Cómo saber si eres realmente feliz o debes replantear tu vida, según Steve Jobs

Steve Jobs, cofundador de Apple, fue una de las figuras más influyentes de la industria tecnológica, con productos que transformaron el mundo como el iPhone, pero en el transcurso de su vida siempre se preguntó sobre si lo que hacía le apasionaba y cuál podría ser el significado de la felicidad.

Con un diagnóstico terminal de cáncer, Jobs llegó a plantearse si la forma en que vivía y trabajaba era la adecuada. A lo largo de su vida, sus enseñanzas en el plano personal consistían en la importancia de ser honesto con uno mismo y de buscar siempre aquello que verdaderamente nos hace sentir completos.

Luego de su muerte en 2011, sus frases y preguntas siguen siendo tema de debate sobre cómo tener una vida plena que cuente con un propósito. Se exploran algunos de sus principales cuestionamientos sobre estos temas.

Una de las preguntas más recordadas que Steve Jobs se hacía diariamente, sobre todo durante los últimos años de su vida, era si realmente se encontraba haciendo lo que deseaba hacer.

Según comentaba en varias declaraciones, “Si la respuesta es no durante muchos días seguidos, es ahí cuando sé que necesito cambiar algo”. Esta simple pero profunda reflexión lo obligaba a confrontarse consigo mismo a tomar decisiones conscientes sobre su vida.

Asimismo, en sus últimos días, el empresario confesó que la respuesta a esa pregunta era un rotundo “¡Sí!” porque finalmente estaba haciendo lo que amaba. “Estaba trabajando en lo que más me apasionaba y tenía un propósito”, señaló en diferentes ocasiones.

Otra enseñanza crucial de Jobs fue la importancia de hacer lo que uno ama. En un discurso a jóvenes universitarios, Jobs enfatizó que se debe encontrar lo que se ama. “Tu trabajo va a ocupar gran parte de tu vida, y la única manera de estar verdaderamente satisfecho es haciendo lo que crees que es una gran labor”, señaló.

Para Jobs, la pasión no solo era fundamental para el éxito, sino para la verdadera satisfacción personal. Aquellos que no encontraban esa pasión, según su experiencia, quedaban atrapados en una vida de conformismo y mediocridad.

El trabajo, en este sentido, no debía ser visto solo como un medio para ganar dinero, sino como una forma de contribuir a algo que realmente motivara a la persona. La búsqueda de la pasión, entonces, aumenta la felicidad personal e incrementa la productividad, pues un trabajo que apasiona tiende a generar mayor creatividad y dedicación.

Durante toda su vida nunca dejó de aprender. Abandonó la universidad pero nunca dejó de ser un aprendiz, como lo demostró al tomar clases de caligrafía que más tarde serán fundamentales en el diseño tipográfico del Mac.

Jobs enseñó que la curiosidad y el deseo constante de aprender son claves para mantenerse relevante y motivado en cualquier ámbito de la vida. Además, Jobs se sumergió en experiencias enriquecedoras fuera de su zona de confort, como sus viajes en busca de inspiración.

Para él, aprender no solo era una cuestión académica o profesional, sino una forma de enriquecerse como ser humano. La pasión por el aprendizaje continuo lo llevó a conectar ideas y perspectivas diversas que resultaron ser fundamentales para la creación de sus productos más innovadores.

A lo largo de su vida, Steve Jobs fue conocido por su dedicación casi obsesiva al trabajo. Sin embargo, con el paso del tiempo y tras su diagnóstico terminal, llegó a decir que había descuidado lo más primordial: las relaciones personales.

En su autobiografía, Jobs afirmó que su obsesión por el trabajo le había hecho perder momentos valiosos con su familia y amigos. “He perdido momentos que no volverán”, dijo su biógrafo Walter Isaacson.

En sus últimos años, Jobs tomó conciencia de la importancia de equilibrar el trabajo con la vida personal. Comenzó a priorizar cenas familiares y paseos con su esposa Laurene, recordando que la verdadera riqueza en la vida radica en las experiencias compartidas con los seres queridos.