
Hablar con uno mismo en voz alta es una práctica común que muchas personas realizan de manera espontánea. Puede ocurrir tanto en la intimidad del hogar como en un ámbito público.
Este fenómeno, que a menudo pasa desapercibido, tiene diversas connotaciones y puede ser interpretado de distintas formas dependiendo el contexto en el que se produzca.
Infobae consultó a expertos para desentrañar qué se esconde detrás de este acto que puede tener tanto beneficios como valoraciones negativas, en algunos casos.
Verónica Mora, médica psiquiatra, expresidenta del Capítulo de Psiquiatría y Ley de la Asociación Psiquiátrica Argentina (APSA) y presidenta Honoraria del Capítulo de Drogodependencia y Alcoholismo de APSA, dijo a Infobae que hablar con uno mismo en voz alta no es necesariamente una conducta patológica. “Seguramente hay muchas razones por las cuales diferentes personas pueden hablar con si mismas en voz alta. En principio no es una conducta necesariamente patológica. Y aunque no sea demasiado frecuente, tampoco es exótica”, afirmó.
La doctora Mora destacó: “Normalmente las personas podemos recurrir a hablarnos a nosotras mismas, incluso en voz alta, con el fin de organizar nuestro pensamiento y optimizar tiempo y espacio para nuestras tareas”, comentó. A su juicio, hablar en voz alta también puede facilitar la concentración y la integración de ideas. Además, en situaciones de ansiedad o temor, algunas personas se hablan a sí mismas como una forma de darse ánimo, lo que ella describió como una “especie de arenga personal”.

“En este sentido, puede considerarse un beneficio que muchas de esas tareas se alcancen con mayor eficacia y eficiencia. O que los afrontamientos se hagan y no se eviten”, explicó. En cuanto a las posibles consecuencias de esta conducta, Mora no vio mayores problemas, más allá de las reacciones de quienes puedan encontrarla extraña. “No veo potenciales consecuencias negativas de esta conducta, más allá de comentarios de terceros a quienes puede llamar la atención. Siempre lo diferente llama la atención”, señaló.
No obstante, Mora subrayó: “Es importante diferenciar esa conducta reflexiva y privada, de lo que en psiquiatría llamamos soliloquios. Éstos últimos suelen ser una manifestación de trastornos severos y responden a otros síntomas internos como las alucinaciones. Son situaciones clínicas complejas que requieren de una observación detenida para poder hacer un diagnóstico adecuado- Pero nunca diría que son consecuencias de actitudes reflexivas como las que mencionábamos antes”.
¿El diálogo interno es saludable? Impacto en la memoria, el rendimiento y las emociones
Por su parte, Santiago Tizio, neurólogo y jefe del área de Neurología del Hospital Español de La Plata, explicó en diálogo con Infobae que el diálogo interno, ya sea en voz alta o de manera interna, tiene un impacto neurológico interesante, que puede traer tanto beneficios como algunas consecuencias negativas, dependiendo del contexto.
“Desde un punto de vista cerebral, se ha visto que este tipo de habla, activa regiones clave relacionadas con el control cognitivo, como la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza cingulada anterior y los ganglios basales. Estas áreas están involucradas en la planificación, la regulación del comportamiento y la toma de decisiones. Hay evidencia de que verbalizar pensamientos puede mejorar la memoria de trabajo y la resolución de problemas, ya que ayuda a organizar la información de manera más estructurada”, dijo.

Y añadió: “Otro aspecto importante es la regulación emocional. Hablarse a uno mismo puede activar la corteza prefrontal ventromedial, que juega un papel en la autorregulación emocional y en la inhibición de respuestas impulsivas. Por eso, muchas personas utilizan el diálogo interno como una estrategia para calmarse o manejar el estrés”.
“Incluso en términos de control motor -repasó Tizio- algunos estudios sugieren que verbalizar una acción antes de realizarla puede mejorar la precisión y el desempeño, algo que se ha documentado en atletas y en tareas que requieren coordinación fina”.
No obstante, de acuerdo al neurólogo, “hablar con uno mismo puede tener consecuencias negativas. Un diálogo excesivo o negativo, sobre todo si se vuelve repetitivo y rumiativo, se asocia con trastornos como la ansiedad y la depresión. En estos casos, la actividad en la corteza prefrontal puede volverse menos eficiente, y hay un mayor participación de otras regiones como la amígdala, que está relacionada con la respuesta al estrés, con un aumento del estado de vigilancia, mayor sensación de ansiedad y angustia, así como también una disminución de la capacidad de racionalizar o procesar pensamientos negativos, llevando a un mayor estado de rumiación (círculo vicioso), empujado al individuo a continuar atrapado en pensamientos negativos sin encontrar soluciones”.
A su turno, Sergio Grosman, médico psiquiatra y presidente del capítulo Psicoterapias de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), fue consultado por Infobae y postuló: “Todos tenemos un diálogo interno que es fácil de identificar. Este diálogo, en silencio o en voz alta, a veces es con nosotros mismos y a veces es con las imágenes de las personas que forman o formaron parte de nuestra vida. Como cuando uno piensa: ‘¿Qué me diría papá o mamá si estuviera aquí?’”.

