso con pequeños gestos o palabras de reconocimiento, puede reforzar la autoestima del otro y fomentar un ambiente positivo. No se trata de grandes elogios, sino de mostrar aprecio sincero en lo cotidiano.
5. Respetar los límites

El respeto por los límites ajenos también resulta esencial. Saber cuándo acompañar y cuándo dar espacio demuestra madurez y consideración, evitando situaciones incómodas y permitiendo que cada persona se sienta libre y respetada. Esta capacidad, según la experta, contribuye a relaciones más sanas y equilibradas.
6. Sentido del humor
El sentido del humor equilibrado, siempre que se utilice de forma respetuosa, es un gran aliado en la interacción social. Un comentario oportuno puede aliviar tensiones, generar complicidad y hacer que los momentos compartidos resulten más agradables y memorables. Martín Enjuto destaca que el humor equilibrado favorece la conexión sin caer en excesos que puedan incomodar.
7. Capacidad de pedir disculpas

La capacidad de pedir disculpas y admitir errores es otro rasgo que distingue a las personas agradables. Para la psicóloga, reconocer los propios fallos y pedir perdón de manera sincera es una muestra de humildad y madurez emocional. “Reconocer que nos hemos equivocado y pedir perdón de manera sincera no solo resuelve conflictos, sino que fortalece los lazos de confianza y respeto mutuo”, concluye la experta en su diálogo con Cuerpomente.
8. Interés genuino por los demás
Por último, el interés genuino por los demás aporta profundidad a las relaciones. Este comportamiento se manifiesta en gestos como hacer preguntas abiertas, recordar detalles importantes de la vida de las personas y mostrar auténtica curiosidad por sus experiencias. Tales actitudes refuerzan la sensación de cercanía y hacen que el otro se sienta valorado.
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