“Overthinking”: qué lo causa y cuándo puede ser positivo, según los expertos

Este proceso puede conllevar estrés y ansiedad para algunas personas. Sin embargo, en ciertos casos es posible generar fortalezas. El análisis y las estrategias propuestas por especialistas

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Una de las señales del
Una de las señales del sobrepensamiento es la dificultad para salir de bucles mentales repetitivos, lo que puede generar una sensación de agotamiento y afectar la toma de decisiones, entre otras consecuencias (Imagen Ilustrativa Infobae)

El pensamiento rumiante, también llamado overthinking o sobrepensar, se caracteriza a grandes rasgos por un ciclo repetitivo de ideas que pueden generar estrés y ansiedad en algunas personas.

Este fenómeno puede tener consecuencias negativas y también, en determinados casos —siempre y cuando ocurra de manera moderada—, beneficios. Infobae consultó a expertos para analizarlo.

Diego López de Gomara, médico psiquiatra y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), planteó: “El sobrepensamiento es lo que llamamos en el psicoanálisis obsesiones o ideas compulsivas”, afirmó. Según el especialista, este fenómeno encubre, en ciertos individuos, una ausencia de pensamiento esencial. “Hay algo paradojal, ya que como todo ‘plus’ encubre una falta, en este caso una deuda con el pensar. Hay algo que no se piensa por dolor, vergüenza o temor y se encubre o vela con un universo de ideaciones paralelas. En resumen, el sobrepensamiento encubre una carencia de pensar algo esencial. Tiene una característica defensiva y de ocultamiento”, explicó.

“Desde el psicoanálisis se trata de escuchar el elemento omitido en ese mar de ideas, que solo aparece en el entredicho. Y nunca directamente”, sostuvo López de Gomara en diálogo con este medio. Además, señaló que “también es cierto que el sobrepensamiento es un síntoma y conlleva entonces un placer y está erotizado, por eso cuesta ponerle un límite”.

Si bien el pensamiento repetitivo
Si bien el pensamiento repetitivo puede ser disfuncional, también puede tener un costado productivo cuando se transforma en una búsqueda de conocimiento o creatividad (Imagen ilustrativa Infobae)

A su vez, destacó que, aunque el sobrepensamiento puede operar como un mecanismo de ocultamiento, también tiene un costado productivo. “Si bien traigo el sobrepensamiento desde lo negativo, como velo a algo que se evita pensar y como una práctica de regodeo erótico, por supuesto que puede ser sublimado en pasión por el saber y en logros humanos. Si bien está montado en la omisión de algo, en la profusión de elementos que crea puede encontrar ideas de gran valor”.

Por su parte, el neurólogo Santiago Tizio, jefe del área de Neurología del Hospital Español de La Plata, explicó ante la consulta de Infobae que el llamado “pensamiento rumiante es un proceso en el cual la mente queda atrapada en un ciclo repetitivo de ideas, generalmente enfocadas en preocupaciones, errores cometidos o incertidumbre ante el futuro”. Desde un punto de vista neurológico, indicó que esto se relaciona “con la actividad de circuitos cerebrales que regulan la atención, la emoción y la toma de decisiones”.

“Uno de los circuitos más implicados es la red de modo por defecto, que incluye regiones como la corteza prefrontal y el giro cingulado posterior”, señaló Tizio. “Esta red se activa principalmente cuando no estamos realizando una tarea específica e interviene en procesos de introspección y autorreflexión. En personas con tendencia al pensamiento rumiante, esta red puede volverse hiperactiva, generando un flujo constante de pensamientos repetitivos”, sumó.

El especialista también mencionó que otra estructura involucrada en esta dinámica “es la amígdala, encargada del procesamiento de emociones como el miedo y la ansiedad”. En ese tono, precisó: “En situaciones de estrés o preocupación, la amígdala puede volverse hiperactiva, enviando señales de alerta constantes y manteniendo al cerebro en un estado de vigilancia permanente”. Esto, según detalló, “interfiere con la corteza prefrontal, responsable de la regulación cognitiva y la toma de decisiones racionales. Como resultado, el cerebro prioriza la preocupación y la anticipación de amenazas por sobre el pensamiento lógico y reflexivo”.

Desde el punto de vista
Desde el punto de vista neurológico, el pensamiento rumiante es común en personas con ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo, ya que el cerebro procesa la información a través de circuitos que refuerzan el patrón disfuncional, dijo el neurólogo Santiago Tizio (Imagen Ilustrativa Infobae)

Tizio siguió: “El pensamiento rumiante es común en pacientes con trastornos de ansiedad, depresión o trastorno obsesivo-compulsivo”. En estos casos, de acuerdo a su perspectiva, “el cerebro queda atrapado en un patrón disfuncional donde procesa la información a través de circuitos que se refuerzan y perpetúan”.

Sobre posibles estrategias para reducir este tipo de pensamiento, señaló que una de las más efectivas “es el mindfulness, que ha demostrado disminuir la hiperactividad de la red de modo por defecto, mejorar la conectividad entre la corteza prefrontal y la amígdala, y reducir la respuesta de alerta constante, permitiendo un pensamiento más flexible. También la actividad física tiene un impacto positivo, mejorando esta situación de manera significativa”. Por último, advirtió que “un sueño adecuado es clave”. Según explicó, “las personas que no logran un descanso profundo y reparador tienen más dificultades para eliminar pensamientos irrelevantes, lo que puede exacerbar la rumiación”.

En tanto, un artículo divulgado recientemente en Psychology Today y realizado por la doctora Alice Boyes, psicóloga clínica, investigadora y actualmente escritora, analizó la diferencia entre el pensamiento productivo y el improductivo. Según Boyes, ambos procesos son similares, pero sus resultados pueden ser opuestos. “El pensamiento productivo y el pensamiento improductivo son como hermanos. Solo hay diferencias sutiles entre ellos, pero la experiencia y los resultados son muy diferentes”, escribió en su artículo.