Grosman también precisó: “Este diálogo interno, a veces, se expresa en voz alta y es un proceso natural. Hay un psicólogo que lo investigó en profundidad hace muchos años: Lev Vygotsky, quien evaluó el crecimiento del niño en el desarrollo cognitivo, como cuando los chicos hablan solos mientras juegan, y esto forma parte de su proceso evolutivo”.
En esa línea, el experto explicó: “A veces, el diálogo en voz alta con uno mismo puede dar un poco de vergüenza, porque algunas personas lo relacionan con el enfermo mental que habla con alucinaciones y siente que las alucinaciones le responden. Sin embargo, la mayoría de las personas que dialogan en voz alta consigo mismas no lo hacen con alucinaciones, por supuesto”.
Grosman mencionó que hablar en voz alta con uno mismo tiene beneficios, como mejorar la concentración. “Uno de los usos es para aumentar la concentración. A veces, tengo que hacer algo nuevo que estoy aprendiendo y me repito en voz alta los pasos que debo seguir para no saltearme ninguno. O cuando estoy aprendiendo algo, puedo, por ejemplo, dar la lección en voz alta como si estuviera con un profesor”, comentó.
En cuanto a la función emocional del diálogo en voz alta, Grosman indicó que puede servir para una descarga emocional, como cuando alguien se tropieza y expresa su frustración. “Todos nos podemos identificar con hablar en voz alta de esta forma, como cuando me tropiezo y digo un insulto porque me caí, y ahí hay una descarga emocional”, dijo.

El especialista también destacó un aspecto particular de este fenómeno, que permite una cierta distancia: “Este fenómeno de hablar en voz alta con uno mismo, de alguna manera, implica que una de las dos voces—el uno mismo que está hablando y el uno mismo que se está escuchando—toma una posición de distancia”, explicó. Por último, el médico psiquiatra advirtió: “El diálogo interno, tanto en silencio como en voz alta, puede ser positivo o negativo. Puedo decirme: ‘Sos un inútil, no te sale nada, ¿qué estás pensando? Esto no era para vos’. O también cosas vinculadas con el miedo, como: ‘¿Y si te sale mal?’, ‘No te tendrías que meter en esto’, ‘Estudia bien las cosas que pueden salir mal’, ‘¿Y si se te cae?’, ‘¿Y si te asaltan?’”.
En tanto, en un artículo académico divulgado en Psychology Today, Robert N. Kraft, profesor de psicología cognitiva, apuntó: “Hablar en voz alta motiva a las personas y mejora su desempeño para las próximas actividades”, afirmó. Además, señaló que el diálogo interno se vuelve aún más efectivo cuando es afirmativo y promueve el distanciamiento personal.
“Hablar en voz alta contigo mismo también proporciona retroalimentación, crítica constructiva y refuerzo. Hablar en voz alta con nosotros mismos nos ayuda a comprender y gestionar eventos inusuales y sorprendentes en el mundo, así como desarrollos angustiantes que casi todos experimentamos, como dificultades en las relaciones y enfermedades”, dijo. Según él, las personas que viajan solas o participan en actividades como el senderismo descubren que hablar en voz alta en entornos novedosos hace que estos lugares sean más comprensibles, mientras que también proporciona autorrefuerzo y autogestión.
En segundo término, Kraft desarrolló: “La investigación sobre el aprendizaje de los estudiantes para convertirse en paramédicos mostraron que hablar en voz alta promovía el desarrollo de habilidades de razonamiento clínico, al tiempo que aumentaba la satisfacción con el aprendizaje de estas habilidades”.

