
La inteligencia artificial (IA) avanza a tal velocidad que, según el Dr. Roman Yampolskiy, podría transformar profundamente el empleo y la sociedad en los próximos años. En una entrevista con The Diary Of A CEO, este profesor asociado de Ciencias de la Computación y referente internacional en seguridad de IA advirtió sobre un futuro en el que la mayoría de los trabajos serán automatizados, generando consecuencias imprevisibles para las que la humanidad no está preparada.
El ritmo imparable del desarrollo tecnológico
Yampolskiy, conocido por acuñar el término “AI safety” y con más de 15 años dedicados a la seguridad de la IA, sostiene que la capacidad de estas tecnologías para reemplazar a los seres humanos en la mayoría de las ocupaciones podría materializarse en un plazo muy breve. Afirmó: “En dos años, la capacidad de reemplazar a la mayoría de los humanos en la mayoría de las ocupaciones llegará muy rápido. Y en cinco años, veremos niveles de desempleo nunca antes vistos. No hablo de un 10%, sino de un 99%”.
Este escenario, explicó, no requiere la llegada de una superinteligencia, sino solamente el desarrollo de sistemas de IA general capaces de realizar tareas cognitivas y físicas de forma más eficiente y económica que las personas.
Las proyecciones de Yampolskiy tienen un horizonte temporal concreto. Según estimaciones de mercados de predicción y directivos de los principales laboratorios de IA, la inteligencia artificial general (AGI) podría estar disponible en 2027, lo que supondría la automatización prácticamente total de tareas digitales.
Para 2030, prevé la llegada de robots humanoides capaces de competir en empleos físicos, como la fontanería o la cocina. Hacia 2045, la humanidad podría alcanzar la singularidad tecnológica, un punto en el que el progreso de la IA sería tan acelerado que escaparía al control humano.

Una brecha creciente en seguridad y control
Durante la entrevista, Yampolskiy profundizó en la distancia entre las capacidades de la IA y la habilidad humana para mantener su control. Señaló: “No sabemos cómo hacer que sean seguras, y aun así los más inteligentes del mundo compiten por ganar la carrera hacia la superinteligencia”.
Comparó esta situación con la llegada de una inteligencia alienígena: “Si los alienígenas estuvieran llegando a la Tierra y tuvieras tres años para prepararte, estarías en pánico ahora mismo. Pero la mayoría de la gente ni siquiera se da cuenta de que esto está ocurriendo”.
Mientras el desarrollo de la IA progresa de forma exponencial, la seguridad y el control avanzan de manera constante, lo que incrementa el riesgo de perder el control sobre sistemas autónomos cada vez más complejos.

Profundas transformaciones en el mundo laboral
Yampolskiy ilustró el avance de la automatización en profesiones como la conducción, la docencia y la contabilidad, tradicionalmente consideradas difíciles de reemplazar. “Pregunto a conductores de Uber si les preocupa la llegada de los coches autónomos y suelen responder que nadie puede hacer lo que ellos hacen. Pero ya tenemos coches que se conducen solos y servicios como Waymo que operan sin conductor”, apuntó.
Remarcó la resistencia psicológica al reemplazo como algo común, aunque el avance tecnológico prosigue sin contemplaciones. Incluso actividades creativas, como la presentación de podcasts, pueden ser replicadas por modelos lingüísticos capaces de analizar estilos y preferencias del público.
Frente a este panorama, las soluciones tradicionales como el reentrenamiento laboral pierden utilidad. Yampolskiy recordó que, hasta hace dos años, se recomendaba aprender a programar como alternativa profesional; sin embargo, la IA ya supera a las personas en generación de código y en ingeniería de prompts.
La renta básica universal aparece como una posible respuesta económica, aunque el verdadero reto será encontrar sentido y propósito en una sociedad donde el empleo deje de ser el eje de la vida cotidiana.

Riesgos existenciales, industria y la hipótesis de la simulación
El debate sobre la seguridad de la IA adquiere una perspectiva existencial. Yampolskiy sostiene que la superinteligencia representa un desafío mayor incluso que el cambio climático o los conflictos armados. “Si creamos una superinteligencia, no importa quién la construya, probablemente lo lamentaremos terriblemente”, advirtió.
A diferencia de las armas nucleares, la superinteligencia no sería una herramienta bajo control humano, sino un agente autónomo con capacidad para tomar decisiones propias. El abaratamiento de los recursos para desarrollar IA avanzada permitirá que, en el futuro, individuos o pequeñas organizaciones accedan a este poder, complicando cualquier regulación a escala global.
El experto también dirigió críticas a líderes del sector tecnológico, en especial a Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI: “Hace una década publicamos directrices para desarrollar IA de forma segura. Él violó cada una de ellas y está apostando la vida de 8.000 millones de personas mientras se enriquece y gana poder”, afirmó.
Criticó los incentivos económicos predominantes en la industria y subrayó la tendencia de los equipos de seguridad en IA a disolverse y la ausencia de soluciones científicas para un control seguro e indefinido.
Abordó además la teoría de la simulación, hipótesis que considera cada vez más plausible a medida que IA y realidad virtual avanzan. Sostiene que, si es posible crear agentes artificiales con experiencias internas y mundos virtuales idénticos a la realidad, la probabilidad de que nuestra existencia sea una simulación aumenta exponencialmente.
“Estoy casi seguro de que vivimos en una simulación”, declaró, aunque afirmó que el dolor, el amor y las experiencias humanas mantienen el mismo valor, sin importar la naturaleza última de la realidad.
Pese al carácter inquietante de sus advertencias, Yampolskiy no plantea el abandono de la tecnología, sino que propone un debate ético y social urgente sobre el futuro de la IA. Para él, la prioridad es que las decisiones sobre IA recaigan en personas con sólidos principios morales y éticos, además de competencias técnicas o empresariales.
Solo así, concluyó en The Diary Of A CEO, será posible que estas tecnologías beneficien realmente a la humanidad y evitar que el futuro de la inteligencia artificial se transforme en una amenaza irreversible.
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