La autora ejemplificó que tanto los innovadores como los sobrepensadores tienden a reflexionar sobre el trabajo fuera del horario laboral. Sin embargo, mientras los primeros encuentran soluciones creativas y alcanzan el éxito, los segundos quedan atrapados en pensamientos repetitivos que afectan su recuperación mental. “Las personas que pasan una hora repitiendo una interacción negativa que tuvieron en el trabajo experimentan una recuperación deficiente del trabajo y se estancan”, explicó Boyes.

Un descanso adecuado es fundamental
Un descanso adecuado es fundamental para reducir la rumiación mental, ya que quienes no logran un sueño reparador tienen más dificultades para eliminar pensamientos irrelevantes y pueden quedar atrapados en un ciclo de preocupación constante (Imagen Ilustrativa Infobae)

Según la investigadora, los sobrepensadores poseen muchas de las mismas fortalezas que los innovadores. “Si te obsesionas con pensamientos o te preocupas con frecuencia, es posible que estés más cerca de la frontera entre el orden y el caos, entre la miseria y la grandeza, de lo que crees”, postuló. Desde su perspectiva, pequeños ajustes en la forma de abordar el pensamiento repetitivo pueden marcar la diferencia en la productividad y el bienestar personal.

Boyes también destacó que quienes piensan demasiado no siempre son conscientes de que otras personas están menos dispuestas a realizar un esfuerzo cognitivo significativo. En su análisis, esto representa una fortaleza, ya que la creatividad requiere dedicación. “Las personas más creativas pasan más tiempo intentando deliberadamente ser creativas”, afirmó. Además, citó investigaciones recientes que vinculan la disposición a hacer un esfuerzo mental con una mayor ansiedad: “La preocupación interminable requiere mucho esfuerzo”.

Los efectos del sobrepensamiento en la vida cotidiana

A su turno, la psicoanalista Agustina Verde (MN 72893) explicó en diálogo con Infobae los efectos del sobrepensamiento y cómo influye en la vida cotidiana. “Una señal de que nos encontramos sobrepensando es no poder salir de bucles mentales repetitivos. Es como si nuestra mente nos jugara una trampa, como si estuviéramos en un laberinto sin poder encontrar la salida. Un pensamiento se encadena con otro, luego con otro, y así puedes no terminar entendiendo cómo llegaste a lo que estás pensando en este preciso momento”, dijo.

Según Verde, “sobrepensar es darle vueltas y vueltas a un mismo asunto sin poder salir de ahí. Y lejos de encontrarle la solución al problema, el sobrepensar te quita toda posibilidad de reoxigenarte con una perspectiva distinta. Lo repetitivo te quita la posibilidad de llegar a una resolución creativa, ya que si una y otra vez intentaste buscar una respuesta que no llega, forzando a tu mente, tampoco la vas a conseguir. La mente no funciona bajo esa modalidad”.

La actividad física es una
La actividad física es una de las estrategias más efectivas para reducir el pensamiento rumiante, coincidieron los expertos (Imagen Ilustrativa Infobae)

En la vida cotidiana, este mecanismo puede manifestarse de diversas maneras: “Puede que alguna vez te hayas quedado analizando una conversación minuciosamente, le buscaste el significado enigmático a una escena que había pasado, o intentaste anticiparte a alguna situación que sentías amenazante. Con este mecanismo, y en estas escenas, lo que se busca es tener el control sobre algo de lo que te pasa”.

Sobre si el sobrepensamiento puede ser positivo, la especialista explicó que hay dos caminos: “Por un lado, la evitación y el control; por el otro, el compromiso y la aceptación para llegar más allá de las propias trabas que tu mente te quiere colocar y conocer qué activó ese mecanismo. El punto de llegada de este último será una nueva manera de transitar aquello que te suceda desde una perspectiva flexible y empática contigo mismo”.

Para Verde, “en todos aquellos casos en los que la persona se dé lugar a cuestionarse el motivo por el cual le sucede ese sobrepensamiento, ese tropiezo con el mecanismo de defensa da como resultado un nuevo aprendizaje sobre sí mismo y sus propios procesos inconscientes. Hacernos cargo de lo que sentimos, de lo que pensamos, de cómo nos vinculamos con nosotros mismos, implica la posibilidad de dar saltos evolutivos, es decir, crecer”.

El insomnio puede ser otra
El insomnio puede ser otra de las manifestaciones del pensamiento rumiante (Imagen Ilustrativa Infobae)

Finalmente, la doctora Patricia O’Donnell, psiquiatra y psicoanalista integrante de APA, amplió en conversación con Infobae: “La palabra ya lo define como un pensar demasiado (overthinking), con una vivencia de no poder detener esa ‘invasión’ de pensamientos que se imponen más allá de la voluntad del sujeto y que se caracterizan por reemplazar a la acción”.

Para O’Donnell, esta dinámica mental puede tornarse agotadora y generar síntomas físicos: “Es un pensar intenso, insistente, agotador, que puede llegar a ser caótico y confuso. Son en un punto pensamientos improductivos. Es extenuante para quien lo padece. Incluso puede generar síntomas físicos, por ejemplo, taquicardia y transpiración, así como ansiedad, angustia e insomnio”.

Desde una perspectiva psicoanalítica, el overthinking podría estar encubriendo otras problemáticas subyacentes. “Podemos decir que es un síntoma que encubre otra situación de fondo, como una especie de pantalla que ‘cumple la función’ de no dejar ver qué hay detrás”, explicó O’Donnell.

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