
El sábado por la noche, alrededor de las 22, ocho delincuentes armados y con sus rostros semi tapados con barbijos descendieron de dos motos y un Peugeot 206 gris para protagonizar un violento robo en plena calle de Parque Avellaneda. El blanco fueron los comensales del bodegón Aquí se come bien, situado en la esquina de José Bonifacio y Martínez Castro, que estaban cenando sobre la vereda.
Una de las víctimas fue el abogado penalista Alejandro Sarubbi Benítez, quien se encontraba junto a su mujer, su mamá y el marido de ella compartiendo una cena. “Éramos unas 30 personas las que estábamos en las mesas de la vereda. Veo que se acerca un grupo de 8 jóvenes que, por cómo estaban vestidos, se movían y tenían colocados los barbijos, tendrían unos 23 aproximadamente. Enseguida me di cuenta lo que iba a pasar. Era muy cantado y dos segundos después desenfundaron sus armas para robarnos”, relató el hombre a Infobae.
Como el restaurante está ubicado en una esquina, los malvivientes ingresaron por sus dos accesos. “Hubo otro que se metió dentro del local y fue directamente a buscar la recaudación de la caja. Mientras, los que estaban afuera atacaban a los comensales”, recordó Sarubbi Benítez.
La mesa donde estaba el abogado con su familia fue la primera en ser abordada por los ladrones. “Tenía a dos apuntándome a mí y otro atrás de mi señora apuntándole a ella. El marido de mi mamá reaccionó mal y le empezó a pegar con una silla al que tenía a mi derecha”, remarcó.

En ese momento de tensión, Sarubbi Benítez aprovechó la distracción del delincuente para agarrar el cuchillo que estaba sobre su mesa y empezó a tirarle puntazos al que tenía atrás. “Mi objetivo era que dejara de apuntarle a mi señora”, se justificó ante semejante reacción.
En medio de tanto tumulto y desorden, su mamá y su mujer vieron la posibilidad de salir corriendo y así lo hicieron. “Cuando observo que ya habían llegado a la esquina de enfrente, doblé por la calle Martínez Castro y me encontré con que había otros dos delincuentes que estaban golpeando a una señora para robarle la cartera. A uno de ellos le tiré un puntazo de derecha y otro de frente y salí corriendo”, contó.
Al llegar a la esquina donde estaba su señora, vieron que justo pasaba un patrullero y lo frenaron para contarle lo que estaba ocurriendo en el bodegón. Pero cuando llegó la policía ya se habían fugado: “Ocurrió todo en 6 minutos. Llegué a contar 8 delincuentes pero eran más”.
Si bien fuentes policiales confirmaron a este medio que ninguno de los clientes resultaron heridos, Sarubbi Benítez aseguró que “a un señor mayor le hundieron el cráneo a culatazos con una 9 milímetros y en la esquina del local quedaron las manchas de sangre sobre la vereda”.

Era la segunda vez que el abogado concurría junto a sus seres queridos a ese bodegón. “Fue un robo muy violento. Los que se llevaron la peor parte, ya sea a nivel físico o material, fueron los que no se resistieron. Robaron carteras, celulares, billeteras, dinero y otras pertenencias de los clientes”, enfatizó.
Consultado acerca de qué lo llevó a defenderse de esa manera viendo que los malvivientes estaban armados, el abogado explicó: “Mi idea nunca fue reducir a nadie, era imposible que pudiera enfrentarme a 8 tipos. Lo único que quería era llamar su atención, que me apuntaran a mí para preservar a mi mujer y que no le pasara nada. Eso lo logré pero sinceramente pensé que me iban a matar. Por suerte no tiraron un solo tiro”.
En el hecho intervino la Fiscalía Criminal y Correccional N° 60, a cargo de la doctora Cecilia Incardona, quien inició actuaciones por robo agravado por el uso de arma de fuego.
“La gente del comercio dijo que es la primera vez que los abordan así y la policía dijo que hacía rato no escuchaba algo así en la zona, pero los vecinos lo están viviendo hace tiempo”, se indignó la víctima.
Sarubbi Benítez denunció que la zona donde ocurrió el ataque “es oscura, la iluminación es mala y no hay cámaras de seguridad”. De acuerdo a sus conocimientos del barrio, el abogado apuntó “que sólo hay cámaras sobre las avenidas Rivadavia y Directorio” y que últimamente observa “mucha gente consumiendo y vendiendo cocaína en las calles, motochorros y gente fisurada tirada en las veredas”.
“Me esperaba que en algún momento nos tocara a nosotros pero no que fuera en una situación así. Me imaginaba entrando a la cochera o volviendo de hacer las compras. Sabiendo cómo está la zona sabía que podía pasar. Soy consciente que me regalé. Fui a que me mataran a mí para que mi familia pudiera zafar”, admitió entre la bronca y la resignación.
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