
El auge de la inteligencia artificial ha transformado los procesos de contratación y las competencias que buscan las empresas, según un análisis publicado en The Conversation por Murugan Anandarajan, profesor de sistemas de información en la Universidad de Drexel.
Más de la mitad de las organizaciones ya utiliza la IA en la toma de decisiones diaria, pero solo una minoría considera que su plantilla está plenamente preparada para aprovechar su potencial.
Inteligencia artificial y toma de decisiones en la empresa
El análisis, realizado por Anandarajan, evaluó el impacto de la inteligencia artificial en 550 empresas estadounidenses. Según ha detallado, más del 50% de estas organizaciones ha confirmado que la IA interviene en sus decisiones cotidianas, una cifra relevante si se tiene en cuenta que herramientas como ChatGPT solo llevan tres años en el mercado.
La investigación también ha puesto de manifiesto una contradicción: aunque las empresas confían en la IA para optimizar su operativa, solo el 38% de los directivos ha manifestado que sus empleados están “plenamente” preparados para utilizar esta tecnología.

Además, apenas el 27% de los responsables de recursos humanos se siente cómodo con que los candidatos empleen herramientas de IA para redactar currículos o investigar rangos salariales.
Así, mientras la IA se consolida como un pilar en la gestión empresarial, su uso por parte de los aspirantes sigue generando dudas y mensajes contradictorios sobre lo que significa un “uso responsable” de la tecnología.
Este desfase se percibe con especial claridad en áreas como marketing y ventas, donde la automatización avanza a gran velocidad y los despidos suelen producirse cuando la tecnología supera la capacidad de adaptación de las personas.
A pesar de ello, muchas empresas no han actualizado sus requisitos de titulación o competencias, lo que provoca que sigan contratando perfiles tradicionales mientras el mercado demanda una fluidez humano-IA que escasea.

Brecha de preparación y nuevas competencias
El análisis subraya que la brecha entre la formación de los empleados y las exigencias tecnológicas actuales está remodelando el mercado laboral. Empresas como Accenture han despedido a 11.000 trabajadores al tiempo que han intensificado la formación en inteligencia artificial.
IBM ha sustituido cientos de puestos por sistemas automatizados, pero ha creado nuevos empleos en ventas y marketing. Amazon, por su parte, ha reducido plantilla mientras refuerza los equipos dedicados al desarrollo y gestión de herramientas de IA.
Según ha explicado Anandarajan, “las empresas líderes en IA no solo están recortando puestos, sino redefiniéndolos”. El reto ya no es únicamente evitar que la IA sustituya a los trabajadores, sino identificar qué perfiles pueden evolucionar y cuáles surgirán en el nuevo entorno. En este contexto, la fluidez humano-IA se convierte en la competencia clave: la capacidad de trabajar con sistemas inteligentes, cuestionar sus resultados y mantener una actitud de aprendizaje constante.
El análisis identifica la aparición de roles híbridos como los traductores de IA, que ayudan a los directivos a interpretar los resultados de la inteligencia artificial y a tomar decisiones informadas, y los coaches digitales, encargados de enseñar a los equipos a colaborar con sistemas inteligentes. Estas funciones requieren no solo conocimientos técnicos, sino también juicio crítico, adaptabilidad y la habilidad de transformar la producción de las máquinas en conocimiento útil para las personas.

Formación, reskilling y cultura de confianza
Ante este panorama, la formación y el reskilling se han convertido en prioridades para las empresas. Según la encuesta College Hiring Outlook, el 86% de los empleadores ya ofrece formación interna o cursos online, aunque solo el 36% considera que las habilidades relacionadas con la IA son importantes para los puestos de entrada.
La mayoría de los programas formativos sigue centrada en competencias tradicionales, lo que agrava el desfase entre la oferta educativa y las necesidades reales del mercado.
El análisis ha destacado que las organizaciones con una cultura de confianza y aprendizaje continuo han duplicado sus mejoras en rendimiento e innovación. Cuando los empleados confían en sus líderes y en los sistemas, se muestran más dispuestos a experimentar y aprender de los errores, lo que facilita la adaptación a los cambios tecnológicos. “La meta no es solo formar a las personas para usar la IA, sino ayudarles a pensar junto a ella”, ha señalado Anandarajan.
Las empresas más exitosas integran el aprendizaje en el propio trabajo, fomentan la experimentación y la colaboración entre personas y máquinas. Esta estrategia no solo mejora la empleabilidad, sino que también contribuye a retener el talento en un entorno cada vez más competitivo.

La implantación de la inteligencia artificial está redefiniendo los criterios de contratación y las competencias que garantizan la empleabilidad.
El futuro laboral no dependerá únicamente de los perfiles más técnicos, sino de quienes sean capaces de transformar la inteligencia —humana o artificial— en valor real para las empresas y la sociedad.
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