Un equipo de investigadores del CONICET, junto con expertos de la Universidad de la República de Uruguay, dio a conocer el hallazgo de una fauna completamente nueva en la Patagonia, con fósiles de 75 millones de años de antigüedad. El descubrimiento tuvo lugar en la provincia de Río Negro, a unos 30 kilómetros al suroeste de General Roca, en una zona que en el pasado estuvo cubierta por ríos y lagunas.
Los restos incluyen una amplia variedad de organismos que habitaron ecosistemas de agua dulce, desde moluscos y peces hasta tortugas y cocodrilos. Además, se identificaron los fósiles de al menos siete individuos de una nueva especie de dinosaurio herbívoro: Chadititan calvoi.
Además, presencia de un depredador carnívoro del grupo de los abelisaurios sugiere que esta fauna formaba parte de una red ecológica. Los resultados de la investigación, que contó con el financiamiento de la National Geographic Society, fueron publicados en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales.
Un ecosistema perdido en el tiempo

Hace 75 millones de años, la Patagonia tenía ríos caudalosos, lagunas y extensos médanos, con una vegetación propia de climas cálidos y húmedos, en el lugar de la árida estepa que existe hoy en día. Este entorno albergaba una fauna diversa que incluía dinosaurios herbívoros, carnívoros, reptiles voladores y una gran cantidad de especies acuáticas.
El investigador Federico Agnolín, primer autor del trabajo, del CONICET y del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, explicó la importancia del descubrimiento: “Estos hallazgos nos permiten seguir reforzando la idea de que las faunas de la Patagonia del Cretácico eran muy diferentes a las del resto del mundo en esa misma época”.
Sin embargo, con el paso de los milenios, el paisaje cambió de manera drástica, los cuerpos de agua desaparecieron y el ecosistema evolucionó hasta convertirse en el terreno seco que se conoce en la actualidad.
El hallazgo de una fauna desconocida

El equipo realizó excavaciones en la provincia de Río Negro y encontró fósiles que revelaron la existencia de esta fauna que hasta ahora era completamente desconocida. El lugar donde se hallaron los restos corresponde a un antiguo sistema de agua dulce, donde convivían una gran variedad de organismos.
El descubrimiento más abundante fue el de tortugas de agua dulce, cuyos caparazones constituyen más del 90% de los fósiles recuperados. “Las tortugas que hallamos son muy similares a otras que hoy abundan en los ríos y arroyos del norte de nuestro país, pero que hoy en día no se pueden ver la Patagonia”, señaló Agnolín. Entre ellas se identificó a Yaminuechelys, una especie de gran tamaño cuyo caparazón alcanzaba los 80 centímetros de largo.

Además, los investigadores identificaron peces correspondientes a grupos que no suelen encontrarse en la región, como los pejelagartos (familia Lepisosteidae) y los peces pulmonados Metaceratodus kaopen. También se hallaron moluscos, con al menos seis especies registradas, que incluyen caracoles terrestres y almejas de agua dulce.
Entre ellos, destaca una especie aún no identificada que presenta similitudes con Aperostoma inca, que actualmente solo se encuentra en las selvas nubladas del norte del país, a más de 2.000 kilómetros de distancia. Por otra parte, los fragmentos de cocodrilos y reptiles voladores estaban incompletos y no permitieron identificar a qué grupos pertenecían.
<i>Chadititan calvoi</i> y los gigantes del pasado

Uno de los hallazgos más relevantes de la expedición fue el de Chadititan calvoi, una nueva especie de dinosaurio herbívoro de cuello largo que formaba parte del grupo de los saurópodos titanosaurios. En comparación con otros del mismo tipo, era pequeño: los ejemplares adultos no superaban los 10 metros de longitud, mientras que los juveniles medían menos de 3 metros.
Este dinosaurio estaba emparentado con los rinconsaurios, un grupo de titanosaurios de tamaño reducido que vivieron entre hace 80 y 70 millones de años. Según Agnolín, “todos ellos tenían un aspecto particular: cuello relativamente grueso que culminaba en un pecho amplio. Caderas expandidas y miembros relativamente gráciles, y la cola que en su base estaba fuertemente curvada hacia abajo, una condición muy rara compartida con pocos dinosaurios”.
En el mismo yacimiento se hallaron restos de un depredador carnívoro: un abelisaurio. Se trata de un dinosaurio de unos 6 metros de largo con un cráneo robusto y dientes afilados diseñados para desgarrar carne.

“Los abelisaurios fueron los depredadores más comunes de su tiempo, entre los que se destaca el famosísimo Carnotaurus”, explicó Agnolín.
El descubrimiento de esta fauna prehistórica aporta nueva información sobre los ecosistemas del Cretácico Tardío y confirma que la Patagonia albergó una biodiversidad única antes de transformarse en el icónico paisaje que conocemos hoy.
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