“Después de circunstancias frustrantes, como interacciones sociales incómodas o desempeño académico decepcionante, podemos superar el arrepentimiento y reducir la autocrítica más efectivamente hablando en voz alta con nosotros mismos después”, siguió el especialista. Bajo su perspectiva, “es importante destacar que hablar en voz alta hace que el diálogo interno negativo sea más obvio, lo que nos permite escuchar nuestra negatividad y corregirla más fácilmente”.
Germán Picciochi, médico psiquiatra y especialista en neuropsiquiatría y neurología cognitiva, dijo a Infobae: “Se conoce como ‘habla privada’, ‘autoverbalización’ o ‘habla autodirigida’ al acto de hablar solo. La intención de estas conductas tiene como fin modular ciertos aspectos conductuales, afectivos y cognitivos. Se diferencia de un fenómeno conocido como soliloquio, que, en la jerga de la semiología psíquica, refiere al acto de hablar sólo de manera performativa. Éste último concepto deriva del teatro, cuando el director utiliza el recurso donde un personaje expresa sus pensamientos en voz alta ante una audiencia implícita”.
“Es muy común que las personas consulten, aunque con pudor, sobre los riesgos o significados de estas conductas. Por lo que para comprender la relevancia de estos actos y resolver estas inquietudes, solemos enumerar algunos de los beneficios o de signos de alarma que pueden formar parte de un problema de mayor magnitud”, dijo el médico.
“En cuanto a la regulación emocional las utilidades son muchas. Para la afectividad intrapersonal (hacia nosotros mismos) el acto poder verbalizar pronombres en tercera persona para describirnos, permite distanciarnos emocionalmente de una idea. Esto nos brindaría la posibilidad de pensar ‘fríamente’ o incluso desarrollar procesos más complejos como el de metacognición. Por otro lado, en materia de afectividad interpersonal (hacia otros) el habla privada permite organizar emociones disruptivas, clarificar objetivos y practicar conversaciones difíciles, como ensayar una negociación laboral”, consideró Picciochi.

Y sumó: “Respecto de las cuestiones a tener en cuenta como signos de alarma podemos diferenciarlas en dos aspectos. El primero de ellos vinculado al entorno y el segundo con el contenido discursivo. Es muy normal cruzar a personas en la vía pública gesticulando una conversación que no verbalizan y evidentemente sucede en su mente, pero sin embargo hasta este sutil acto nos llama la atención. Ver hablar solo en público a otra persona puede resultarnos peculiar, aunque la aceptación está creciendo, como por ejemplo cuando los deportistas se motivan en voz alta. La noción de percepción social tiene implicancias en la naturaleza de estas conductas. Mientras que en privado se considera intrascendente; hacerlo en público puede generar asombro de parte de terceros”.
“La clave está en el contexto y contenido; si el discurso es coherente, orientado a metas y no interfiere con la vida diaria, es completamente normal. Es diferente si hay expresiones performativas exageradas, cuando hay respuestas a alucinaciones o diálogos incoherentes o desorganizados. Por otro lado, en referencia al contenido de las autoverbalizaciones pueden surgir serios inconvenientes si el diálogo se vuelve enemigo, como en las autocríticas destructivas o los pensamientos nucleares rumiantes. Si el contenido es negativo (‘soy un fracaso’), posiblemente va a reforzar creencias limitantes, vinculándose a depresión, ansiedad u otros problemas de salud”, enfatizó el psiquiatra.
Finalmente, Lucía Crivelli, jefa del Servicio de Neuropsicología de Fleni, afirmó en conversación con Infobae: “Las personas que hablan consigo mismas en voz alta suelen hacerlo como una extensión de su lenguaje interno, lo que les permite organizar pensamientos, resolver problemas o regular emociones. Este fenómeno está relacionado con la memoria de trabajo verbal y el bucle fonológico, que son sistemas cerebrales que ayudan a mantener y manipular información temporalmente. Al verbalizar ideas, se activa el área de Broca, responsable de la producción del lenguaje, junto con la corteza prefrontal, que participa en la planificación y la autorregulación. Para muchas personas, escucharse a sí mismas puede ser una estrategia efectiva para concentrarse, tomar decisiones o tranquilizarse”.

Crivelli advirtió que en algunos contextos este comportamiento puede tener efectos negativos. “Si bien hablar con uno mismo en voz alta suele ser beneficioso, en ciertos contextos puede tener efectos negativos. Por ejemplo, cuando el contenido del auto-habla es predominantemente negativo o autocrítico, puede reforzar emociones como la ansiedad, la frustración o la baja autoestima. Además, un diálogo interno desregulado y constante puede intensificar el malestar psicológico, especialmente en personas con trastornos de ansiedad o depresión. En otros casos, una verbalización excesiva o inadecuada en espacios sociales puede generar incomodidad o malentendidos. Asimismo, cuando alguien responde en voz alta a voces imaginarias o mantiene conversaciones extensas consigo mismo sin conciencia de la realidad, podría ser señal de un trastorno psiquiátrico, como la esquizofrenia”.
La experta concluyó que, aunque hablar con uno mismo puede ser una herramienta útil para la autorregulación, es fundamental que se utilice de manera reflexiva y positiva. “Por eso, aunque es una herramienta útil para la autorregulación, es importante prestar atención a cómo y cuándo se utiliza. Mantener un diálogo interno positivo y reflexivo, en lugar de uno destructivo o descontrolado, es clave para obtener sus beneficios sin consecuencias negativas”.
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