Cómo criar hijos emocionalmente inteligentes: estrategias respaldadas por la ciencia

Un enfoque flexible con límites claros ayuda a los niños a desarrollar autoconfianza. Según informó Forbes, este modelo parental potencia habilidades críticas mientras promueve la independencia

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Desarrollo de la inteligencia emocional
Desarrollo de la inteligencia emocional en los niños, un factor clave para su bienestar futuro (Imagen Ilustrativa Infobae)

En un mundo cada vez más acelerado y lleno de desafíos emocionales, la crianza de niños emocionalmente inteligentes se presenta como una de las claves para un desarrollo saludable y equilibrado. Sin embargo, a pesar de la importancia de estas habilidades, muchos padres pasan por alto aspectos fundamentales del bienestar emocional de sus hijos, concentrándose en logros académicos o habilidades prácticas.

La inteligencia emocional, que incluye la capacidad de reconocer, entender y gestionar las emociones propias y ajenas, se aprende, y no es algo que los niños desarrollen de forma natural.

Según el psicólogo Mark Travers, egresado de la Universidad de Cornell, cultivar esta inteligencia emocional desde temprana edad es esencial para preparar a los niños para los desafíos de la vida.

1. Enseñar a los niños a reconocer y nombrar sus emociones

Una de las primeras y más efectivas maneras de ayudar a los niños a desarrollar inteligencia emocional es enseñarles a reconocer y nombrar sus emociones, destacó Travers en el artículo de Forbes.

En lugar de minimizarlas o ignorarlas, los padres deben guiar a los niños para que las identifiquen y las expresen con palabras. Este proceso, conocido como “etiquetado de afectos”, fue respaldado por varios estudios como una herramienta eficaz para reducir la angustia emocional y mejorar la regulación emocional.

Un estudio publicado en Emotion Review muestra que cuando los niños pueden nombrar lo que sienten, se activan procesos cerebrales que facilitan el manejo de las emociones abrumadoras. Esto es especialmente útil en situaciones de alta intensidad emocional, como cuando un niño se enoja o se siente frustrado. Sin embargo, no siempre es necesario forzar a los niños a expresar sus emociones inmediatamente. A veces, los padres deben esperar el momento adecuado para guiarlos.

Enseñar a un niño a
Enseñar a un niño a poner nombre a sus emociones reduce angustia y fomenta mejores respuestas (Imagen Ilustrativa Infobae)

2. Fomentar la resolución de problemas en lugar de interferir

Aunque es natural querer resolver todos los problemas que enfrentan los niños, permitirles enfrentar desafíos por sí mismos es clave para el desarrollo de la resiliencia. Los padres emocionalmente inteligentes no eliminan los obstáculos, sino que ofrecen orientación. Esta práctica fomenta habilidades de resolución de problemas y permite que los niños se sientan más seguros de sí mismos al afrontar dificultades.

Un estudio realizado en Frontiers in Psychology concluyó que los niños que crecen en un entorno con crianza autoritaria, crianza autoritativa, caracterizada por una estructura clara pero flexible, desarrollan mejores habilidades para resolver problemas.

La crianza autoritativa se caracteriza por un enfoque equilibrado que combina reglas y expectativas claras con apoyo emocional, flexibilidad y diálogo. A diferencia de la crianza autoritaria, que es más rígida y estricta, la crianza autoritativa permite a los niños participar en la toma de decisiones y fomenta la independencia al brindarles la oportunidad de aprender a resolver problemas por sí mismos.

Este estilo de crianza se asocia con una mayor capacidad para enfrentar desafíos y desarrollar habilidades sociales, ya que los niños tienen la oportunidad de pensar críticamente y tomar decisiones, pero dentro de un marco claro de expectativas y valores.

Fomentar la resolución de problemas
Fomentar la resolución de problemas promueve confianza y habilidades sociales en la niñez (Imagen Ilustrativa Infobae)

Para fomentar la resolución de problemas, el estudio sugiere realizar preguntas abiertas a los hijos como: “¿Qué crees que podría funcionar en esta situación?”, para fomentar el pensamiento independiente.

Además, es útil incentivar la lluvia de ideas, ayudando al niño a explorar diferentes soluciones posibles. Es importante validar sus emociones, incluso cuando no haya una respuesta inmediata, reconociendo que el proceso de encontrar una solución es tan valioso como la resolución en sí misma.

3. Modelar la regulación emocional

Los niños aprenden a gestionar sus emociones principalmente observando cómo sus padres las manejan. Si los padres no saben regular sus emociones o reaccionan impulsivamente ante el estrés, es probable que los niños imiten esos comportamientos. La autorregulación es un componente esencial de la inteligencia emocional y es crucial para que los niños desarrollen control sobre sus propias reacciones emocionales.

Un estudio publicado en el Journal of Child and Family Studies reveló que los padres que tienen dificultades para manejar sus emociones también tienen más problemas para comprender las emociones de sus hijos. Esto subraya la importancia de que los adultos modelen comportamientos adecuados, como la calma y la reflexión, frente a situaciones emocionales.

4. Crear un entorno seguro para la expresión emocional

Es fundamental que los niños se sientan seguros y apoyados al expresar sus emociones. Si sus sentimientos son constantemente desestimados o minimizados, pueden aprender a reprimir sus emociones, lo que puede dificultar su capacidad para gestionarlas de manera saludable en el futuro. Los padres deben evitar frases como “Estás exagerando” o “No es para tanto”, que invalidan las emociones del niño.

Un estudio realizado en Developmental Science en 2024 encontró que la validación emocional por parte de los padres está directamente relacionada con una mayor persistencia en los niños, un rasgo clave para el éxito a largo plazo. Los niños que sienten que sus emociones son respetadas y comprendidas muestran una mayor capacidad para enfrentarse a desafíos y superar obstáculos.

Un entorno seguro para expresar
Un entorno seguro para expresar emociones fortalece persistencia y resiliencia en menores (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según el estudio, es crucial escuchar activamente a los niños sin interrumpir ni juzgar, utilizando frases como “Eso debe haber sido difícil para ti” para validar sus emociones. En lugar de recurrir a la positividad tóxica, es mejor reconocer que está bien sentirse triste o frustrado, lo que fomenta un entorno seguro para la expresión emocional.

Fomentar el diálogo abierto sin presionar por soluciones inmediatas permite que el niño explore sus sentimientos a su propio ritmo. Respetar su proceso emocional, dejándoles espacio para experimentar sus emociones sin apresurarlos, promueve la autoregulación emocional y fortalece su capacidad para manejar desafíos futuros.

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